Colombia: la amenaza como instrumento político
La vida de Gustavo Petro está en peligro en tanto y en cuanto esta oligarquía ve la posibilidad de ascenso de un hombre progresista.
La historia de los procesos eleccionarios en Colombia, desde muy temprano en el siglo XX; ha estado acompañada de una violencia política extrema como pocos países en la región.
Con el asesinato en pleno desarrollo de la campaña del año 1948 de Jorge Eliécer Gaitán, quien fuera el representante del partido liberal y el posterior estallido del bogotazo; se dio inicio a lo que se ha denominado en la historia del país granadino como el período de la violencia.
De esos años aciagos, ha quedado en el metabolismo del país granadino una simbiótica relación entre el mundo de la política y el de la violencia como instrumento de poder y acción real.
Esta vez le ha tocado en lo personal a Gustavo Petro. Ha tenido que abandonar la idea de cumplir su agenda electoral en el conocido eje cafetalero colombiano.
Este hombre, ya con un casi 46% de intención de voto, según la mayoría de las encuestas; es a escasos días del primer encuentro dentro del balotaje, el gran favorito de ganar la presidencia en Colombia.
Las razones de su renuncia a visitar la zona en cuestión y hacer una serie de denuncias formales ante las autoridades competentes del país colombiano; se refieren a una serie de amenazas a su vida que han imposibilitado su presencia en esta importante área productiva.
Sin embargo, las autoridades colombianas han echado en saco roto estás denuncias, aduciendo que hasta ahora no han tenido pistas reales de las mismas. Como puede ingerirse, hay un abismo entre el equipo de campaña y seguridad del candidato y el ejecutivo que actualmente gobierna los destinos del país.
Esto a primeras luces, pudiera ser una escaramuza más dentro de la teatralidad que suele portar toda campaña electoral y mucho más en una atravesada por la sentimentalidad caribeña.
Sin embargo, los desoladores acontecimiento previos, incluidos el asesinato de otros candidatos presidenciales colombianos como Luis Carlos Galán Sarmientos (1990), Jaime Pardo Leal (1986), Bernardo Jaramillo (1990), Carlos Pizarro (1990), Álvaro Gómez Hurtado (1995); convierte esta situación en un peligro real para Gustavo Petro y en un prontuario difícil de ocultar para el establishment de ese país latinoamericano.
La izquierda gobernando
Hasta ahora, este país ha sido de los pocos incluso a nivel mundial, con ese nefasto índice de asesinatos políticos.
La razón primera ha sido la de eliminar a mansalva a todo aquel representante o contrincante del vetusto régimen instaurado por la rancia oligarquía colombiana.
La vida de Gustavo Petro está en peligro en tanto y en cuanto esta oligarquía racista y clasista ve la posibilidad de ascenso de un hombre de extracción progresista.
Petro, con un programa de gobierno que está abiertamente diseñado para cambiar las estructuras vigentes, se convierte en un problema que para algunas facciones más radicales debe ser eliminado.
Sin embargo, este tipo de acciones a tan pocos días del 29 de mayo, pudiera jugar a favor del candidato del pacto histórico. La violencia, siempre ha sido el arma favorita de quién no tiene la razón, está vez no es distinto.
En la Colombia de hoy, se está sorteando el futuro de un posible continente latinoamericano más cerca de un nosotros, más cerca del reencuentro.