Guía para reconocer y superar los micromachismos (I): utilitarios
El micromachismo es una forma de violencia que suele pasar inadvertida, en esta guia le ayudaremos a reconocerla de manera sencilla.
En esta sección estaremos abordando un tema importante dentro de la lucha feminista. Se trata de los micromachismos (mM), un tipo de violencia que pasa inadvertida pero va construyendo lazos de dominación que suprimen las libertades cotidianas de la persona afectada.
Si bien la violencia contra la mujer responde a la configuración de un sistema patriarcal, que abarca la cultura de la sociedad de manera amplia, invadiendo todos los ámbitos de la vida social; los micromachismos son expresión de este sistema en el plano más íntimo de la pareja.
El término micromachismos se acuñó por primera vez en 1990 por Luis Bonino, quien los define como: “comportamientos masculinos que buscan reforzar la superioridad sobre las mujeres (…) producen un daño sordo y sostenido a la autonomía femenina que se agrava con el tiempo”.
Para Bonino, terapeuta argentino, existen cuatro tipos de micromachismos: utilitarios, encubiertos, de crisis y coercitivos. Dentro de sus funciones se encuentran:
- Legitimar la supuesta superioridad del hombre sobre la mujer.
- Ejercer este dominio frente a una mujer que se libera.
- Disminuir el aumento de poder de una mujer o aprovecharse del mismo.
El reconocimiento de las formas de dominación es el primer paso para superar una situación de violencia.
¿Qué son los micro machismos utilitarios?
Es preciso comprender como las grandes estrategias de poder se incrustan, hallan sus condiciones de ejercicio en microrrelaciones de poder (…) Designar estas microrrelaciones, denunciarlas, decir quien ha hecho que, es una primera transformación del poder. Para que una cierta relación de fuerzas pueda no solo mantenerse, sino acentuarse, estabilizarse, extenderse, es necesario realizar maniobras. M. Foucautl.
Los micromachismos utilitarios son aquellos que manifiestan la exclusividad de la mujer para ejercer ciertas labores por ser “propias de la mujer”. Bajo este velo, se destina la carga absoluta de labores del hogar, cuidado de los hijos e hijas, cuidado de pacientes, exigencias de atención al hombre en cuanto a la alimentación, limpieza, entre otras.
Cualquier acción que realice el hombre en este ámbito de labores “destinadas a la mujer” son manifestadas como “ayuda” o “colaboración”, o puede definirse como “un padre ejemplar” aquel que hace un cambio de pañales una vez por semana, mientras que para la mujer esta es su labor “natural”. De esta manera, se naturaliza la dominación.
Asumir estas expresiones de violencia en el debate público acerca de la igualdad de género, es una de las formas de liberación de la mujer a través no sólo del conocimiento, sino de la acción política para transformar una realidad compleja. El reconocimiento de los métodos de control son el primer paso para desarticular la violencia y romper con modos de relación que implican la negación de la mujer en todos los ámbitos de la vida.