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La invisibilización de la mujer en el Estado moderno

El endocentrismo se define como una práctica consciente o no que pone en el centro de la sociedad al hombre, otorgándole un valor central en el mundo y una reproducción única de la visión del mismo sobre la humanidad.

Desde que se fundó el Estado moderno con la revolución francesa, o lo que denominaría Proudhon, “el progreso francés“, el patriarcado se ha hecho presente no solo en la cultura sino en las mismas estructuras del Estado, que se rigen por el moralismo más acérrimo, relegando a la mujer al espacio del hogar. En este contexto también se cumpliría con una jerarquía opresiva, ya que la figura masculina, al igual que en el resto de los aspectos la sociedad, obvia la opinión de la mujer.

A pesar de que las mujeres contribuyeron a la lucha de los valores de “libertad, igualdad y fraternidad“, e hicieron posible “la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano“, fueron excluidas de todo derecho, pues dicha Revolución tomó el término “ciudadano” de la concepción aristotélica del andros que excluía a la mujer.

Esta modernidad es una estructura cultural, económica, política y social por la que el hombre toma los diversos espacios invisibilizando a la mujer, poniendo limitaciones a su desarrollo cómo ser humano.

A esto, Olympe de Gaugas, respondió con “La declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana“, dejando en claro la importancia de definir que tanto el hombre como la mujer son portadores de derechos, y que el lenguaje a su vez debe de ser inclusivo, pues este también es un espacio para delegar a la mujer a un segundo plano.

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Fue así, después de una ardua lucha por deponer la monarquía por un Estado de derecho, que las mujeres siguieron estando en una espiral sistemática de violencia estructural y simbólica.

Esa estructura que se formó en el siglo XVIII aún sigue presente, pero cabe reflexionar sobre qué es el “Ciudadano“. Lo que se generaliza como tal conlleva determinados rasgos: varón, adulto, blanco, heterosexual y propietario.

Pero solo unos pocos, teniendo en cuenta a la totalidad de la humanidad, poseen esas características. Llevando a cabo una sistemática exclusión de los que eran diferentes a esa concepción de “ciudadanos“. Unos eran portadores de derecho, y la mayoría no.

La formación del Estado moderno responde a una estructura económica burguesa, en la que estuvo presente el darwinismo social y en sus primeros desarrollos el fascismo social. Llevando así al androcentrismo consigo valores sexistas, rascistas y clasistas, que conllevan a un gran desplazamiento social.

La sociedad siguió formándose de manera tal que ahora el patriarcado junto con sus valores machistas, hacen natural la invisivilizacion de la mujer en la historia, en el lenguaje, en la política y en el debate. Este Estado patriarcal que genera un trato desigual y de discriminación, también niega la diversidad de cada persona. En esto se refuerzan los estereotipos y roles de géneros.

Estos roles son marcados por el “sexo“, que sería la característica fisiológica que distingue al hombre de la mujer, pero es el género el que se encarga de hacer un constructo social, y expone qué es de hombres y qué es de mujeres de acuerdo al “sexo“, desarrollando la actual cultura moderna los valores, las ideas, las concepciones y las prácticas que corresponden a cada uno de los “sexos“.

Estos roles de género traen consigo limitaciones para el ser humano y su desenvolvimiento, pues pretender que la diversidad se revista de solo una manera por el “sexo“, trae consigo “un malestar en la cultura” como lo denominaría Freud.

Nacer en una sociedad androcentrista es difícil para la mujer, para los miembros de la comunidad LGBT+, para los pobres y a los que pertenecen a los pueblos originarios. Estas condiciones conllevan una invisivilizacion que ya esta impregnada en la estructura, un racismo y una jerarquía que se han normalizado con el pasar de los años.

Ejemplos de androcentrismo existen en la actualidad. En la literatura solo el 37% de los libros publicados pertenecían a mujeres (2010), de los libros revisados por The York review of Book, solo el 17% concernían al sexo femenino. En gran parte del arte aún se refuerzan los estereotipos. En cuanto a la historia, se niega un mirada femenina de los acontecimientos.

Un ejemplo de la invisibilización es la mirada oficial sobre la Revolución Industrial. Solo se observa desde el punto de vista expuesto por el hombre. Sheila Rowbotham explica cómo ese proceso histórico causó que los hombres tomaran puestos tradicionalmente ocupados por mujeres, siendo esto una evidencia de lo que aconteció en esta etapa, que supone una cadena más en ell relato machista que impoone cuál debe ser el rol de la mujer.

Este modelo basado en la desigualdad es un fascismo social que pretende ocultar lo que no se adapte a las características del “ciudadano“. Se hace necesaria un cambio basado en visión feminista de lo que es un Estado opresor que no permite la realización del ser humano, y hace esclava a la sociedad, no solo del mercado, sino también de los “roles” que asigna la sociedad.

El capital no es solo un aparato económico, sino también social y cultural. La lucha de la mujer es la lucha del trabajador, del indígena al que sacaron de su tierra, del afrodescendiente, del excluido y del rechazado.

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