La polarización como estrategia de la derecha para impedir la paz social
La derecha ha utilizado la polarización como estrategia para impedir consensos en los diversos aspectos de la sociedad.
El grado de polarización política de una sociedad, es una variable clave que cuantifica hasta qué punto la opinión pública se divide en dos extremos opuestos.
Este aspecto es sumamente importante, ya que a mayor nivel de polarización, más difícil resulta generar consensos amplios.
Y es indispensable tomar en cuenta que lograr acuerdos entre grupos con sensibilidades distintas es una tarea titánica, puesto que para aprobar reformas que permitan que la sociedad avance se necesita una mayoría.
De este modo, una polarización elevada puede dar lugar a posiciones irreconciliables, lo que dificulta la posibilidad de alcanzar dichos objetivos. Asimismo, puede clasificarse dependiendo del escenario y la dinámica partidista en el país cuyo caso se esté analizando.
Por otro lado, la polarización también es utilizada como una estrategia política para dividir a los votantes en bloques.
Ha sido bastante empleada a lo largo de los años, más que todo por los líderes con características populistas, debido a que se alimenta de mensajes, los cuales apelan a las emociones de los ciudadanos.
Luis Miller cree que los políticos siempre han tirado de la polarización para difundir sus ideas, pero lo novedoso ahora es lo “efectivo” que resulta hacerlo a través de las redes sociales.
La primera víctima de esta forma de hacer política es “la racionalidad” y el análisis de argumentos complejos.
España, el primer país en la lista de los más polarizados
“La nueva política, basada en las emociones y en el uso de redes sociales, está acabando con el pensamiento reposado”, apunta Miller.
Miller, científico del CSIC, cree que los medios de comunicación, los científicos y los líderes sociales tienen mucho qué decir en esta lucha contra la polarización, puesto que, tienen el deber y labor de servir para “desenmascarar los argumentos polarizadores” que buscan acentuar la fragmentación.
Ya antes de 2018, la polarización ideológica dificultaba el avance de los debates sobre políticas específicas, decisiones de gasto o de inversión. A su vez, las circunstancias proporcionadas por la pandemia suponen un mayor desafío para el alcance del consenso entre las fuerzas políticas.
Sin embargo, la crisis económica asociada no hace sino subrayar el rasgo central de esta polarización: tiene más rasgos ideológicos y territoriales que de políticas concretas, como servicios públicos, migración o impuestos.
Las dos últimas generan más división en la opinión pública que la primera, y que la cuestión fiscal se ha vuelto más divisiva en la última media década, pero en ningún caso los desacuerdos específicos alcanzan los niveles marcados por las divisiones ideológicas o sobre la cuestión territorial.
En España, los votantes de distintos partidos, como cabría esperar, tienen distintas opiniones acerca de políticas concretas (eutanasia, aborto, impuestos, migraciones, etc).
De ahí que, se ha permitido (y hasta cierto punto apoyado) la confrontación de políticos que abren “grietas“, las cuales son más visibles en los periodos electorales.
Tal es el caso de las pasadas elecciones madrileñas, en las que se vieron enfrentados distintas figuras conocidas en la sociedad y que resaltan por sus grandes discrepancias.
Madrid fue el epicentro de un debate, donde la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso con su lema anticomunista, comenzó a calar entre grupos específicos.
Y de una manera similar lo hizo Pablo Iglesias, quien rechazaba cualquier tipo de tregua con la derecha, aunque fuese por motivos más de carácter social.
Añadiendo el hecho de que colocaba en el mismo bloque a toda la derecha, desde el PP a Vox, cuando realmente hay diferencias abismales entre ellas en el espectro ideológico.
Se buscan soluciones, no problemas
Se ha comprobado entonces, que la polarización que converge diversos fenómenos, tienden a aumentar las desigualdades en una sociedad democrática, y que las redes sociales ejercen una inmensa influencia sobre la opinión pública, ya que se convirtieron en una de las principales vías de comunicación.
Esto incluye a los medios, que hasta cierto punto se han dedicado a mantener informados a todos los individuos, cayendo en algunas ocasiones en las noticias falsas.
Mientras España se mantenga en niveles tan altos, los partidos impedirán la acción concertada en el espacio gubernamental, entorpeciendo las decisiones. El diálogo entre los líderes que fueron electos en representación de la ciudadanía, se verá reducido de manera preocupante.
Está en manos de todos, como elemento sociológico del Estado, accionar y tomar cartas en el asunto para que la separación no continúe predominando. Pues, será a través de la unidad, el diálogo y el consenso entre las partes que el país podrá lograr superarse.
Más aún, al situarse en una delicada posición debido a las consecuencias y efectos adversos de la pandemia.
Por tanto, los líderes actuales, al igual que quienes pretendan hacerse un lugar en el escenario político español, deberán tener claro dichos aspectos. Con el objetivo de lograr una sociedad más igualitaria, equitativa, de cultura democrática y humanitaria.