En abril de 2018 Nicaragua vivió 100 días de pesadilla terrorista, orquestada por la derecha criolla y financiada desde Washington. Queriendo hacerse con el poder por la vía de la fuerza, dejaron a su paso una estela de muerte y destrucción en su intento de golpe de estado.
Todo empezó por el interés sobremedido de ciertos jóvenes en particular a inicios de abril de 2018, cuando estos “indignados” muchachos de clase media se alzaban por el incendio de la Reserva de Indio Maíz, lo que resultó inverosímil porque nunca estos sectores han sido los más amantes de la Madre Tierra, ni siquiera participan de las jornadas que impulsa el Estado para reforestar las zonas que han sido arrasadas por las sequías.
Entonces, ¿por qué de la noche a la mañana estaban tan interesados en la preservación del mismo? Había una agenda política detrás de esta gran “conciencia” ambiental express, misma que se acabó cuando la naturaleza hizo lo suyo y extinguió este siniestro.
Pero esta agenda ya estaba definida, y solo se debía tener una mínima excusa más para reactivar los motores que la impulsan y así propiciar el retorno de estos alzados a la calle. La derecha tenía todo listo para encender el peor de los siniestros, sería según ellos en sus proyecciones una explosión de grandes magnitudes, por ahora no importaba el Indio Maíz, ese tema había muerto.
El 16 de abril de 2018, el Gobierno de Nicaragua presentó la reforma a la Ley de Seguridad Social, con la finalidad de hacer frente a una problemática heredada por gobiernos neoliberales, que malversaron y despilfarraron recursos de la institución, hasta dejarla al borde de la quiebra.
Días después fue derogada por el presidente Daniel Ortega mediante decreto N#04-2018 (“Reglamento General de la Ley de Seguridad Social”), publicado en La Gaceta, Diario Oficial. La violencia callejera continuó a pesar que el ejecutivo dio marcha atrás a esta iniciativa, la derecha encendía cada día más la calle con sus infames y destructivas mentiras prefabricadas.
Estos traidores de la patria, aglutinados en sectores como las ONGs sin representatividad popular, dispusieron de toda su batería criminal para emprender su plan: un golpe de estado, en el que el principal mártir sería el pueblo nicaragüense.
Fue ‘’terrorismo callejero” según expresó la organización Izquierda Unida (IU) ante el Parlamento Europeo el 29 de mayo de 2018, quienes condenaron la nueva arremetida del imperialismo en la Tierra de Sandino, esta vez disfrazada de insurrección cívica, pero que en la práctica es de viles impostores.
Lo más importante era para la derecha el sacrificio de inocentes que en cada marcha que realizaban se producían. Víctimas de la confianza en los dirigentes golpistas y de quienes cumplían órdenes desde el Departamento de Estado. Las mentiras e infamias fueron el pan nuestro de cada día durante este intento de golpe de estado, con transmisiones a diario por las que mostraban en vivo las atrocidades que cometieron a través de las redes sociales, mintiendo a diario con ataques y emboscadas, todo con la finalidad de lograr un alcance mediático y que sus falsedades se convirtieran en tendencia mundial.
Necesitaban poner sangre en la mesa, para ello fabricaron muertos, no importaba cuántos, lo importante era teñir de rojo las calles para luego achacar responsabilidad al Estado, pero primero debían convencer a los inexpertos, que se trataba de una “revolución cívica”. Fue así como criminalizaron la bandera, azul, blanco, azul, según ellos en un acto de “nacionalismo” para crear la idea que contaban con el apoyo mayoritario de la población.
La Bandera Nacional ha sido vilmente mancillada y secuestrada por estas hordas criminales golpistas, la han convertido en sinónimo de delincuencia, utilizada para cometer actos de terrorismo como torturas y asesinatos perpetrados contra militancia sandinista. Estos fascistas en nombre de estos colores asesinaron, saquearon, incendiaron, destruyeron, distorsionando totalmente su naturaleza, violentando la Constitución Política de la República, específicamente la Ley Sobre Características y Uso De Los Símbolos Patrios.
Estos delincuentes han pintado calles, paredes, muros, monumentos de héroes y mártires, cunetas, postes del tendido eléctrico.
La Bandera Nacional siempre ha de colgar totalmente y deberá quedar lo suficientemente alta para que su extremo no roce el piso, o un mueble, o la cabeza de los transeúntes. Artículo 15 de la Constitución de la República de Nicaragua.
La vejación y vulneración que le han hecho a la Bandera Nacional no tiene perdón, sin el más minino ápice de amor a lo que esta representa, sin el menor escrúpulo, han dispuesto a pintar sobre ella, con tal de lograr circos mediáticos y obtener la prolongación del financiamiento de los Estados Unidos.
Los tranques de la muerte fueron el escenario perfecto para la colocación de los colores azul, blanco y azul, haciendo según ellos alardes de “patriotismo” en los que, como buenos aprendices de las maras del Triángulo del Norte, cometieron los asesinatos más crueles y despiadados contra nicaragüenses inocentes, pero sobre todo contra sandinistas.
Estos autollamados demócratas y paladines de la libertad, utilizan la bandera para lucirla como capa, como chaqueta, como accesorio en la cabeza, la ilustran manchada de sangre por todas las redes sociales, la han mancillado tanto que escriben sobre ella sus “pronunciamientos”. La humillaron de tal forma que hasta como pasamontañas la portaban los sicarios que incendiaron las instituciones estatales y privadas, masacraron a sandinistas en nombre de ella, con ella en la mano.
No debe estamparse leyendas de ninguna clase sobre la Bandera Nacional, ni usarse en forma que signifique anuncio. No deberá imprimirse o dibujarse en bandejas, cojines, servilletas, cajas, etc., destinados al uso comercial”. Artículo 25 de la Constitución de la República de Nicaragua.
Cada víctima del sicariato de la derecha golpista, y hasta quienes fallecieron en circunstancias del crimen común, han sido apuntados en la lista de “cientos y cientos” de muertos, como si se tratase de trofeos, pelean por inflar cifras, hasta con personas vivas. Parecen vampiros que se sienten fortalecidos con la sangre derramada, llegando a tal descaro de colocar en los féretros de sus víctimas la Bandera Nacional, con esta acción quisieron dejar claro que la víctima es de su propiedad, por ello pertenece a su bando y finalmente su muerte es culpa del sandinismo.
La Bandera Nacional podrá ser colocada sobre el féretro de cualquier ciudadano nicaragüense cuando el Gobierno de la República así lo disponga. No podrá ser usada sobre catafalco. La Bandera Nacional deberá colocarse sobre el féretro en forma longitudinal, con los amarres hacia la cabeza del difunto; no ha de bajar a la sepultura, ni ha de tocar tierra. Artículo 31 de la Constitución de la República de Nicaragua.
La bandera Azul, Blanco y Azul es de Nicaragua entera, de cada habitante que nació en la Tierra de Sandino, Nicaragua no es propiedad de un grupo extremista, “Nicaragua No Es Propiedad Privada de Nadie” tal como lo dijera el presidente Daniel Ortega el 30 de mayo de 2018.
Ni asesinos, ni traidores a la patria, nunca más vuelvan a escudarse en ella siguiendo libretos de golpes de estado, la bandera, de inmediato debe ser reivindicada al pueblo, a ese 72% de la ciudadanía que votó por Daniel Ortega, y que ha sido víctima de la inmisericorde y brutal represión de estos fascistas.
Regresen la bandera, dejen de utilizarla como un símbolo de terror y muerte, dejen de mancharla de sangre de hermanos, dejen de mofarse más de sus colores… ¡Impostores devuelvan mi bandera!
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