El presente contenido que se desarrolla a continuación es la segunda parte de un reportaje que muestra las cosecuencias sociales, económicas y, por lo tanto, políticas, que el COVID-19 ha tenido en América, sosteniendo que la unidad de extintas organizaciones como la UNASUR habrían permitido una resistencia mejor frente al virus. Para leer la primera parte, haga click aquí.
En contraste, el Presidente de Ecuador Lenín Moreno con su gabinete de gobierno y el voto de la Asamblea Nacional, decidió también crear la Ley Humanitaria, que realmente fue una ley deshumanitaria la cual entregó dos bonos de 60 dólares en los meses de mayo y junio a 950.000 personas, que supone apenas el 5.58% de la población ecuatoriana.
Tomando en cuenta que la canasta básica en Ecuador en enero 2020 fluctuó entre los 700 y 720 dólares mensuales, el monto aportado es profundamente insuficiente.
Adicionalmente esta ley legalizó el despido intempestivo indiscriminado y sin utilidades de los trabajadores, autorizó el contrato por horas y la disminución de la jornada laboral, derechos laborales ganados con el trabajo arduo de uniones de trabajadores, y el del gobierno del economista Rafael Correa, el cual fue el único gobierno que en la historia republicana de Ecuador que logró subir el sueldo mínimo en un 108.24%.
Ecuador, siendo un país pequeño dolarizado, y por ende sin poder imprimir su propia moneda y con un gobierno de corte neoliberal, esclavo de las disposiciones de los Estados Unidos, fue atacado con ferocidad por la pandemia. Esto ha creado un ambiente de desigualdad, caos, incertidumbre y desesperación en gran parte de la sociedad ecuatoriana.
El caso de Ecuador no es el único alrededor de toda Latinoamérica, la pandemia exacerbó un clamor popular que cada día se hace más fuerte en contra de las élites y la derecha Latinoamericana.
Los ciudadanos parecen cansados de la forma que se manejan los recursos públicos por parte de los sectores elitistas, clasistas, y privilegiados por años de opresión indígena y obrera. Es un clamor de cambio de el status quo para crear sociedades más justas y más equitativas que brinden los mismos derechos básicos a los sectores más pobres de nuestras sociedades.
De acuerdo al análisis realizado entre estos dos países llegamos a la conclusión que para llegar a crear sociedades más justas en Latinoamérica es necesario que las naciones se unan para conformar un bloque de países los cuales mantengan su independencia como en el caso de la Unión Europea, pero que tengan un gobierno central que organice a sus miembros con una sola visión común como fue la ideología de la ya desmantelada UNASUR.
UNASUR es una puerta al desarrollo, daría la oportunidad de cambiar la balanza de poderes en la región y en el mundo, otorgaría el tan anhelado poder de decisión en la arena internacional sobre temas que son importantes para la realidad cotidiana de las sociedades.
UNASUR debe de estar basado en un estado social, en el sujeto como proceso de construcción y no en el mercado, con una democracia participativa mediante la que sea permitida una mayor intervención de la sociedad civil en la toma de decisiones públicas.
Latinoamérica es la región con el coeficiente gini más alto del mundo, lo que quiere decir que la región tiene mayor desigualdad de ingresos per cápita mundial. Por esta razón en especial UNASUR debería seguir una linea socialista, tener como estandarte el lema “Igualdad como instrumento de desarrollo”.
Los países que la integren deberán estar en la obligación de equilibrar la balanza entre el rico y el pobre, garantizando los mismos derechos de salud, educación y vivienda a los sectores más pobres, y esto se puede crear con un sistema tributario equitativo en el que quién más gane más aporte, redistribuyendo la riqueza hacia los más pobres de la sociedad, para que de está manera podamos romper con círculos de pobreza que pasan de generación en generación.
Sería de importancia vital para UNASUR crear un sueldo mínimo vital como se creó por resultado de la pandemia en España, en el cual todos los ciudadanos puedan contar con ingresos mensuales para sus necesidades básicas. Adicionalmente, acentuando la importancia de políticas industriales que mantengan el desarrollo tecnológico y la industrialización, incorporando y dando importancia a las cooperativas tan beneficiosas para nuestra comunidades rurales.
La lucha contra la corrupción institucional pública debería ser otro de los ejes, creando un gobierno central que trabaje a beneficio de los pueblos y no de unos pocos, en este caso se debería crear nueva tecnología que evite el intercambio de información privilegiada entre el servidor público y el proveedor.
La pandemia del COVID-19 presenta dos escenarios para Latinoamérica: uno es continuar trabajando sin unidad, lo que permite que las naciones sean utilizadas por los países hegemónicos para sus agendas estratégicas, en la mayoría de corte extractivista y neoliberal, que solo favorecen a las élites y los mandatarios de turno.
El otro escenario es la unión y creación de un organismo central como la UNASUR para llevar en alto la voz contra un sistema internacional corrupto que mantiene la desigualdad social, y no permite que los pueblos se desarrollen.