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Con el “Pata” Castillo se comienza a arreglar Perú

El escritor y nobelista peruano Vargas Llosa, habla sobre los gobiernos progresistas en la región y las recientes elecciones en Perú.

Desde la década de los 70 del siglo pasado, Vargas Llosa radicaba fuera de nuestra América porque, “la distancia me da más libertad y una perspectiva mejor” según lo afirmó en una entrevista (1973) concedida en México a Mimí Díaz Lozano, (incluida en el libro de cuentos de Díaz Lozano, Sendas en el Abismo).

En esa entrevista, Vargas Llosa señaló que la obligación básica, fundamental del escritor es ser sincero consigo mismo. “Es obedecer de una manera primera y fundamental los dictados de su propia subjetividad”.

Esos dictados lo llevaron a referirse en 1991, al México del PRI, como la Dictadura perfecta, para salir apresuradamente del país azteca al día siguiente. “México es la dictadura perfecta. La dictadura perfecta no es el comunismo. No es la URSS. No es Fidel Castro. La dictadura perfecta es México“, dijo Vargas Llosa.

En la aludida entrevista, Vargas Llosa le comentó a Díaz Lozano que no cree que la felicidad sea completamente compatible con la literatura. “Creo que si fuera totalmente feliz no sería escritor”.

Y tal vez en la búsqueda de la felicidad plena, Vargas Llosa optó por la política electoral, donde algunas de sus buenas letras sucumben ante lo indigno de sus posturas conservadoras, donde los análisis de contexto de su pluma le sirven a las oligarquías latinoamericanas, inclusive con pretensiones de descarnar nuestro augusto pasado con posiciones sectarias sobre Jacobo Arbenz en Guatemala y Velasco Alvarado en Perú.

De esta manera, en la búsqueda de su felicidad, Vargas Llosa, tres décadas después de acuñar la expresión “dictadura perfecta“, ha planteado sus temores con respecto al actual gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Comenzaba a salir de esa dictadura perfecta (felizmente no era tan perfecta, era bastante imperfecta), pero me temo muchísimo que el populismo que parece realmente la ideología del actual presidente de México, nos conduzca otra vez a la dictadura perfecta o imperfecta, pero dictadura al fin y al cabo (…). Me temo muchísimo que el fanatismo y el dogmatismo, que parece la ideología de algunos, nos conduzca otra vez al panfletario perfecto. Vargas Llosa.

Sin embargo, precisamente ese fanatismo dogmático conservador es el que le lleva a apoyar la candidatura de su casi enemiga Keiko Fujimori, bajo la argumentación espuria que ella encarna valores “democráticos“, advirtiendo que un eventual Gobierno de Pedro Castillo “sería una verdadera catástrofe, que podría llevar al Perú a repetir la experiencia dramática de Venezuela”.

El escritor ha sido durante décadas un acérrimo rival del expresidente Alberto Fujimori, quien lo derrotó en las elecciones peruanas de 1990, y mantenía hasta ahora una postura abierta de rechazo a la propuesta política de Keiko, quien se postuló por tercera vez a la presidencia peruana.

Vargas Llosa en búsqueda de su felicidad, traicionó su subjetividad y se inclinó ante la postulante fujimorista al considerarla “la única alternativa“, tras revisar los programas de Perú Libre y quedar “muy alarmado” con las ideas del partido de Castillo para “reformar” el país.

No sacrifiquemos la libertad por una falsa imagen de lo que podría ser una renovación profunda de la realidad peruana“, clamó. “Situación delicada” en la que quedaría un Perú “comunista, autoritario y totalitario” espetó sin rodeos.

Las actuales circunstancias dejan la impresión que la felicidad del escritor se encuentra en ver convulsionado a Perú (donde no ha vivido prácticamente nunca) antes de permitir que Castillo tome el control del poder ejecutivo de esa nación, que alguna vez le dio cobijo a Francisco Morazán.

En esa dirección, Francisco Sagasti, confirmó que se comunicó con Vargas Llosa en un esfuerzo para llamarlo a “la serenidad y la calma en momentos difíciles y complejos”.

No obstante, Vargas Llosa reitera que Castillo representa la dictadura y el atraso, a lo que Evo Morales replicó que Llosa perdió cuando compitió con el padre, y ahora pierde acompañando a la hija.

Finalmente, parafraseando al mismo Vargas llosa en entrevista (2019) para El Comercio: Con el “pata” Castillo se abren las alamedas para comenzar a recomponer el Perú, en la línea de Velasco Alvarado, aunque se le rompa la felicidad al escritor.

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