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Seguir apostando por la monarquía supone el principio del fin del Régimen del 78

El Régimen del 78 no es capaz de cooptar el próximo movimiento social en auge, el republicano, a causa de su vínculo con el franquismo.

Si el Régimen del 78 es un sistema bipartidista es por algo. No estaría durando más de cuatro décadas, superando alguna que otra crisis importante, si no fuera por el excelente teatro que despliega con sus dos partidos.

Del lado de la derecha está el PP, que hasta hace poco recogía tanto el voto de los franquistas como de los conservadores clásicos, y también de los neoliberales; del otro el PSOE, que mostrado mediáticamente como lo opuesto a los populares, se hacía con el voto tanto de la izquierda moderada como de la más radical.

Esto había sido posible porque el Régimen del 78 entendía que los movimientos sociales y políticos con la suficiente fuerza como para suponer una amenaza para sí mismo -acumulación de fuerzas que rompieran el muro de contención electoral que conforman el voto útil junto con la Ley d’Hont- debían ser anulados en su etapa de configuración, y para ello contaba siempre con el PSOE.

Cooptación de movimientos sociales

Dos ejemplos históricos. El primero es concerniente al movimiento del “NO a la guerra“. El PSOE, máximo valedor de la entrada de España a la OTAN y fiel apoyo de la política exterior de EEUU, integró en su programa electoral la salida de las tropas españolas de Irak.

Junto con que su líder de turno, José Luis Rodríguez Zapatero no se levantase al paso de la bandera norteamericana en el desfile militar del 12 de Octubre, la mayor parte de ese movimiento dejó de estar activo puesto que había conseguido su reivindicación más importante, antes de que las fuerzas contrarias al Régimen del 78 pudieran romper el cerco mediático señalando que España participaba en muchas más invasiones estadounidenses, y que su permanencia en la OTAN la hacía seguir la política exterior de EEUU.

Tras ganar las elecciones, José Luis Rodríguez Zapatero permaneció en la OTAN, apoyando las guerras del Líbano y Afganistán; permitió la impunidad del asesinato del periodista español José Couso a manos de militares estadounidenses, que dispararon con impunidad al hotel en el que estaban alojados periodistas internacionales. Además no impidió los vuelos ilegales de la CIA hacia Guantánamo, en el que ciudadanos de diversos países eran torturados sin pasar por un juicio previo.

El segundo es el movimiento LGTBI. De igual manera el Régimen del 78 movió a su pata izquierda para otorgar el matrimonio entre dos personas del mismo sexo, activando a la vez a sus medios de comunicación para crear una oposición desaforada de la derecha, moviendo el tablero político a la derecha para así hacer ver al PSOE como radical, garantizándose el apoyo electoral de los sectores más a la izquierda, movilizados en favor de la comunidad LGTBI como reacción al poder mediático.

Más tarde en el gobierno, el PSOE no destinó recursos económicos a la creación de instituciones para la ayuda de los miembros de esa comunidad, ni tampoco creó un currículum escolar para romper la homofobia social que es el principal problema para que las parejas del mismo sexo decidan no casarse.

El vínculo con el pasado

En esos casos, el Régimen del 78 supo leer de manera acertada el escenario político y social, y se permitió flexibilidad para usar a una de sus dos principales organizaciones con el fin de secuestrar esos movimientos para desmovilizarlos. Sin embargo, sus contradicciones con respecto a la monarquía han impedido que pueda hacerlo con el próximo movimiento social que comienza a articularse, el republicano.

El principal obstáculo es que el Régimen del 78 es consecuencia del franquismo. Una transición que respetó a la dictadura: los que se hicieron ricos con el expolio republicano mantuvieron sus fortunas, quienes construyeron sus empresas con el trabajo esclavo de los demócratas las mantuvieron, quienes participaron en la represión política siguieron en sus puestos y ascendieron, los que fueron elegidos a dedo como Jefes del Estado, lo siguen siendo.

El dictador Franco determinó que tras su marcha, la familia Borbón fuera de nuevo la responsable de la Jefatura del Estado, y a ese compromiso se adhirieron las fuerzas de los Pactos de la Moncloa, siendo una de ellas el PSOE. El Régimen del 78 ha vendido desde el principio la imagen de la monarquía como la institución que nuclea a la sociedad española. Como el agente neutral que sirve de pegamento de los diferentes sectores, que los representa a todos.

Romper con la monarquía es romper con el Régimen del 78, ya que el sistema español influenciado por el franquismo, ha dejado vía libre a la izquierda para que haga suya la república, siendo la consecuencia que en el imaginario colectivo la república es un cambio social profundo, de ruptura con los establecido y con medidas y propuestas de izquierdas, también por la reivindicación de la II República, idealizada también por acción del Régimen del 78 y su justificación permanente del golpe de Estado fascista de 1936.

Ahora el Régimen no se atreve a hacer con el movimiento republicano lo mismo que con los del “NO a la Guerra” y el de la Comunidad LGTBI, porque en este caso las fuerzas rupturistas ya han vencido en el relato, y para la izquierda no tienen la credibilidad suficiente para hacerse con el liderazgo del movimiento para ofrecer en su programa electoral un simple referéndum, dejado a un lado el proceso constituyente, las nacionalizaciones de los sectores estratégicos, la apuesta por la sanidad y educación gratuitas, la salida de la OTAN, el Estado laico y otras cuestiones asociadas históricamente a la idea de la III República.

El principal problema es que la sociedad española está preparada de nuevo, como lo estaba a finales de los 70, para una república. Las encuestas profesionales que realizan el trabajo que el CIS no se atreve por los malos resultados cosechados por la corona, lo muestran, la república cuenta cada vez con más apoyo frente a la monarquía que cae en picado sin encontrar su suelo. La república es una idea que une a las fuerzas progresistas de todos los territorios.

La tendencia lleva estando asentada desde hace casi tres lustros, a cada generación monárquica, menos sentido tiene su existencia, sobre todo cuando las nuevas no tienen una farsa -según documentos desclasificados de la diplomacia alemana- como la que sí contó el rey emérito.

Una vez que el PSOE ha rechazado públicamente la república para abrazar de nuevo a la monarquía, ha dejado sin lugar a dudas la vía totalmente libre a Unidas Podemos, que sabiendo leer el actual momento histórico se ha lanzado con fuerza hacia la república.