El pasado 17 de septiembre hubo un gran evento en Quito realizado por la organización Unión por la Esperanza (UNES), que es el nombre de la alianza de la izquierda ecuatoriana que presentó al público el “binomio de la esperanza” para la presidencia del Ecuador conformado por Arauz-Rabascall.
Andrés Arauz y Carlos Rabascall son dos profesionales nuevos en la palestra política, y para cientos de ecuatorianos ellos representan la única opción de confianza entre los candidatos para la presidencia del Ecuador que suponen la continuidad del régimen neoliberal implantado por Moreno, entre ellos vemos muchas caras conocidas como Guillermo Lasso, Isidro Romero y Yaku Pérez, que representan la banca y los grupos de poder en Ecuador.
Millones de ecuatorianos en Ecuador y alrededor del mundo celebraron que el joven Andrés Arauz, un economista de primer nivel con un ímpetu de cambiar el Ecuador de raíz, y el muy experimentado comunicador Ingeniero Carlos Rabascall se hayan unido para llegar a la presidencia del Ecuador.
Con ello devolverán la esperanza a un pueblo devastado por una crisis económica y social que se empeora al pasar de los días, sufriendo además una corrupción endémica que llega a todos los niveles del estado y de las instituciones privadas. En su discurso expresaron que “el Ecuador necesita un cambio de raíz, un cambio que nos devuelva y nos lleve a la senda del desarrollo”.
El evento se realizó mientras cientos de postgradistas de medicina alrededor del país, salieron a protestar por sus derechos después de una larga lucha sin descanso para salvar la vida de los ecuatorianos de las garras del virus COVID-19, que mató a más de 30.000 ciudadanos en ese país. El gobierno nacional, pese a que nombró a los médicos “héroes sin capa”, todavía no se les ha pagado tres meses de sueldo.
El Ecuador está viviendo una severa crisis económica desde el año 2017; las razones son varias, entre ellas la nula inversión pública, misma que ha afectado a la activación económica antes y mayormente después de la pandemia.
La crisis en Ecuador no es sólo económica, existe una severa crisis social en la que la desigualdad entre los ricos y los pobres está más marcada que nunca. El coeficiente GINI que mide los niveles de desigualdad en una sociedad, en el que 0 representa una sociedad completamente equitativa, y al otro extremo 100 significa una sociedad completamente desigual.
El Ecuador al terminar el gobierno de Rafael Correa obtuvo una calificación de 44.7, el más bajo en toda la historia republicana de la nación suramericana. Por otro lado, para finales del año 2020 el Banco Mundial estima que la desigualdad subirá a 68 puntos, una de las cifras máss alta de desigualdad de los últimos 20 años.
Una sociedad menos equitativa y justa crea un ambiente de inseguridad e inestabilidad, los pobres se hacen más pobres y pierden acceso a servicios públicos vitales tales como salud, educación y vivienda; los ricos se lucran con la crisis porque en Ecuador la gran mayoría de grupos de poder son los dueños de los medios de producción y de la banca que controla el sistema financiero.
Es importante evidenciar que el gobierno actual de Ecuador fue elegido por el pueblo ecuatoriano para gobernar con el plan de gobierno que ya se estaba desarrollando, y era parte del programa político y estatal de desarrollo del “Buen Vivir” de la Revolución Ciudadana.
Sin embargo el presidente Lenín Moreno -y su actual gobierno- traicionó la confianza de todos los ecuatorianos que votaron por la Revolución Ciudadana. Desde que el presidente Moreno tomó el poder se empezaron a tomar medidas económicas contrarias a las del “Buen Vivir”.
¡El neoliberalismo ha tomado control del Ecuador y sus tentáculos de opresión y maldad están destrozando cada fragmento de nuestra sociedad!
La decadencia de las instituciones del Estado es evidente, no existe un estado de derecho, la justicia es utilizada como un arma para perseguir adversarios políticos.
El expresidente del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS) Julio César Trujillo, por dirección del ahora presidente Moreno, colocó a su conveniencia a dignidades de control fiscal, hiriendo de muerte al progresismo y a la democracia ecuatoriana.
Del Trujillato salió la famosa fiscal general del estado “10/20” Diana Salazar la cual ha perseguido sin evidencias a los líderes de la Revolución Ciudadana, llevando a cabo juicios como el “Caso Sobornos” que son una vergüenza a nivel internacional.
Por otro lado hay denuncias que presentó el Asambleísta por la Revolución Ciudadana Ronny Aleaga ante la fiscalía como el caso más grande de corrupción que envuelve a una familia presidencial en Sudamérica que es el caso INA papers, han pasado más de 500 días y no se ha realizado ninguna investigación.
Ante toda esta crisis y los innumerables casos de corrupción que enfrenta el gobierno de Lenín Moreno y la profunda crisis económica y social, la vulneración de nuestros derechos a elegir y ser elegido es lo que más afectaría a la sociedad ecuatoriana. El binomio Arauz-Rabascall está en riesgo de ser proscrito por un ataque visceral y feroz del gobierno en conjunto con la derecha, las élites y los grupos de poder en Ecuador.
El pueblo, los revolucionarios somos más, no podemos tolerar que este gobierno fascista y totalitario siga destrozando nuestros hogares, no podemos permitir que el dolor de nuestros familiares que murieron por la irresponsabilidad de un gobierno asesino sea callado, que el reparto de los hospitales entre ministros de gobierno y asambleístas siga impune, que nuestras refinerías, bancos y compañías de comunicación sean regaladas al FMI por deudas que nunca debieron ser adquiridas, porque lo correcto era cobrar a sus protegidos los intereses sobre deudas no pagadas al SRI que ascendía a 4.600 millones de dólares.
¡Pueblo ecuatoriano no podemos permitir que nos quiten la esperanza y destrocen el futuro de nuestros hijos!
Nosotros que somos el pueblo, tenemos el poder de cambiar nuestro destino a pesar de que el Consejo Nacional Electoral tenga la intención de proscribir el binomio de la esperanza, y dejar sin participación presidencial a la mayor fuerza política del Ecuador. Los militantes tenemos la obligación de salir a las calles a defender nuestro derecho al voto de una forma pacífica, ética y ordenada pero al mismo tiempo pragmática y funcional.
Hago un llamado a nuestros hermanos ecuatorianos y apelo a su conciencia de madres y padres para defender nuestra patria, porque no podemos permitir que nuestros derechos sean vulnerados por un dictador que no ha hecho nada por nuestro amado Ecuador.
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