Gonzalo Quipo de Llano fue el máximo responsable de llevar a cabo la brutal represión sufrida en Andalucía, dejando un saldo de 54.000 desaparecidos y cientos de fosas comunes por toda Andalucía.
Queipo de Llano y Sierra nació un 5 de febrero de 1875 en Tordesillas. Fue militar africanista y antes cadete en la Academia de Caballería. Combatió en la Guerra de Cuba. En 1923 alcanza el rango de general gracias a sus méritos de guerra en Marruecos.
En 1923 se produce el golpe de estado del entonces capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera. Un golpe de estado con el apoyo pasivo de Alfonso XIII. Queipo de Llano se mostraría partidario rotundo de este golpe aunque, poco después, arremetió contra el mismo por sus diferencias con Primo de Rivera. Por este motivo, en 1928 fue pasado a la reserva y postergado para su ascenso como general de división.
Queipo de Llano participó en todas las conspiraciones militares de la primera mitad del siglo XX.
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En 1930 fracasó, junto con Ramón Franco Bahamonde, hermano de Francisco Franco, en la intentona de implantar una república tras la toma del aeródromo de Cuatro Vientos: “Sublevada guarnición Madrid. Proclamada República. Toque diana“.
Tras este fracaso, se exilió en Francia. Al advenir la Segunda República, volvió a Madrid para encargarse de la Capitanía General de Madrid, convirtiéndose en uno de los militares del régimen con más peso. En un principio, apoyó con total aplomo las reformas del bienio presidido por Manuel Azaña. No obstante, ya en 1933 se le conocen comentarios muy desfavorables contra la República, por lo que es relevado de su cargo, pasando a ser Inspector General de Carabineros.
Y es ocupando este puesto cuando, en 1936, se reúne en Pamplona, junto a otros altos mandos militares, con el general Emilio Mola, cabecilla del golpe de estado que estaría por llegar. Apoyó con firmeza el golpe de estado de los días 17 y 18 de julio siendo el encargado de sublevar la VII División Orgánica de Valladolid, siendo luego desplazado a Sevilla por el general Andrés Saliquet. Fue desde la capital andaluza donde comandó una brutal represión contra cientos de miles de personas, principalmente en las provincias de Huelva, Cádiz, Sevilla y Málaga.
Para sus familiares y allegados, Queipo “salvó a Sevilla del dominio rojo“; para historiadores y expertos, fue un criminal de guerra y responsable del asesinato sistemático e indiscriminado de miles de personas.
El golpe triunfa rápidamente en las provincias de Cádiz, Huelva y Sevilla, en donde la represión al mando de Queipo de Llano, del que decían que era un bebedor empedernido, comenzó de inmediato. En este momento, Queipo era la máxima autoridad militar de la II División Orgánica. Y va a comenzar una brutal carnicería.
Queipo de Llano fue el mejor propagandista del bando golpista durante la Guerra Civil. En la España “nacional“, la emisora de radio más potente que existía era Unión Radio Sevilla, desde la cual, Queipo de Llano vertía unos discursos repugnantes y aberrantes, animando al asesinato y a la violación de las mujeres de los rojos. En uno de sus discursos, afirmó:
Nuestros valientes legionarios y regulares, han demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombres, y de paso también a sus mujeres. Esto está totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que berreen y pataleen.
A eso de las 20:30 de cada tarde, Unión Radio Sevilla acaparaba toda la audiencia española, era entonces cuando Queipo se explayaba en su perorata y sus discursos violentos. Queipo decía en sus charlas lo primero que se le venía a la cabeza y con un discurso nada retórico.
Sus armas de guerra psicológicas y que tanto éxito le dieron, eran el placer de la represalia, la recreada publicidad en el terror, la desproporción entre los supuestos delitos y el castigo por ellos, la aceptación sin ningún recato de las más oscuras responsabilidades, el desprecio y el insulto hacia el enemigo, un lenguaje populachero, ciertas dosis de humor negro y la incitación abierta a matar a los rojos como a perros y a violar a sus mujeres. Actuó en Andalucía como un verdadero virrey -también le apodaban “el virrey de Andalucía“-.
Queipo de Llano fue responsable, entre otras, de la mayor matanza de civiles indefensos de la Guerra Civil, “la desbandá“, en la cual, 150.000 personas huyeron a pie por carretera mientras eran bombardeadas por mar y aire, dejando un saldo de entre 4.000 y 8.000 muertos, en su mayoría mujeres, ancianos y niños.
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Su sed de sangre era tal que en muchos pueblos de Sevilla y Huelva en los que no habían ocurrido actos que pudieran dar lugar a venganza por parte de los golpistas, Queipo ordenaba, pueblo a pueblo, una brutal represión y ejecuciones contra miembros políticos de izquierdas y sindicalistas.
Los detenidos en estos pueblos eran trasladados a cárceles cercanas, desde las cuales se iban produciendo “sacas” hacia los cementerios, en donde eran ejecutados sin juicio alguno y arrojados a fosas comunes.
Una violencia programada y sistemática que va sembrando Andalucía de fosas comunes. Más de 54.000 desaparecidos durante y después de la guerra. Según estos cálculos, son más los desaparecidos en Andalucía que en las dictaduras de Argentina, Nicaragua y Chile juntas.
Gonzalo Queipo de Llano va sembrando el terror pueblo tras pueblo. Fue responsable de crímenes tan atroces como el de las nueve aceituneras, nueve mujeres de profesión humilde y de entre 19 y 43 años que fueron fusiladas en las tapias del cementerio sevillano de San Fernando por el mero hecho de pertenecer a la UGT. Dejaron entre todas a nueve hijos huérfanos.
La gente de los pueblos huía antes de la llegada de las columnas de legionarios y falangistas. El terror que irradiaba Queipo desde la radio, hacía que miles de personas huyeran por temor a lo que oían.
Otro crimen atroz en la Sevilla de Queipo fue el asesinato del Aguaucho, en Fuentes de Andalucía, Sevilla. María Jesús, Coral, Josefa, María y Joaquina, fueron arrojadas a un pozo después de ser secuestradas, violadas y ejecutadas. El crimen se conoce como “el crimen del Aguaucho“.
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En 1944, el dictador Franco le impone a Gonzalo Queipo de Llano la Cruz Laureada de San Fernando. En 1950, Franco crea el Marquesado de Queipo de Llano, concediéndole a éste el título de marqués. Gallardón renovó este título en 2012 en favor del nieto de Queipo de Llano.
Estos crímenes de guerra no solo han quedado impunes, sino que Gonzalo Queipo de Llano sigue enterrado con honores en la basílica de La Macarena, en Sevilla, convirtiendo la devoción de los sevillanos por esta virgen en un botín de guerra.
Asociaciones para la Memoria Histórica y el Ayuntamiento de Sevilla, siguen exigiendo que los restos de este criminal de guerra sean exhumados.