La Necropolítica, concepto acuñado por Mbembe – donde su énfasis radica en la manipulación de los entes gubernamentales para el desarrollo del capital. En México dada su riqueza natural, es posible encontrar mecanismos de la necropolítica. Y más aún, encontrarlos revestidos de discursos que no parecen traer la gestión de muerte. Se vuelven mecanismos invisibles, parecieran ser armas blancas en pro del crecimiento económico y de la globalización.
México y la Necropolítica
El concepto de Necropolítica es acuñado por Achille Mbembe, politólogo y filósofo, en un articulo de Public Culture en el 2003. Sus principales estudios radican en la situación colonialista de África. Achille Mbembe sugiere que los regimenes políticos actuales obedecen al esquema de «hacer morir y dejar vivir». Y sitúa la aparición de esta nueva forma de control durante el periodo colonial del siglo XX en África. Momento de gran reestructuración de los límites entre la vida y la muerte.
¿Los nuevos mecanismos de colonización?
La economía política del Estado ha cambiado de forma tremenda durante las últimas décadas del siglo XX. La circulación monetaria ha influenciado al Estado y a la sociedad.
Justo es en estos procesos en los que se pretende el mayor énfasis, aunque resulta difícil. Pues solo lo enmarca como un ejemplo y no como un proceso medular para el desarrollo del concepto de Necropolítica, pues incluso este nace del colonialismo. Es decir de la extracción y explotación de recursos, tanto naturales como humanos. Que en el caso de México se pueden palpar en el modelo extractivista por los recursos naturales y el narcotráfico y prostitución forzada en recursos humanos, por decir los más destacables.
Mbembe retoma a Foucaul y lo posa en una colonia. El concepto nace de esta intervención y la biopolítica se convierte en necropolítica. Pues en la colonia es el lugar donde la administración de las poblaciones, se da bajo una lógica de guerra legítima para la expropiación del territorio y explotación de sus habitantes bajo la significación de la vida como desechable o superflua. Aún así, la sombra del Estado-nación sigue operando para justificar la conquista como modo de aniquilamiento. Pero este poder corre paralelo a figuras y dispositivos de modernización.
Neocolonialismo hegemonizador
Las culturas contemporáneas están marcadas por la tensión entre el fin oficial del dominio colonial directo y su presencia y regeneración a través de un neocolonialismo hegemonizador dentro del Primer Mundo hacia el Tercer Mundo. Con frecuencia canalizado a través de las élites patriarcales nacionalistas.
Lo «colonial» en lo «postcolonial» tiende a verse relegado al pasado y a quedar marcado por un cierre. Una frontera temporal implícita que socava el potencial impulso de oposición. Ya que, más allá de las connotaciones filosóficas de lo «post» como locus, ambiguo de continuidades y discontinuidades. Su denotación del «después», el atractivo teleológico de lo «post», evoca una desocupación festiva de un espacio conceptual que, a cierta escala, está reñido con la idea de lo «neo» como se discutía en el anterior texto publicado.
La soberanía del régimen político- consiste en ejercer un control sobre la mortalidad y definir la vida como el despliegue y la manifestación del poder. Se traduce entonces a la política como un trabajo de muerte y a la soberanía como el derecho de matar. La soberanía significa ocupación, y la ocupación significa relegar a los colonizados a terceras zonas, entre el estatus del sujeto y el del objeto. (Mbembe, 2011)
Rebasan la estructura del Estado nación como lo son las corporaciones internacionales o el narcotráfico.
La acepción “Estado”
Mbembe da varias acepciones al concepto. Entre las demás, la más asertiva es la anterior por las necesidades de la temática en relación al momento actual del capitalismo. Sin embargo, es necesario completar este concepto en tanto cómo es que opera. Aunque es, en cierto sentido, situarnos en el momento actual del capital, es redundante, procesos necropolíticos son en sí mismos procesos del capital.
Como ya lo señalaba Marx, en su capitulo XXIV de La llamada Acumulación Originaria en el Capital, que de las maneras en que se inicia el capitalismo es a partir de la expropiación de los antiguos labradores independientes. Así como de la separación entre ellos y los medios de producción.
La destrucción de industrias rurales secundarias, junto a un proceso de diferenciación de agricultura e industria para dar al mercado las dimensiones y firmeza que el capitalismo necesita para extenderse, en síntesis esta es la expropiación del productor directo. O de lo que es lo mismo, la destrucción de la propiedad privada basada en el trabajo.
Al igual que es posible esquematizar los principales mecanismos de colonización, objeto del capitalismo, como lo señala magníficamente Rosa Luxemburgo. El sentido en el que Marx concibe el Estado es como una relación social, es una red de relaciones que se superponen completamente. Donde todo adquiere forma en donde el foco de atención se centra en la dominación política de la clase económica dominante. Cabe por lo tanto emplear la distinción entre el gobierno y el estado.
El Estado capitalista
El Estado se legitima a través de la violencia y el derecho. Sí, el gobierno ,como instrumento del capitalismo, utiliza la necropolítica, para llevar a cabo los intereses del régimen político.
Es preciso entonces hablar de un Estado capitalista, en dónde la autonomía especifica de sus estructuras y de la lucha económica de clases, donde hay un aislamiento en las relaciones sociales.
La burguesía bajo la lógica del valor la que a través de la figura del Estado se hace del control, y que retomando a Mbembe son fuerzas incluso paralelas al mismo estado, incluso, me atrevo a decir, superiores. Basándome en el flujo controlado y el control de los movimientos de capitales en las que se extraen recursos específicos, hacen posible la formación de enclaves económicos y modifica la antigua relación entre las personas y las cosas.
Extracción de recursos, espacios de guerra y muerte
Por otra parte, la concentración de actividades relacionadas con la extracción de recursos valiosos en estos enclaves los convierte en espacios privilegiados de guerra y de muerte .En relación con la nueva geografía de la extracción de recursos, asistimos al nacimiento de una forma inédita de gubernamentabilidad que consiste en la gestión de multitudes .
La extracción y el pillaje de recursos naturales por las máquinas de guerra, van parejos a las tentativas brutales de inmovilizar y neutralizar espacialmente categorías completas de personas o, paradójicamente, liberarlas para forzarlas a diseminarse en amplias zonas que rebasan los límites de un Estado territorial, dice Mbembe.
La necropolítica es necesaria e incluso inseparable del modelo de producción al que estamos sujetos, son problemáticas a niveles estructurales e históricos, que sobrepasan y sujetan tanto a los individuos como a las instituciones.
Notas finales
Como al principio del texto suponíamos la pregunta hacía la complejidad y empate con la realidad de mano con los conceptos teóricos, Mbembe abre la discusión sobre las violencias de las que somos victimarios, además de la teorización de los regimenes políticos actuales, bajo una visión de resistencia y autonomía, urgente en nuestros días.
La necropolítica muestra una crítica a los Estados actuales, sin embargo, es preciso entender su límite y con ello, hacer acercamientos teóricos y conceptuales más precisos de manera personal. Creo que aún así no es suficiente para reflejar las formas contemporáneas de sumisión a la muerte. Las estructuras, bajo su misma condición tienen discontinuidades, pero en mayor medida existe la continuidad de aparatos, instituciones y mecanismos que legitiman, o por lo menos eso pretenden, legitimar el régimen económico a través de la violencia.
Somos conscientes que es un largo proceso a través del tiempo; no está por demás la revisión de los modelos clásicos, no perdiendo en cuenta los mecanismos y técnicas cada más sutiles y refinadas por parte de la hegemonía para llevar a la lógica de ganancia que se desarrollaron a finales del siglo pasado y que se están formando frente a nuestros ojos.
Sin perder también la oportunidad de denunciar, que aquello que sigue siendo una colonización en el sentido más bárbaro y sangriento, no solo se ponen en juego los sistemas contrarios al capitalismo, económicos y políticos, sino a dos sumamente importantes, la violencia y exterminio de la cultura, llamémosla, subalterna pero también la naturaleza, la violencia por y al obtener los recursos.
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