Haber perdido no pocas posiciones en la hegemonía cultural le ha supuesto al campo progresista ser incapaz de incluir sus posicionamientos en el relato social, dominado por el campo conservador con total comodidad. Tal es así, que la izquierda no se está atreviendo a llamar a Jeanine Áñez dictadora, aunque lo sea.
Algunas décadas atrás, cuando la oligarquía desconocía los resultados de las elecciones sin aportar pruebas, momento en que desataban la violencia contra los simpatizantes de la izquierda, y los militares daban un golpe de estado -como acaba de suceder en Bolivia-, en el momento en que cualquier político del golpismo tomaba el poder era un dictador, o en este caso, una dictadora.
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No cabían eufemismos como “presidenta interina” o “presidenta de facto” que ocultan, normalizan y justifican un golpe de estado que se da para que los poderosos recuperen algunos privilegios perdidos en favor de los trabajadores, que es lo que está sucediendo en Bolivia, un país que cuenta con un sistema presidencialista, por lo que al cargo solo se puede llegar con votos, algo que Jeanine Áñez no tiene.
La dictadora, en su autoproclamación, expone que sigue los cauces constitucionales que disponen los mecanismos a aplicar cuando se produce la renuncia del presidente, sin embargo esa justificación esconde una perversa actuación: Evo Morales renunció porque se le obligó a ello. La derecha ha desatado la violencia en las calles y el ejército amenazó con la muerte si el presidente constitucional seguía en el cargo, por lo que el mandatario revolucionario renunció obligado por los golpistas.
Esta situación no responde a normalidad democrática, ni está prevista en la constitución como un motivo legal de renuncia, por lo que Jeanine Áñez está usurpando el cargo que los bolivianos otorgaron a Evo Morales en elecciones limpias y transparentes, algo que ha confirmado el prestigioso Centro de Investigación Económica y Política de Estados Unidos.
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Por otro lado, la votación se ha celebrado sin quórum, lo que la Constitución de Bolivia que invoca la nueva dictadora invalida su autoproclamación.
Jeanine Áñez ha expresado que va a pacificar el país. Lo ha prometido siendo una de las dirigentes que ha apoyado la violencia golpista desatada en los últimos días, y teniendo detrás a miembros de las Fuerzas Armadas y la Policía que han permitido, cuando no ejercido, palizas, secuestro, humillaciones públicas, y la quema de viviendas de simpatizantes del presidente Evo Morales.