Chile ha dado de que hablar. La Asamblea Constituyente (AC) tomó la agenda a nivel de todo del país: noticieros, diarios, emisoras y medios digitales tomaron como foco esta iniciativa.
Como la crisis social y política no se resuelve a través de bajar las tarifas del transporte publico, como pretende la clase política dominante de Chile, porque es más profunda, y abarca muchos sectores sociales. La AC Se trata de un levantamiento contra la oligarquía y sus privilegios que aplastan a las mayorías. En Chile, el modelo del neoliberalismo está naufragando.
El principal detonante es la alza del pasaje del metro de Santiago, a raíz de eso, conjuntamente con los problemas sociales que siempre aquejaron al pueblo chileno durante mucho tiempo, los estudiantes de secundaria se pusieron a la cabeza del rechazo a este abuso sobre los ya los insuficientes salarios de las familias trabajadoras.
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Esta crisis política se ha venido incrementando desde 1990. El retorno a una democracia mediatizada y de justicia ”en la medida de lo posible” acumuló la frustración del furor popular que da base a la ira que se expresa en las calles: los sindicatos, movimientos y organizaciones sociales han venido trabajando para vencer el terrorismo de estado y derrocar a la herencia de la dictadura pinochetista.
Ya es muy tarde para que los partidos dominantes de la oligarquía que han manejado el país durante estos años prometan desandar el camino de la traición. El miedo a ser borrados del mapa político e histórico por la indignación de las masas populares les ha obligado prometer e intentar cumplir cambios que han rechazado en los últimos 30 años.
El pasado jueves 5 de diciembre se reunieron dirigentes de varios partidos políticos como la UDI (Unión Demócrata Independiente), RN (Renovación Nacional) y Evopoli. Mientras que por parte del Ejecutivo estuvo Gonzalo Blumel, titular del interior, y posteriormente, se sumó Piñera para abordar los avances del acuerdo constituyente.
Dicho encuentro tenía como objetivo resolver disputas internas en torno al Acuerdo por la Nueva Constitución firmado el pasado 15 de noviembre, para que se envíe la reforma que habilite el proceso constituyente.
La disputa en cuestión tenía que ver con incorporar al acuerdo otros complementarios, que permitieran incluir en la convención constitucional mayor la representación de mujeres, independientes y pueblos originarios.
La máxima petición consiste en cambiar el balance del poder dentro del país. Derogando la constitución de Pinochet en favor de una nueva y moderna para la sociedad chilena.
Saliendo de aquella vieja forma de ejercer el poder contra el pueblo, porque como se ha evidenciado las acciones del Gobierno de Piñera, sus ministros y de los caribineros responden a una voluntad de represión como manera de solucionar los conflictos políticos. Debe acabar aquella vieja forma de desaparecer, torturar y perseguir al estilo pinochetista, que sigue viva gracias a la forma de ”democracia” que permite la constitución vigente.
Desde hace décadas había llegado la hora de que los pueblos ejercieran su autodeterminación, ahora mismo ha explotado esa bomba popular que nadie la detiene, buscando un mundo nuevo, una nueva democracia y nuevos horizontes.
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