Sony ancla su política con PS5 en el pasado
La empresa japonesa se resiste a realizar los cambios con los que la competencia ha roto la concepción clásica de los videojuegos
La fuerza de la inercia puede ser muy poderosa, como en el caso de la consola de nueva generación de la empresa japonesa Sony, PlayStation 5 (PS5).
Tras una pasada generación liderando las ventas y obteniendo fantásticos números tanto de hardware como de software, -gran parte de ellos por los errores de la competencia al lanzar su consola Xbox One-, Sony sigue considerando que esa imagen basta para mantener el mismo ritmo en la actual generación.
Sin embargo su competencia directa ha tenido un final e inicio de generación radicalmente distinto al anterior. No estamos en 2013, y Xbox ha presentado toda una serie de políticas en favor de sus usuarios que no tienen eco en la PS5 de Sony en la mayoría de las ocasiones, siendo muy pocos e insuficientes los movimientos de los japoneses liderados por Jim Ryan siguiendo la estela de los de Redmond.
Lo último que se ha conocido es que la IP Days Gone no tendrá una secuela. Sus resultados en ventas no fueron nada mal, tiene una buena base de jugadores, condiciones que deberían garantizar un segundo intento, pero Sony lo ha rechazado solo porque en Metacritic no ha superado una puntuación de notable.
En japón parecen no haberse enterado de que la competencia ofrece un servicio llamado Game Pass que por muy poco dinero al mes (13 euros), ofrece más de 300 títulos, entre ellos y de manera permanente todos los que pertenecen a Microsoft.
Con él, los y las jugadoras acceden desde el primer día -a veces incluso antes- al título, que conocerán de primera mano, decidiendo si les gusta o no por sí mismos, sin tener que depender de una crítica interesada, o redactada con prisas o por un analista que, o no sea profesional, o no sepa distinguir sus gustos personales de lo objetivo.
Las críticas profesionales no tienen el poder de decidir sobre la viabilidad de una franquicia en el lado de Microsoft. A nadie que juegue en Xbox se le pasa por la cabeza que el futuro de Sea Of Thieves o de State Of Decay corran peligro. Millones de jugadores disfrutan de ellos gracias a Game Pass.
Las críticas profesionales no los trataron bien, y al contrario que con el notable Ryse: Son Of Rome, estos juegos han tenido la oportunidad de enfrentarse con hechos jugables a las críticas; los jugadores han decidido que sí les gustan estos títulos. Quizá si hubieran costado sesenta u ochenta euros, muchos no los habrían comprado por las dudas sembradas en las reviews.
El problema al que se enfrenta Sony, de mayor tamaño cada día, es que es presa de su propia estrategia anacrónica. Su futuro económico reside en vender muchas consolas y muchos videojuegos a 80 euros. Para ello necesita sostener en el imaginario colectivo que sus juegos exclusivos son los mejores de todos, y unas notas “bajas” en Metacritic no ayudan.
Para ello deben gastarse mucho dinero en publicidad, para que los medios realicen críticas complacientes, que tengan un reflejo a la hora de hacer la media en el agregador mencionado. Si no es posible que uno de sus juegos tenga el color verde en Metacritic, no habrá secuelas.
Por otro lado, los japoneses no está apostando por crear estudios propios que en el medio-largo plazo puedan producir nuevas franquicias -de hecho hace poco que se conoció la noticia de que Sony Japan cerraba.-, sino que prefieren comprar temporalmente algunos lanzamientos de terceras compañías.
Esta forma de actuar degrada la marca, la rebaja a un nivel inferior que la competencia, porque pierde personalidad, sus exclusividades terminarán saliendo en la competencia al cabo de poco tiempo, y además en ella se podrán jugar mejor por sus tecnologías de nueva generación.
Xbox está apostando por tener un plantel de estudios propios enorme (23 conocidos), y llevar juegos de terceros a su servicio Game Pass incluso el día de salida. Es decir, sus usuarios los pueden jugar desde el primer día sin coste adicional, como con Outriders, sin impedir a los clientes del resto de plataformas disfrutarlos. Eso sí, a 80 euros. Sony mientras tanto sí priva al resto de usuarios de disfrutar de títulos de terceras compañías por las condiciones de sus acuerdos.
El problema de esa estrategia es que, además de la mala imagen pública, no existe una visión a largo plazo más allá de sacar remasters, remakes y continuaciones de las mismas sagas de siempre. Condenando a la marca a una pésima situación cuando la inercia convierta el movimiento relativo en reposo relativo.
Comienzan a plantearse preguntas desde la base de fans de la marca japonesa, ¿por qué nosotros no podemos jugar al Octopath Traveler? ¿Por qué tenemos que pagar por el Outriders? ¿Para qué comprar una PS5 si muchas de sus exclusividades son temporales y las puedo jugar o en una consola más barata o más potente?
Esta situación se va a profundizar cuando los 23 estudios de Microsoft saquen juegos al ritmo que se espera de ellos el año que viene. Títulos de altísimo nivel como Avowed, Fable, Hellblade II, Perfect Dark, Forza Horizon, Starfield, The Elder Scrolls VI. Cuando más compañías third publiquen sus juegos de salida en Game Pass como Square con Outriders.
Sony debe repensar su modelo y dar un paso adelante hacia la dirección en la que avanza Microsoft, porque cuanto más espere, más avanzará Xbox. Por lo que realizar acuerdos parecidos y ofrecer servicios similares, será mucho más caro y complicado.
No hablo de que sus videojuegos se puedan jugar en cualquier plataforma como permite xCloud -jugar por ejemplo al GTA V en el móvil es una pasada-, ni que adquiera varios estudios para impulsar su software propio, ya que las consecuencias de su política económica no se lo permiten a día de hoy.
Pero sí debería empezar cuánto antes, ya que ni siquiera se ha comenzado con una verdadera retrocompatibilidad con todas las generaciones de PS, con mejoras técnicas gratuitas; ni con ofrecer todas las entregas de sus sagas en alguno de sus servicios de suscripción sin añadir el coste. Sería un buen comienzo que sus usuarios agradecerían, y que señalaría un buen futuro para Sony.