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Ecuador: Lasso ahogado en un tanque de combustible

Las nacionalidades indígenas del Ecuador se encuentran en franca protesta en contra del gobierno de Guillermo Lasso.

Terroristas, anarquistas, conspiradores, golpistas, delincuentes, vándalos, son algunos de los adjetivos despectivos con que el Gobierno de Lasso se ha referido a una parte importante del conglomerado pluriétnico y plurinacional que conforma el Ecuador; y “más piores” son los usados por los “quiteños de bien”, una suerte de raza aria andina que añora la monarquía para poder ser vasallos y lacayos que es su aspiración, quienes se refieren a ellos como “indios de mierda” “piojosos” “apestosos” “ignorantes”.

Lo cierto es que ni los del gobierno ni los quiteños de bien tienen ninguna autoridad moral para referirse así a los dueños de la tierra, descendientes del último de los Reyes del Imperio Inka Ataw Walpa Inka Yupanki.

Explotados y esclavizados cuando no –asesinados- desde que llegaron los “conquistadores”, llevan los indígenas en sus venas y seguro en la cadena de ADN una inserción genética de altivez, orgullo, respeto, honestidad y deseos de aprender y enseñar a sus descendientes la historia de su linaje, y de la resistencia al vasallaje que aun hasta hoy llevan y han sabido hacer perdurar a través de siglos de historia.

Ahora en medio de la protesta social, y reiteradas invitaciones a dialogar pero con la bota y el fusil de “custodios” es decir casi los invitan de manera “obliguntaria” y mientras dura la ronda de conversaciones la represión en las calles es más fuerte.

Se suspende la sesión por un momento para que los delegados del gobierna corran a preguntar si pueden o no conceder algunas de las peticiones realizadas por los indígenas, aprovechan para salir huyendo y pretendiendo no volver a la mesa de diálogo; a la que volvieron ya entrada la noche, por petición e insistencia de Leonidas Iza el único y verdadero líder de las nacionalidades indígenas del Ecuador.

Al día siguiente los funcionarios de gobierno no se presentaron y rompieron la promesa de sentarse a “dialogar” porque dizque en una localidad de la Amazonía los manifestantes habían atacado un convoy e incluso asesinado a un militar (lo que luego se descubrió que el militar murió por un disparo de uno de sus propios compañeros) la realidad fue que los militares atacaron a los manifestantes que se encontraban en la carretera ejerciendo su derecho a la resistencia pacífica.

El proceso de destitución constitucional iniciado en la Asamblea Nacional en contra de Guillermo Lasso, no obtuvo los votos necesarios para poder destituir al mandatario, alcanzando 84 votos de los 92 que se necesitaban, entonces esto hace que Lasso se sienta triunfador, pero esto lo obliga a arrinconarse más y ahora sí a pensar seriamente en la muerte cruzada en aplicación del Art. 148 de la Constitución, con la que tantas veces amenazó, puesto que un país incendiado por la protesta social, los críticos niveles de gobernabilidad que están en números rojos pintados por la sangre de los mártires del paro Muenala, Guatatuca, Quezada, Iñiguez y Villa.

Así entonces con un país paralizado, desabastecido, y quemándose en las llamas del desprecio y el odio, del desatino, el orgullo y la arrogancia, pero sobre todo de la ineptitud para gobernar, el presidente Lasso va intentando apagar el fuego de la protesta con baldes de gasolina, en la que él mismo se está ahogando, puesto que toda maniobra en este sentido, lo único que ha conseguido ha sido radicalizar las medidas de presión que el pueblo puede ejercer protestando en las calles y convocando a todos los sectores, los que van respondiendo en apoyo al paro que a partir del 30 de junio será ya no un paro regional o que implica un sector de la ciudadanía (los pueblos indígenas) sino que ahora se suman, los trabajadores, los transportistas, las familias y sobre todo las mujeres, amas de casa y padres desempleados, sin atención médica, sin medicinas, sin educación y sin trato digno, y entonces en la fuente de donde Lasso y sus lacayos van sacando la gasolina para apagar el incendio, es ahí mismo donde se está ahogando Guillermo Lasso, cuyo gobierno está en coma y él mismo no es más que un zombie deambulando sin rumbo por los oscuros pasillos de Carondelet.