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Elecciones regionales en Venezuela: Nicolás Maduro 2 – Joe Biden 0

Nicolás Maduro ha trazado una estrategia frente a las sanciones que lo ubica en una mejor posición que a Biden de cara al fin de las sanciones.

Otro proceso electoral más en Venezuela, solo que este era especial porque la Unión Europea las observaba. Y para aquellos cuyo eurocentrismo les nubla la mirada, eso es señal de calidad democrática. No importa que en las anteriores elecciones el sistema de voto haya sido el mismo, que se hayan hecho auditorías y que la mayoría de la oposición ya hubiera participado.

Han debido ir hasta allí los mismos que en los inicios de la crisis del neoliberalismo obligaron a asumir los recortes que han emporado las condiciones de vida de la mayoría, que reconocieron las elecciones que organizaron los golpistas en Bolivia, y que llevan lustros avalando la dictadura que se impuso en Honduras desde el golpe de Estado de 2009.

Y no han encontrado ningún fraude electoral, aunque sí han dicho que estas elecciones se han celebrado en mejores condiciones que las que han tenido lugar en los últimos años. Necesitaban justificar su trabajo. Y, bueno, se ha presentado la pequeña parte de la oposición que hasta hace poco apostaba por la vía golpista, y en el Consejo Nacional Electoral hay dos personas nuevas, de cinco.

La estructura fundamental para la realización de los comicios ha sido la misma al igual que el proceso, por lo que la UE, de facto, ha reconocido las anteriores. No ha podido encontrar fraude electoral y aún así la oposición ha perdido estrepitosamente.

Tras años de repetir que el sistema no era confiable, los suyos no han participado en él, lógicamente. Después de pedir sanciones a EEUU y a la UE, que ya afectan hasta a sus propias bases, los suyos quieren más diálogo y menos aventuras fuera de la constitución.

Diálogo, el primer tanto que Maduro le metió al Joe Biden. El actual presidente de EEUU mantuvo las sanciones iniciadas por Obama y endurecidas por Trump, pese a que la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, la chilena Michelle Bachelet pidió que las levantasen al menos durante la pandemia, para no hacer política con el sufrimiento de los y las venezolanas.

Una petición desoída por el norteamericano que además ha capturado a uno de los principales diplomáticos con los que contaba Venezuela, Alex Saab, para saltarse las sanciones y conseguir alimentos, medicinas y otros bienes de primera necesidad para sostener el degradado Estado del Bienestar que aún pervive en la nación suramericana.

Con ese secuestro, EEUU tenía una doble intención. Por un lado aumentar el asedio en Venezuela para motivar la caída de Maduro y por el otro terminar con el diálogo que se desarrolla en México, en el que ambas partes -gobierno y oposición- ya han alcanzado algunos puntos importantes, como el reconocimiento de Nicolás Maduro como presidente de la nación y el fin de las sanciones.

Sin embargo, el mandatario venezolano tras el secuestro solo congeló las negociaciones en vez de romperlas, para contentar a los suyos y de paso esperar al resultado de las elecciones, con el objetivo de retomarlas después del proceso electoral con una mayor posición de fuerza. Viendo los resultados, la jugada le ha salido muy bien. Segundo tanto.

Además, cuando la izquierda y la derecha se reencuentren en México, los progresistas podrán hacer valer su generosidad política al no haberlas roto tras el escándalo de Saab, vendiendo su permanencia en las conversaciones como una batalla ganada también en lo interno del PSUV, ya que muchos sectores han pedido que la respuesta por la extradición del diplomático sea abandonar el diálogo.

Frente a ello la oposición se volverá a presentar separada, y ahora habiendo sido derrotada ampliamente en las urnas, por lo que al no poder demostrar apoyo social, sus reivindicaciones deberán moderarse tanto en contenido como en número.

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