La gran transformación
En el Reina Sofía, hasta Marzo.
Casi que no resulta políticamente correcto reivindicar el genio de Picasso en estos tiempos de empoderamiento femenino y de rechazo total a todo lo que tenga un ligero tufillo misógino o machista.
Y en honor a la verdad, este tipo desprendía un hedor insoportable.
Pues bien, héteme aquí, sin pestañear, rompiendo una lanza por este genio de la Pintura que como Velázquez o Goya, (los otros dos monstruos, ambos también españoles), se anticiparon, uno años, los otros dos, siglos, a la interpretación de la existencia, de la vida, a la evolución de la pintura al adaptarla a su tiempo, todo ello valientemente y de una forma novedosa a través de su arte.
Precursores, visionarios…, genios y maestros.
Lo cual no es óbice, en el caso de Picasso, para por supuesto poner en cuestión su comportamiento como ser humano, una cosa que creo no tiene nada que ver con la otra a la hora de reconocer su indudable aportación a la Pintura Universal y al hecho de ser un personaje fundamental en la evolución del Arte Contemporáneo.
Vaya por delante el poner de manifiesto mi absoluta repugnancia ante cualquier situación de agresión o menoscabo hacia un ser humano por el mero hecho de ser diferente en función d su sexo, raza, origen o religión.
Y que como ya he dicho otras veces, y ahora considero oportuno ratificar, creo firmemente que viviríamos más seguros en un mundo gobernado por una mayoría de mujeres, lo cual es perfectamente previsible y deseable desde mi punto de vista, esperando por otra parte que esa gobernanza siempre sea debida exclusivamente al valor individual de cada una de ellas, ya que no he visto nada más ridículo ni más injusto que la tan alabada recientemente paridad (naturalmente me refiero a la impuesta por decreto).
Y vamos ya con la exposición; situaros para entenderla a comienzos del siglo XX, cuando no por casualidad tanto Einstein y Freud demostraron que las leyes de la Física no eran lo que hasta entonces parecían, y que el comportamiento de los seres humanos puede obedecer a causas muy concretas y al tiempo muy ocultas en cada uno de nosotros.
La aparente “certeza” del mundo “real” que contemplan nuestros sentidos, quedaba a partir de entonces bastante cuestionada.
En definitiva, que aquel griego del mito de la caverna al correr de los siglos tal parece que no iba muy descaminado.
El Arte siempre ha sido un reflejo de su época, y allí estaba Picasso para verlo.
Y para contárnoslo antes que nadie.
Nu assis
Óleo sobre lienzo
El modelo
Óleo sobre lienzo
La suit de los arlequines retiene la dulce melancolía de la época Rosa, y es metáfora de la condición desamparada del artista que emigra, y cuyo única patria es su oficio, su valor, y su genio.
Saltimbanques au repos: musique et dance
Lápiz conté sobre papel de periódico
Le repas frugal
Punta seca sobre papel
La toilette de la mère
Punta seca sobre papel
La dance barbare, devant Salomé et heride
Punta seca sobre papel
Nueva edad de oro, nuevo arte
El artista desvía su interés hacia lo primitivo y lo arcaico (estatuaria romana, y especialmente el arte ibérico y africano), quedando también deudor según los comisarios, en un supuesto dialogo con Cezanne y El Greco.
Bronces de la época romana
Figura exenta ibérica
Figura Byeri de Guinea
Pequeña figura del propio Picasso
Representación femenina con escarificaciones (Nigeria)
Mascara masculina
Cultura Iwa-Iwa (Congo)
Madera
Junto con el inevitable paralelismo mediterráneo, observad los puntos comunes entre esta mascara egipcia de hace miles de años y la pintura de esta época de Picasso.
Buste de jeunne femme
Óleo sobre lienzo
El Greco
San Sebastián
Óleo sobre lienzo
Jeune garçon nu
Óleo sobre lienzo
Mención especial merece en este momento, la figura de Gertrude Stein, considerada pionera de la literatura modernista americana. Junto con su hermano Leo creó en su vivienda parisina una importante colección; en su vivienda de la Rive Gauche podían verse en 1906 muchas pinturas, todavía “horribles” para la mayoría de sus conciudadanos de gente como Manguin, Pierre Bonnard, Picasso, Cézanne, Renoir, Matisse y Toulouse-Lautrec
(Con su hermano Leo repartió dicha colección; este se llevó entre otros los Cézanne, de Picasso –que no parece fuese de su agrado-solo un retrato del propio Leo, y ya no volvieron a hablarse los hermanos, durante los cuarenta años que a Gertrude le restaban de vida).
Hay que decir que esta mujer era una judía norteamericana hija del millonario propietario entre otras muchas cosas del transporte urbano de San Francisco; vamos, que no carecía de posibles. Y a través del marchante de Picasso, Vollard, entabló contacto con este y con un interesantísimo grupo de personas que la visitaban como mas adelante os cuento.
En 1933, Stein publicó sus memorias de París, “La autobiografía de Alice B. Toklas” (Autobiography of Alice B. Toklas, pero en realidad su propia autobiografía), escritas desde el punto de vista de Toklas, la compañera de su vida. El libro se convirtió inmediatamente en un best-seller , transformando la relativa “oscuridad literaria” de Stein en una figura de culto con giras de conferencias por todo EE. UU., con un éxito arrollador.
La casa Stein “reunió confluencias de talento y pensamiento que ayudarían a definir el modernismo en la literatura y el arte.” Habituales en sus reuniones eran Picasso, Hemingway, Scott Fitzgerald, Sinclair Lewys, Ezra Pound, Gavin Williamson, Thorton Wilder, Sherwood Anderson, Francis Cyril Rose, Carlos Cisneros Nuñez de Carranza, Réne Crevel, Élisabeth de Gramont, Francis Picabia, Claribel Cone, Mildred Aldrich, Carl Van Vechen y Henry Matisse. Incluso el mismísimo Paul Bowles se fue a Tánger por consejo suyo (ella había estado allí con su compañera).
Y lo que es la vida y la naturaleza humana, esta mujer judía continuó viviendo en París a todo tren durante la segunda guerra mundial y sin ningún tipo de problemas. Sin pestañear, pese a las deportaciones que a buen seguro vería a su alrededor. Hay que señalar que era ferviente admiradora del mariscal Petain (le traducía sus discursos), y que opinaba (pese a declararse partidaria de la democracia), que la mejor época de la humanidad fueron los finales del XVIII, justo antes de las revoluciones, en pleno auge de la Ilustración y la Enciclopedia, pero cuando había más orden y aún se respetaban las clases sociales y a la aristocracia.
No conocemos lo que opinaría Picasso de su colaboracionismo en esos últimos años, aunque nos lo imaginamos.
Y este es su retrato, retrato-mascara se ha dicho, y observad la similitud con el autorretrato de Picasso, prueba yo creo de la cercanía de ambos en ese momento en todos los sentidos.
Gertrude Stein
Óleo sobre lienzo
Autorretrato
Óleo sobre lienzo
Buste de femme
(ètude pour Les demoseilles d´Avignon)
Óleo sobre lienzo
Ya que estamos hablando de este fundamental cuadro, Les demoseilles d´Avignon (para muchos el comienzo del arte moderno), apuntar solamente que si bien fue pintado por Picasso en 1907, la sagacidad de este le hizo ver que ni sus propios compañeros estaban preparados para esto.
Picasso, que sepamos, sólo permitió a un par de personas su contemplación hasta 1916, fecha en que se expuso en la Galerie D´Antin (París); pero aún así, todavía resultó demasiado pronto. Picasso volvió a ocultar esta pintura hasta que Jacques Doucet la compró en 1920, no exhibiéndose hasta 1925 en el Petit Palais . Algo más tarde la compró el MoMA, y su importancia actual es de todos conocida.
Fernande Oliver
(Su compañera hasta 1911, en esos años en que Picasso pasó de desconocido a famoso. La relación dicen fue bastante tempestuosa, en este caso parece que como consecuencia de los celos de ambos Es una de las “Señoritas d´Avignon”, según confesaría años más tarde el propio pintor)
Óleo sobre lienzo
Fernande au mouchard de tête
Gouache y carboncillo sobre papel
Tête de Fernande
Óleo sobre lienzo
Tête
Tinta y tinta china sobre papel verjurado
Fernande
Lápiz conté y carboncillo sobre papel
Fernande
Óleo sobre lienzo en el marco de una vieja ventana
(Ya en los años 30, Picasso, mediante la entrega de un millón de francos llegó a un acuerdo con Fernande (llevaba años casi en la indigencia), ante la publicación de un serial en la prensa desvelando intimidades, por el cual, mientras uno de los dos continuase con vida quedaba prohibido para ambos revelar detalles de su vida en común)
Femme et diable
Tinta sobre papel
El harén
Óleo sobre lienzo
Busto de mujer
Óleo sobre lienzo
Les deux frères
Gouache sobre cartón
Les adolescents
Óleo sobre lienzo
Demi-nu à la cruche
Óleo sobre lienzo
Les grandes baigneuses
Litografía a color sobre papel
Desnudo de la jarra
Óleo sobre lienzo
Mujer peinándose
Óleo sobre lienzo
Desnudo con las manos cruzadas
Óleo sobre lienzo
Femme debout marchand
Acuarela sobre papel
Joven de Gósol
Acuarela y gouache sobre papel
La mujer de los panes
Óleo sobre lienzo
Y esto ya muy posterior, del 56, al final de la exposición, como para que veamos cuan importantes fueron en la obra de Picasso esos años que nos han mostrado.
Femmes à la toilette
Óleo sobre lienzo
Picasso, como hemos visto, en aquellos primeros años del siglo XX orienta el arte definitivamente hacia el futuro, y abre el camino a de todos los –ismos que se van sucediendo (continuando siempre siendo el líder de todos ellos, cubismo, etc.).
Anteriormente a él es bien es verdad que hubo pintores que innovaron, que experimentaron, que exprimieron; los ya citados Velázquez, El Greco y Goya, Turner, los impresionistas, sus coetáneos de la Vanguardia Rusa (especialmente, creo yo, Malevich, Redko, Popova y sobre todo Kandinski).
Pero sin su rompedora figura, pienso yo que nunca hubiésemos podido conocer a gente ya tan distinta como Pollock, Willem de Kooning, Motherwell, o sin ir más lejos, nuestros queridos Gordillo o Barceló.
En definitiva, nos empujó hacia otra forma más real de ver el mundo.
Pues bendito sea, aunque sólo lo sea artísticamente, el brutal y misógino Picasso.