La polarización: divide y vencerás
¿Cuántos líderes no hemos visto que utilizan la polarización para vencer? Pero más allá del triunfo, implica una fractura en el tejido social.
Aún cuando la polarización es un fenómeno cada vez más frecuente en las sociedades, es muy poco discutido e investigado, pero sus repercusiones en la división de la población es muy notorio, no solo en un proceso electoral, porque implica una fractura social, siendo difícil lograr y establecer acuerdos que beneficien a todos.
Para aclarar, nosotros no nacemos polarizados, puesto que esta tendencia surge con el transcurso del tiempo, ya que existen “agentes polarizadores” que recurren a métodos para enfrentar a los miembros de una sociedad como narraciones ad hoc, discursos expresivos, formas sesgadas de contar las noticias en los medios de comunicación y, por supuesto, en las redes sociales.
Si bien cada persona se identifica con una ideología neta, o también puede diversificar su pensamiento y no encasillarse con un paquete de cuestiones (que se forman junto a la agenda), hay medios de comunicación, plataformas digitales, contenidos y otros agentes que acentúan ese nivel de polarización.
Porque no hay negros y blancos, ya que el ser humano puede posicionarse como moralmente gris —ya que nadie precisa ser bueno o malo de manera desmedida—, por nuestra misma cualidad dual.
¿Cuál es la tarea?
Los medios que verdaderamente practican una ética adecuada son imprescindibles para combatir la división de la sociedad, porque tienden a ser utilizados para polarizar o reformar esa polarización producto de algún discurso, o también, intentar que la opinión pública se convierta en un espacio en que se ejerce el uso público de la razón.
Porque al “polarizar”, está orientando en dos direcciones contrapuestas a una misma sociedad, a veces, en más de dos direcciones e imagínense eso reflejado en un gobierno, en un lugar donde se debe negociar, realizar estrategias y lograr acuerdos con el objetivo de impulsar el bienestar de la sociedad que representan.
Aunque algunos autores consideran que la polarización en una sociedad no lleva necesariamente a polos extremos, llamados a jalarse de los pelos, sino que basta con que sus miembros se encuadren en grupos contrarios, que se forjen identidades diferentes.
Pero, si hablamos de “direcciones contrapuestas” implica oposición entre los polos sociales, que estén completamente contrariados entre sí respecto a sus valores, creencias e ideas, lo cual haría demasiado difícil y compleja la tarea de encontrar puntos comunes para construir juntos la vida de la sociedad, es decir, forjar una “amistad cívica”.
Es más, en una sociedad polarizada, los grupos en conflicto ni siquiera se esfuerzan por encontrar puntos comunes, muchas veces olvidan las necesidades de los ciudadanos y se enfocan únicamente en sus disputas o riñas personales.
A diferencia del pluralismo ético y social, que es fundamental en una sociedad democrática, porque consiste en compartir unos mínimos de justicia y respetar las distintas perspectivas que presenten los sectores, la polarización realmente conlleva a una fragmentación desintegradora y conflictos, que destruyen la vida social.
Por tanto, es necesario que se cultive una ciudadana madura y crítica, que no tenga gafas de prejuicio o estigmatización sobre ciertos pensamientos, o posturas, ya que al final del día todos somos diferentes.
Las personas deben ser autónomas, promover la democracia y saber distinguir cuando reciben una información que es en exceso sesgada, polarizada y que tiene el objetivo de separarlas entre sí.
Algunos efectos de la polarización
Como quien bebe hasta desfallecer y luego despierta con una resaca, así es la polarización, que genera apatía y retraimiento, mientras que también puede energizar al electorado y estimular la participación política, aunque viendo los contras, es mejor no emplear esta herramienta.
Lo cierto es que la polarización afecta el modo en que se desarrolla el debate público y contribuye a producir imágenes sesgadas, estereotipadas y hasta falsas de la realidad, a la vez que ridiculiza no solamente a ciertos políticos y líderes, sino a ideas o proyectos que se busquen erigir.
Actualmente, tanto la sociedad de España, como las latinoamericanas sufren un gran problema de polarización que se ha ido acrecentando con la aparición de medios de comunicación y plataformas afines a ciertos partidos políticos, dotándolos de legitimidad religiosa.
Además, ha quedado comprobado que la polarización se hace más prominente cuando se trata de cuestiones de identidad, como las que tienen relación con la ideología o con aspectos territoriales y culturales. De esta forma, la polarización es menor en otros asuntos como las políticas públicas, los impuestos, la inmigración, o los servicios públicos.