España semanal #5
La II República
No pasarán. 16 días. Madrid 1936.
Permítanme, en este mes tan republicano, insistir en recomendarles de nuevo esta exposición en la Plaza Mayor de Madrid, que podrán visitar hasta el próximo 1 de julio, en los sótanos de la Casa de la Panadería.
Como homenaje a lo que pudo haber sido y no fue, que supuso un intento vanguardista inimaginable para la época, que sigue concitando admiración y siendo estrella de tesis doctorales. Un ilusionante sistema de desarrollo del ser humano, como casi nunca antes se había contemplado, de un idílico modo de estructurar la sociedad.
Pero por desgracia, este ilusionante proyecto, que entusiasmó y movilizó a miles de jóvenes héroes, brigadistas llegados del mundo entero, en aquellos años (hace casi un siglo, en que las comunicaciones y los viajes no tenían nada que ver con las facilidades que tenemos en la época actual), no podía tolerarse por parte de los establecidos poderes imperantes económicos y de todo tipo, que sabedores de lo que convenía exactamente a la defensa de sus intereses demostraron temer más a la joven República Española que incluso al incipiente fascismo.
Salud y República.
Alcalá, 31
Campo a través. Arte colombiano en la colección del Banco de la República.
Se puede ver en Alcalá, 31. Se aprecia de nuevo la especial sensibilidad que tienen los responsables artísticos de la Comunidad de Madrid por las manifestaciones artísticas hispanoamericanas. Podemos encontrar junto a lo más actual, obras de la época colonial. Las famosas monjas muertas, y otras similares que a buen seguro les resultarán de lo más interesante, como interesante es el viaje por los tres ejes de la exposición: anatomía y botánica, guía de viajes y ciudades invisibles.
Aviso a navegantes, así como algunas de las expresiones de la naturaleza, la selva, son encantadoras, casi “naives”, estas conviven en la exposición con obras cuya violencia contenida no es apta para todos los estómagos.
Derain/Balthus/Giacometti
Una amistad entre artistas.
La Fundación Mapfre profundiza en la relación artística y de amistad entre André Derain , Balthus y Alberto Giacometti. Es de lo mejor que puede verse en Madrid.
Tienen, a mi modo de ver, en común, que salvo la pertenencia de Derain en su primera época a los fauvistas, supieron mantenerse alejados de las modas, y los “ismos” que tanto condicionaron los primeros años del siglo XX, y que fueron el sarcófago de muchos buenos artistas, que no supieron expresar fuera de las modas imperantes, su auténtica personalidad, una originalidad, que a mi juicio, es lo que define a un artista. Ellos lo hicieron. Absolutamente reconocibles en cada una de sus obras. Distintos, pero orgullosos de ser diferentes. Y ello se nota.
Derain con ese estilo, a veces bizantino, esos bodegones que parecen “españoles”, Balthus tan inquietante, que se diría compartía el diván de Freud, y Giacometti, que que decir de Giacometti, con sus figuras de bronce estirándose y estirándose, y casi en este caso no es una metáfora, hasta alcanzar el cielo.
Genial.
Y luego pueden disfrutar, en el mismo edificio (nuestras felicitaciones a la Fundación), del espacio Miró; 73 obras geniales del artista. Maravilloso, fantástico. Y lo que decíamos antes sobre lo fundamental de ser genuino, autentico y original; este hombre realmente lo era. Y aún hoy es inimitable.
TOULOUSE-LAUTREC
(En la Fundación Canal).
Podemos ver también en Madrid, en la Fundación Canal , una de las dos colecciones que existen en el mundo de los 33 carteles pintados por Toulouse-Lautrec.
Recreando el ambiente del París de finales del XIX y principios del XX, entendemos lo que supuso la revolución industrial, los estertores del romanticismo, el nacimiento de una nueva sociedad, sus contradicciones, el atisbo de las tensiones sociales, y sobre todo, en este caso, un profundo sentido hedonista de la vida, que en este genio (también absolutamente original), pese a sus circunstancias personales, vemos imprime toda su actividad.
Una manera diferente de observar la realidad, la luz, la música que casi escuchamos en los carteles, la danza, el can-can que casi vemos en las bailarinas… El inicio del marketing; tremendo el éxito que supusieron sus carteles el aquel París de la expo universal, la resonancia de sus diseños y la afluencia del público a los cabarets, pero también, la venta de bicicletas, tintas, leches, laxantes… El filón descubierto de cara al futuro que hoy conocemos, y que tan normal nos parece, de lo que iba a suponer para el comercio el desarrollo de la publicidad.
Delenda est Moscardó.