Mélenchon golpea a la ultraderecha y se convierte en alternativa
Las elecciones en Francia generan unos datos importantes: la izquierda avanza y la ultraderecha liderada por Le Pen deja de ser alternativa frente a Macron.
A pesar de aumentar históricamente, la fuerza ultraderechista populista representada en Marine Le Pen; el gran ganador ha sido el conglomerado comunista, socialista y ecologista de la mano de un intelectual formado cómo lo es Jean Luc Mélenchon.
Una vez disipada la duda que reinaba sobre los comicios franceses, su ciudadanía puede aún respirar tranquila.
Dicho esto, a pesar de no haber logrado cosechar el número necesario para forzar una cohabitación; la izquierda es hoy la segunda fuerza en el Parlamento francés. Esto obliga a Emmanuel Macron a emprender desde un lugar menos cómodo que el que tuvo con la mayoría absoluta; a impulsar una agenda que deberá ser consensuada.
La abstención
Sí bien es cierto que la abstención jugó un papel importante sobre todo en los votantes de edad temprana y media, a saber, 18 a 35 años ( 70 % en esta franja etaria); también es cierto que alguien debe ganar y gobernar y está vez le ha tocado a los rojos una buena parte de esa responsabilidad.
Sin embargo, es importante señalar que la pérdida de la juventud como cantera política; es un futuro fracaso a ojos vista de quién analiza próximas contiendas democráticas y procesos de renovación y reconstrucción de una base social organizada y clara en sus objetivos históricos.
La izquierda, la derecha y el centro
Esta fuerza renovada de la izquierda, llega en un momento en el que el mundo está mirando nuevos horizontes de sentido y la ciudad luz ha sido otra vez faro que precede a otros procesos.
El discurso aglutinador y potente de Jean Luc Mélenchon evoca a los grandes políticos de la izquierda. Sus dos bases programáticas, la relación con el resto de Europa y lo económico; apuntan hacia un viraje en el corazón de la democracia gala: el parlamento.
Los datos arrojados por la contienda, apuntan a que todavía la visión conservadora y dura del fascismo, no es la opción de la mayoría a pesar de la crisis, la pandemia y el constante rumiar del monstruo.
Si bien es cierto que los números han aumentado históricamente para Le Pen (por primera vez son un grupo con peso específico asambleario:89 escaños de los 577); y que muchos de sus votos cosechados vienen de las capas bajas trabajadoras del campo y la industria, anterior bastión de la izquierda; también es cierto que no ha logrado quebrar al sistema de partidos francés.
El gran perdedor ha sido Emmanuel Macron, su partido JUNTOS y su programa bofo y tecnócrata.
La pérdida de la mayoría absoluta a escasas semanas de haber ganado la presidencia, indica un importante interés popular por generar frenos y contrapesos a su gestión; además, de correlato, implica la presencia de un voto castigo en ambos extremos del espectro político.
Francia como cuna de los procesos innovadores, nuevamente ha sabido responder y desoír a las voces de sirena. Pero a pesar de ello se hace impostergable re significar la presencia de la ultraderecha en un Parlamento europeo.
El cordón sanitario no ha logrado contener este avance simbólico y mal habido de descontento y el hartazgo popular.
El poder en las manos equivocadas nunca ha sido cosa buena para la humanidad.