Lo que el neoliberalismo quiere decir cuando pronuncia “libertad”
El significado de "Libertad" del neoliberalismo, es diametralmente opuesto a su concepción clásica, aunque la derecha se aprovecha de ello para disputar el concepto en el imaginario colectivo.
Hasta hace pocos años, el concepto “liberal-democracia” designaba un sistema de gobierno democrático que tutelaba las libertades individuales, de las minorías, el pluralismo informativo, la independencia del poder judicial y la estricta separación de la esfera pública (Estado) y de la privada (mercado). Se trataba, en concreto, de la definición del Estado de derecho y de la división de poderes que define a un Estado constitucional.
El neoliberalismo se ha transformado en un dispositivo de poder que tiende a la concentración y la imposición. Se trata de un sistema depredador, que hace creer que la libertad, uno de los pilares básicos de la democracia, cuando se refiere a los individuos, significa que cada uno puede hacer lo que quiera. Es un concepto de libertad que genera problemas entre los individuos y la sociedad.
Pero, en los últimos años, algunos conceptos y términos políticos han quedado completamente vacíos de sentido, en el mejor de los casos, o se ha tergiversado su contenido, en el peor. Se trata de una mutación del significado que ha afectado, sobre todo, a dos conceptos clave de legitimación de un sistema político: libertad y democracia. Sus contenidos y sus sentidos terminológicos se han vaciado, a través de sus usos ideológicos y propagandísticos.
Se trata de un uso abusivo, que se hace en el lenguaje político de la derecha que, de hecho, está provocando su radical pérdida de sentido.
Para la derecha política actual, el concepto del “liberalismo” ha pasado a significar la ausencia de reglas y de límites a la economía de mercado, de forma que las libertades fundamentales se supeditan al predominio de los poderes económicos.
Igualmente, el concepto de “democracia” ha pasado a ser la omnipotencia de los poderes políticos de la mayoría y la intolerancia hacia los controles constitucionales vinculados con el pluralismo político e institucional y la separación de poderes.
Esta concentración de poderes desregulados se produce a favor de un mismo sector político, económico y social, de forma que la misma noción de democracia ha resultado menospreciada y banalizada.
La libertad es un valor, un derecho colectivo esencial, no individual. La libertad es un valor que se cumple cuando existe un Estado que sirve de garante, que no suponga una amenaza. Por eso, se trata de una libertad considerada como un sujeto colectivo, y no individual.
El neoliberalismo se define a sí mismo, muy favorablemente, evidentemente, como una ideología de la libertad. Por eso, su implementación política se fundamenta en la necesidad de reducir el poder del Estado, y de sus instituciones.
Se define como el verdadero régimen de la libertad, diferenciándose del fracaso político y económico del socialismo y del Estado del bienestar, y propone una estricta libertad de mercado, según sus principios de laissez-faire, que se implementa a través de la desregularización extrema de los mercados. La economía determina la política y permite la libertad, tanto económica como política, gracias al poder extraordinario del mercado “libre”.
Pero aquí aparece una definición negativa de la libertad: la libertad económica es la que condiciona el desarrollo de una libertad política.
La noción de libertad resulta totalmente socavada por la ideología y, sobre todo, por la práctica neoliberal, a través de la ausencia de límites a los poderes económicos, los mercados y los poderes políticos manipulados. Y la principal víctima de ese proceso es la libertad personal, la más amenazada en la mayoría de las democracias occidentales, sobre todo debido a los múltiples ataques y arbitrariedades políticas y judiciales.
El neoliberalismo asocia la libertad con una ausencia de restricciones, que conduce al fortalecimiento del mercado, el debilitamiento del Estado del bienestar, la precarización social, basado en el concepto de la retribución meritocrática. Se trata de un modelo social muy alejado del principio definido por Marx de “de cada cual, según sus capacidades. A cada cual, según sus necesidades”.
Ese modelo de libertad neoliberal no ha aportado a la sociedad los resultados prometidos. Muy al contrario, ha provocado el crecimiento de los índices de pobreza, las tasas de desempleo, las desigualdades sociales y la precarización, etc. Para dar la apariencia de beneficiar a la sociedad, se introdujeron una serie de “sacrificios sociales”, el consumo masivo o la satisfacción basada en el odio hacia “el otro”.
Este proceso conlleva también la reducción sistemática de la libertad de expresión y de información. Por un lado, la libertad de expresión ha quedado coaccionada por la presión política y judicial, y se ha transformado en la libertad de unos pocos, frente al conjunto: se persigue y demoniza la opinión pública.
Por otro lado, se concentra corporativamente a los medios de comunicación, y se premia a los periodistas serviles con el poder. Además, la falta de regulación mediática ha posibilitado el desarrollo sin medida de las fake news, la postverdad y el discurso de odio, amparado judicialmente.
Así, los medios de comunicación alimentan la intolerancia y la ruptura del tejido social, hacen surgir a un “enemigo” al que pueden humillar, estigmatizar y, llegado el caso, atacar físicamente, fomentando un ideario que agrede, también, la solidaridad social. Al mismo tiempo, los medios fomentan una gran fake news: nos han hecho creer que la libertad consiste en la ausencia de límites, en concordancia con los postulados del capitalismo más extremista.
La propuesta de desregulación y ausencia de límites provoca la extensión del odio y la violencia, la disolución de los lazos de solidaridad y la desintegración del sistema social.
El neoliberalismo ha deformado el concepto de libertad, para conseguir reducir el Estado y que no interfiera en el libre mercado y la explotación del trabajo, sin respetar los derechos individuales y colectivos, con el objetivo de la acumulación del capital (real e irreal), y crear las condiciones para mantener el control del sistema político y económico.
Busca proteger el mercado y sus “derechos” como si se tratase de un ente vivo, aunque sea un concepto que se basa en la codicia. Por eso, su concepto de libertad se basa en una perversión absoluta del concepto.
Por el contrario, el concepto real de libertad debe basarse en el respeto de los derechos humanos y la soberanía y la democracia.