¿Qué es la libertad? Permitir la libre expresión de los trabajadores, sí lo es
Una realidad evidente es que los medios de comunicación tienden a configurar un ideario acorde a los intereses de las élites.
A primera vista podemos encontrar en la libertad una serie de elementos que bien nos pueden hacer creer que es parte de nosotros, es decir, es nuestra y la ejercemos de manera cotidiana.
Sin embargo, esta perogrullada no es tal para los trabajadores y su relación con los medios de comunicación, traducido esto en lo que conocemos como libertad de expresión.
La estrategia
A diario los periódicos físicos y digitales, radio, redes sociales y todas sus expresiones; nos abarrotan de información sensible que por lo general el gran público engulle sin mayor perturbación; pero en algunas ocasiones la gente se detiene y por un instante un hecho “menor” como lo ha sido la grabación entre personeros de los medios hablando destempladamente de la farsa levantada contra Pablo Iglesias, dirigente de Podemos, hace que cada quien en solitario y colectivo hable sobre la verdad, sus dueños e implicaciones.
El hecho es que de una noticia falsa todo el entramado de un proceso eleccionario ya dado por ganado, se desdibuja y cambia de sentido ante la impavidez de los farsantes.
De nuevo los medios
Medios como La Sexta, y conglomerados o grupos mediáticos como Prisa, Vocento, Cope, Unidad Editorial, Grupo Godo o Planeta; han sido quienes históricamente (junto con banqueros, burgueses y hoy en día algunos personajes de gobiernos dictatoriales del mundo árabe); logran construir una especie de espejo de tinta capaz de crear imágenes distorsionadas incluso de nosotros mismos.
La democracia y la verdad
Ahora bien, hay un factor insoslayable en todo esto: si la democracia descansa sobre la verdad y estas descansan sobre la libertad de expresión como hemos escuchado mil veces; entonces qué significa que los medios de comunicación apalancados en las estructuras del Estado y sus agencias de seguridad quiebren posibilidades.
Son muchos los temas para pensar que saltan ante situaciones como las de Pablo Iglesias, temas que incluyen la necesaria y pronta reestructuración de la izquierda como proyecto y como propuesta.
Los cambios sustantivos traídos de la mano de la digitalización de los medios y su impresionante capacidad de informar, desinformar, de levantar castillos y derrumbarlos en horas, de convertir inocentes en delincuentes y criminales en hombres de honor; obligan a la izquierda a replantear su lugar en el mundo, su razón de ser y estrategia.
Sacar de la ecuación la importancia que cada día cobran los medios y las redes sociales, es hacer un flaco favor al presente y a lo que buscamos como cambio posible.
Estos cuestionamientos deben poner en tensión lo publico y lo privado, ya que lograr con una mentira arrastrar toda una posibilidad política es no solo imperdonable; es algo que no debería repetirse al menos en lo cercano.