España, como todos temíamos, ha dejado de ser una excepción en la escena política europea. En las últimas décadas, el surgimiento de partidos de extrema derecha se ha generalizado por toda Europa, y parecía que España se iba a mantener aislada de esa trayectoria, porque parecía que no existía un partido que pudiese aglutinar esos planteamientos. La extrema derecha había estado ausente del espectro político desde 1982, cuando Blas Piñar perdió el escaño por última vez.
La aparición de VOX significa el fin de la inmunidad española frente al surgimiento de los movimientos de extrema derecha en Europa. Probablemente eso se debía al efecto que el pasado franquista aún tenía sobre la sociedad.
A pesar de su fuerte irrupción en la política estatal, la formación de Santiago Abascal no será decisiva en el escenario político, ya que no suma mayoría con el PP y Ciudadanos, tal como pasó en Andalucía. Se ha quedado como quinta fuerza política, con un porcentaje muy parecido al de las elecciones andaluzas, y peor de lo que le pronosticaban las encuestas más pesimistas.
Quién vota a VOX
VOX ha pasado de poco más de 47.000 votos en las elecciones generales de junio de 2016 (0.2% de los votos) a conseguir 2.677.139 tres años después (10.3% del voto y 24 escaños en el Congreso de los Diputados), impulsados especialmente por los resultados que tuvieron en Andalucía en diciembre de 2018, unos resultados que permitieron a PP y Ciudadanos expulsar al PSOE de la Junta. Es decir, que en apenas tres años ha conseguido multiplicar por 50 sus votos en las elecciones generales.
En total, en 72 municipios de España VOX se ha convertido en la fuerza más votada, y es Guadalajara la provincia con más pueblos en los que se da esa circunstancia (13), aunque el caso más importante son los municipios de El Ejido, Níjar, Vícar, Adra o Roquetas de Mar (todos ellos en Almería). Podemos ver algunos ejemplos:
- El Ejido, con una población de 84.710 personas, es la más poblada, donde la formación ha conseguido 30.02% de los votos. En esta ciudad, el censo electoral lo componen hasta un 23% de personas nacidas fuera de la UE. Esta población, conocida por sus invernaderos, que son el pilar fundamental de su economía, y que tiene una tasa de paro por debajo de la media española, un feudo tradicional del PP hasta ahora, ha castigado masivamente a ese partido, que ha perdido hasta 30 puntos porcentuales.
- Benahavís, en Málaga, con una renta media-alta y una tasa de desempleo del 10%, ha seguido un patrón muy parecido al de El Ejido: VOX se ha convertido en la primera fuerza (23.48%), por delante del PSOE (17.61%), PP (22.97%), que han perdido votantes, y de Ciudadanos (22.84%), la única formación que ha subido. En esta población ha sido el tema migratorio el que ha fomentado el voto para VOX.
- Balanegra, también en Almería, supera ese porcentaje, con un 33.66%, aunque la población es mucho más reducida (2.933 personas).
- Níjar, también en Almería, es otro de los grandes municipios con más apoyo para VOX, con un 26.70% de votantes entre sus 30.122 pobladores.
- En Murcia, Torre-Pacheco es otra de las localidades donde ha vencido VOX, con un 24.90% de los votos, entre sus 35.614 habitantes.
- En Madrid, Griñón, con un 25.60% y 10.178 personas es otra de las zonas en las que ha triunfado VOX.
- En Cádiz destaca Algeciras (120.000 habitantes), con un 19.65% del voto, una población con un 9% de inmigrantes extracomunitarios. Se ha convertido en la tercera fuerza, desbancando al PP.
>>El milagro español se ha descubierto como un gran engaño<<
Ha logrado cinco diputados en Madrid, dos en Valencia y en Murcia, y un escaño en Alicante, Almería, Asturias, Badajoz, Barcelona, Cádiz, Ciudad Real, Córdoba, Granada, Ilas Baleares, Málaga, Sevilla, Toledo, Valladolid y Zamora. En estas provincias, el mayor porcentaje de votos lo ha logrado en Almería (19.15%), la misma circunscripción que le dio un mayor apoyo en las elecciones andaluzas de diciembre de 2018. Podemos ver que, de los 24 escaños conseguidos, seis los obtiene en Andalucía, cinco en Madrid y tres en la Comunidad Valenciana, lo que permite ver que el partido se asienta en esas zonas.
Por comunidades autónomas los mayores porcentajes de voto los ha conseguido en Ceuta, Murcia, Melilla, Castilla-La Mancha, Madrid y Andalucía (23.96%, 18.64%, 16.85%, 15.29%, 13.86% y 13.38%, respectivamente). Murcia ha sido la comunidad autónoma más rentable para el voto de VOX, donde ha conseguido dos escaños con apenas 143.000 votos: ha sobrepasado el 20% del voto en doce municipios, nueve de ellos de más de 10.000 habitantes. También Castilla-La Mancha ha supuesto buenos resultados para la formación de ultraderecha. En Madrid, VOX ha sido el partido más votado en nueve municipios del sur de la comunidad, y destaca el caso de Griñón.
Y las comunidades donde ha conseguido un menor voto han sido aquellas en las que el sentimiento nacional identitario es más fuerte: País Vasco, Cataluña, Navarra y Galicia (2.21%, 3.60%, 4.83% y 5.27%, respectivamente). Es decir, que el discurso salvapatrias no ha convencido, ni siquiera, a las fuerzas constitucionalistas de las comunidades con una mayor identidad nacional. El caso más extremo es el del País Vasco, donde las tres formaciones de derecha se han quedado fuera del arco parlamentario de esa comunidad, al no obtener ningún representante. El caso de Galicia también es fácil de comprender, debido, sobre todo, a la fuerte implantación territorial del PP, que logra asfixiar cualquier intento de crear una fuerza ideológicamente similar.
Podemos ver que es muy interesante, por tanto, observar que la mayor fuerza electoral de VOX procede del sur de España: en Andalucía, Murcia y Extremadura su discurso contra el separatismo y la inmigración han tenido una influencia enorme. Pero esa fuerza se ha perdido en ámbitos en los que el partido verde esperaba triunfar, como Madrid (que consideraban como su principal baza para irrumpir en el Congreso), la Comunidad Valenciana o el entorno rural. Éste último se suponía que podía ser especialmente importante, porque VOX esperaba hacerse con el voto de la llamada “España vacía”, la gran olvidada de todos los gobiernos, generalmente favorable al voto al PP, pero que esta vez ha castigado duramente a su partido tradicional, aunque no tanto como se esperaba en VOX.
Además, en estos ámbitos VOX se ha estrellado contra la ley electoral, que apenas le ha proporcionado representantes en ámbitos como Valladolid, Toledo y Ciudad Real, a pesar de obtener unos resultados por encima de la media nacional (13.67%, 16.87% y 13.72, respectivamente), y de conseguir ser la primera fuerza electoral en muchas poblaciones de esas provincias (aunque, generalmente, se trate de comunidades muy pequeñas).
En Andalucía, VOX ha conseguido incrementar el número de votos, con respecto a sus resultados en las elecciones autonómicas de diciembre de 2018. Sevilla y Málaga son dos de las provincias de España que más han votado a esa formación. Además, donde más ha enraizado su discurso son las zonas del interior, sobre todo en las dos Castillas, la Comunidad de Madrid, la Valenciana y Murcia.
A pesar de todos sus intentos y de su discurso populista, el voto de VOX no se ha expandido a los barrios obreros, especialmente de las grandes ciudades, donde sus índices de voto son muy bajos. Esto puede deberse a la fidelidad de esos sectores hacia posturas de izquierda. Pero también al programa económico ultraliberal del partido verde, y por la ausencia de un discurso con medidas claras en temas como el desempleo, los bajos salarios o la precariedad laboral. Los detalles de los resultados anulan, por tanto, todas las conjeturas que apuntaban a un trasvase de votos desde la izquierda hacia VOX.
Por ejemplo, en los barrios obreros de Zaragoza VOX no pasa de ser la quinta fuerza, repartiéndose el voto de los populares; lo mismo sucede en Sevilla o en Barcelona. En la Ciudad Condal, en el barrio más precarizado de la ciudad, Noubarris, no ha pasado del 4%.; en el conjunto de la ciudad no ha superado la media catalana (3.4% frente al 3.6%), muy lejos del 10.26% de media en el resto de España. Sin embargo, el caso barcelonés ha sido un caso de extremos: consiguió sus mejores resultados en los barrios bienestantes de Les Corts y Sarrià-Sant Gervasi, pero también en Torre Baró y Ciutat Meridiana, algunos barrios del Besòs y en Ciutat Vella.
El discurso de VOX tampoco ha convencido a los municipios con una menor renta media, donde sus porcentajes de votos han sido puramente residuales.
Si analizamos el perfil sociológico de sus votantes, según todos los estudios que se han realizado después de las elecciones autonómicas andaluzas, el perfil del votante medio de VOX es el de un hombre (72%), de entre 35-45 años (las mujeres tienen un promedio de edad de 51 años; es decir, que muchos de sus electores no conocieron el franquismo), con ingresos por encima de la media (pertenecientes a la clase media: pequeños empresarios, autónomos y agricultores; pero también destacan porcentajes de electores de clases altas y medias-altas), con estudios y muy proclive a la derecha política (el 66% de sus votantes considera que el feminismo ha llegado demasiado lejos, y el 83% que el estado ha llegado demasiado lejos en el tema de la inmigración).
En referencia a su procedencia ideológica, aproximadamente el 60% del voto procede del PP, el 30% de Ciudadanos y el 10% de la abstención y de otras formaciones políticas. Los votos que recibirían de sectores de izquierda, a pesar de lo anunciado por muchos voceros conservadores, son meramente residuales, aunque procedentes mayoritariamente del PSOE.
VOX es la formación menos urbanita. Consigue más votos en los municipios de menos de 2.000 habitantes que en las grandes ciudades, aunque sí consigue dominar en las de más de 100.000-200.000 habitantes (Zaragoza, Málaga, Valencia, Sevilla, etc.).
>>Ciudadanos y el control de la derecha<<
¿Por qué se vota a VOX?
Con un discurso basado en la identidad del pueblo español y en contra de las autonomías canalizan el voto de enfado y protesta. También ha planteado la recentralización del Estado de las autonomías, con la retirada de las competencias en educación, sanidad, seguridad y justicia, la supresión de la autonomía catalana y la ilegalización de los partidos independentistas.
VOX está consiguiendo sumar el voto más “emocional”, aglutinando a su alrededor a la derecha más joven, y construyendo su militancia en base a una fuerte presencia en las redes sociales, su pilar fundamental durante la campaña. Se trata de un discurso sin propuestas concretas que trata de convencer a través de símbolos y un patriotismo que la derecha consideraba, en cierto modo, abandonado por los partidos tradicionales.
El partido de Abascal ha utilizado un lenguaje que no es el habitual entre los políticos, con expresiones y una forma de conectar con el ciudadano de a pie que ha sido totalmente diferente al tradicional, y eso le ha reportado un buen rédito electoral.
Además, la polémica de sus planteamientos, sus constantes querellas judiciales y sus salidas de tono han conseguido algo que es esencial, y es que los medios de comunicación se centren en sus propuestas, y lo han colocado en el centro del escenario político y electoral en los últimos meses, especialmente tras los resultados de las elecciones andaluzas. En resumen, han conseguido marcar la agenda política española y eso les ha beneficiado enormemente.
Tampoco se puede considerar el voto a VOX únicamente como un voto de castigo contra los partidos políticos más tradicionales. Sus votantes consideran que es el único partido que puede “regenerar” (un concepto que todos los partidos han planteado) un sistema político que se percibe por la ciudadanía como totalmente corrupto.
Sus planteamientos populistas le han permitido recibir votos de todo el espectro político, especialmente del PP y del PSOE, percibidos por la ciudadanía como los verdaderos responsables de la corrupción, y que se ha visto constantemente decepcionada por las promesas incumplidas de esos partidos.
Hay tres elementos clave que pueden explicar el éxito de los planteamientos de VOX: la crisis territorial, el “peligro” migratorio y el movimiento feminista, que han provocado una fuerte reacción en parte del electorado, que se ha sentido amenazado por esos temas.
Esto ha llevado a una combinación que ha permitido que una parte de la población se sienta amenazada, dentro de una batalla cultural en la que se pone en duda el significado de ser español. Este discurso ha tenido un gran auge en los últimos años en países como los Estados Unidos, Italia, Holanda, Austria y Brasil, aunque en Francia se ha desarrollado durante décadas, gracias a Le Pen.
VOX aglutina la frustración de los votantes del PP porque, en cierto sentido, ha perdido su norte ideológico, y se puede afirmar que su triunfo se corresponde, casi en exclusiva, con el trasvase de voto desde el PP a la formación verde. Hay que tener en cuenta que el número de votantes de la derecha apenas sí se ha incrementado (ha pasado de 10.8 millones de votos en 2011 a cerca de 11.3 millones). En este sentido, se podría decir que VOX se ha convertido en una escisión aún más reaccionaria del PP.
Algunas reflexiones finales
Con su irrupción en el Parlamento, su papel se verá reforzado, porque le permitirá seguir haciendo campaña con sus propuestas desde las instituciones.
Su buen resultado está relacionado con la ruptura de la derecha, un espacio que durante décadas había estado monopolizado por el PP y que, en los últimos años, había compartido con Ciudadanos. Los votantes del PP habían demostrado una total fidelidad de voto al partido, incluso en los momentos más duros de escándalos de corrupción. Sin embargo, esos mismos votantes han demostrado su cansancio ante las propuestas del partido, especialmente en relación a la crisis catalana, íntimamente relacionada con la cuestión identitaria y nacionalista, que ha fomentado el trasvase de votos a VOX.
Debemos plantearnos una pregunta especialmente importante, y es por qué ha fracasado la derecha. Ese fracaso ha venido motivado, en principio, por tres elementos. En primer lugar, el PP ha abandonado el tan cacareado “centro” político que lo había caracterizado hasta ahora. En segundo, los líderes políticos de la derecha han abandonado la moderación que había marcado sus discursos hasta hace poco y que eran lo más atrayente para el votante medio. Y, finalmente, su voto se ha visto dividido en tres partidos de ámbito nacional cuando, no hace tanto, el electorado de derecha solo tenía a su disposición en voto al PP.
En este sentido, tanto PP como Ciudadanos han radicalizado progresivamente su discurso, para no perder el voto más extremista, lo que ha provocado una mayor polarización en el eje izquierda-derecha tradicional. Así, como señalan algunos analistas, la derecha española ha cometido el mismo error que cometió la derecha europea en algunos momentos: radicalizar su discurso para competir con la extrema derecha, pero abandonando a la masa del voto de centro y moderado. Es decir, que abandonar el centro político no ha resultado productivo para los partidos más tradicionales.
El voto del miedo ha conseguido movilizarse contra VOX, aunque también han jugado una parte importante sus propios exabruptos, relacionados con la inmigración, la homosexualidad o, principalmente, la violencia de género, aspectos que han podido desincentivar a votantes que sí se veían atraídos por la formación en otros temas (como el separatismo catalán).
Viendo la aceptación que las políticas anti-feministas o anti-inmigración tienen entre sus votantes, no es extraño el discurso político que ha mantenido VOX. Por eso podemos afirmar que sus dirigentes saben dónde poner el foco de su discurso. Con ese discurso “anti” VOX se ha sentido cómodo. No así el resto de las fuerzas de derechas, que se han visto obligadas a radicalizar su discurso.
Quizá una de las cosas más preocupantes del voto a VOX y del perfil de sus votantes es que, cuarenta años después del final del franquismo aún siga cuajando un discurso autoritario, xenófobo, machista y racista entre las nuevas generaciones, especialmente entre sectores con recursos económicos acomodados y una formación educativa o profesional por encima de la media.