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Joe Biden: construcción del modelo progresista neoliberal

Con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, hubo cambios en la forma de aplicar las políticas radicales de Trump.

Joe Biden representó la alternativa al anarcocapitalismo que impuso el empresario Donald Trump. El antiguo dirigente del Partido Demócrata (PD) se propuso como objetivo suavizar las formas de Trump desde los primeros días cuando dejó sin efecto algunas de sus más controversiales órdenes ejecutivas.

El retorno a la OMS y el acatamiento de las normas de este organismo para la prevención del COVID-19, la derogación de la prohibición de entrada a Estados Unidos (EEUU) para los países musulmanes. Estas medidas tomadas por Trump fueron eliminadas por Biden.

Soplaron vientos de cambio en EEUU. Sin embargo, actualmente comienza a desvelarse la verdadera intención. El mismo “Smartpower” característico de Obama y del Partido Demócrata, busca resguardar la hegemonía de los Estados Unidos con menos torpeza que su antecesor republicano.

Medidas Keynesianas

Incentivar el empleo con un plan dirigido a impulsar la producción industrial financiado con los impuestos corporativos y la implementación de un “plan de familia”, que incluye ayudas económicas, becas y hasta gratuidad educativa luce como una verdadera ruptura con el capitalismo ultraneoliberal de Trump.

Sin embargo, el Congreso Norteamericano no ha aprobado el “plan de familia“, y considera imprudente gastar 1.8 billones de dólares en dicho paquete de beneficios sociales.

Por otra parte, las condiciones laborales en la iniciativa industrial de Biden no están claras y se reducen a un aumento de salario de 7 a 15 dólares. Este aumento apenas lograría mitigar las actuales condiciones laborales en plena pandemia. El Senador Bernie Sanders considera que este aumento “no es una idea radical”.

Estas medidas solamente servirían para activar la demanda efectiva de bienes y servicios. Conforman un choque ineludible para poder levantar la economía estadounidense deprimida por la pandemia y los altos niveles de desigualdad. Biden está lejos de remover los cimientos del sistema norteamericano.

Migración y precariedad

Entre las primeras decisiones de Biden resaltó el envío al Congreso de una ley dirigida a conceder la ciudadanía de los “dreamers”, niños llegados en la infancia a los EEUU y cuyos padres fueron o son indocumentados.

Esa promesa de otorgar ciudadanía a 10 millones de indocumentados fue el gancho para obtener el apoyo de la comunidad latina que desea ver un salto cualitativo en las condiciones de vida de sus miembros.

Toda esa fuerza se ha venido disipando, esta promesa aún no se cumple, así como tampoco el compromiso de facilitar el reencuentro de más de 500 niños separados de sus padres al ingresar por la frontera sur de los EEUU.

Aún cuando el decreto de “tercer país seguro” fue derogado y no existe el trámite de pasar por alguno de los países del “triángulo del norte”, las condiciones para ingresar legalmente a territorio estadounidense no están todavía lo suficientemente claras.

Actualmente, EEUU registra el mayor número de migrantes en 15 años. También, las cifras de menores sin acompañantes que intentan cruzar la frontera aumenta sin que todavía la administración de Biden pueda garantizar condiciones para su ingreso.

Este flujo migratorio servirá para engrosar las listas de subempleos y de empleos precarios que caracteriza a la economía estadounidense. Los millones de migrantes provenientes principalmente del “triángulo norte” y Suramérica son la base que sostiene la maximización de ganancias del capital industrial y comercial norteamericano.

América Latina

Cuba esperaba mejores relaciones con EEUU, tras haber experimentado avances en la administración Obama. En 2014, los pasos más importantes se dieron cuando Raúl Castro y Barack Obama anunciaron un deshielo en las relaciones.

Cuba durante ese periodo hasta 2017 pudo disponer de mayores remesas y de flujo turístico a partir de las flexibilizaciones autorizadas por Obama. Con la llegada de Trump, EEUU retomó con fuerza las restricciones, por lo que la Isla actualmente enfrenta un considerable deterioro de su economía, incrementado además por la pandemia del COVID-19.

Hasta el momento, ninguna de las 240 sanciones impuestas por Donald Trump ha sido derogada, al respecto la ONG británica OXFAM alertó que Joe Biden “no se ha movido ni un milímetro” para mejorar las relaciones con Cuba. La Isla tiene actualmente el PIB más bajo desde 1993, el momento más complejo del periodo especial.

Con respecto a Venezuela el conflicto se mantiene. La administración de Joe Biden acaba de autorizar la extensión de operaciones mínimas de algunas de sus empresas petroleras como Chevron. Sin embargo, no significa aún que se normalicen las operaciones petroleras entre ambos países.

De igual forma, el convenio de intercambio de crudo venezolano por diesel sigue paralizado después que Donald Trump ordenara el cese de estos intercambios para complacer a los anticastristas antes de las elecciones.

Esta prohibición mantiene en peligro el transporte interno de alimentos, medicinas y el suministro de agua potable a través de camiones cisterna. Todo ello agrava las condiciones para confrontar la pandemia del COVID-19 en la nación suramericana.