Economía colaborativa: nuevas formas de explotación laboral
Según el informe “Plataformas de Economía Colaborativa: una mirada global”, elaborado por la escuela de turismo Ostelea, se estima que – en toda Europa – las empresas denominadas de “economía colaborativa” tendrán un crecimiento conjunto del 2.000% en el año 2025, lo que supone un aumento de ingresos anual del 200%. De esta forma, según el informe, el sector crecerá de forma exponencial y pasarán de 15.000 a 335.000 millones de euros de beneficios en los próximos años.
Los datos para España revelan que tan solo un 19% de los españoles han usado alguna vez este tipo de plataformas. Sin embargo, unas 300 startups creadas recientemente en España se englobarían ya dentro de este mercado. Un estudio de la Fundación EY apunta que la economía colaborativa representa ya un 1,4% del PIB español y la cifra podría duplicarse de aquí a 2025 hasta alcanzar entre un 2 y un 2,9%.
¿Qué entendemos por economía colaborativa?
Aunque la economía colaborativa era una práctica común en el pasado, el desarrollo de las nuevas tecnologías ha propiciado la aparición de empresas basadas en este modelo tradicional. La eclosión de las TIC’s favorece la conexión directa entre particulares para intercambiar productos o servicios, ofreciendo la posibilidad de avanzar hacia una nueva economía basada en la cooperación y alejada del mercado competitivo.
>>La huelga, penúltima arma de los trabajadores<<
En el marco de esta nueva forma de consumo alternativo nacen empresas como Uber, Deliveroo, Airbnb, Wallapop o Blablacar, cuyo beneficio radica en la intermediación: a través de sus plataformas, ponen en contacto a personas que ofrecen un producto o servicio con usuarios que los desean adquirir.
¿Podemos calificar a todas estas empresas como nuevos modelos de economía colaborativa? Rotundamente, no. Es más: algunas de ellas pervierten su significado. El capitalismo vuelve a corromper el lenguaje para disfrazar la explotación laboral: bajo la mal llamada economía colaborativa no se encuentra un modelo de libertad, flexibilidad, cooperación o consumo responsable, sino una nueva forma de explotación del proletariado 3.0.
>>El capitalismo nunca dejará de ser un sistema criminal<<
El capitalismo busca constantemente erradicar los derechos adquiridos por la clase trabajadora y para ello necesita la complicidad de parte de los oprimidos. Ya sea por desconocimiento o por una connivencia difícil de entender, parte de la clase obrera se alía con el capitalismo para explotar a otros trabajadores sin cuestionar este nuevo fenómeno económico que precariza el empleo todavía más.
Trabajadores precarios utilizan servicios de estas plataformas para que otro trabajador, aún más precario, le traiga una hamburguesa a casa recorriendo la ciudad en una bicicleta. No se dan cuenta que, sin la precariedad inherente a este tipo de servicios, sería inviable que este modelo de negocio pudiera subsistir.
Utilizando en falso las virtudes de la tradicional economía colaborativa junto a las facilidades que ofrecen las nuevas tecnologías, el capitalismo inventa una nueva forma de explotación laboral beneficiándose además de la falta de regulación.
>>Repartidores: “Nuestras condiciones laborales son las que quiera Deliveroo<<
En el caso de empresas como Deliveroo, la justicia ha dictaminado algunas sentencias que consideraban a sus repartidores como trabajadores de las plataformas, y no como meros autónomos. Pero la falta de una regulación específica beneficia la precariedad y la privación de unas condiciones de trabajo dignas.
El capitalismo utiliza siempre las mismas armas para seguir ganando: la división de la clase obrera, la manipulación del lenguaje, la falta de regulación o las leyes favorables a sus intereses. Las plataformas de economía colaborativa no son una alternativa al capitalismo: son capitalismo y explotación laboral en estado puro, bajo un disfraz que quiere acentuar la precariedad engañando a través del lenguaje.