Movimientos masculinistas y su desfiguración del feminismo
Así como surgió el feminismo, también lo hicieron agrupaciones masculinas extremistas que inciden en lo absurdo. Desde satanizar a la mujer hasta usar comparaciones con psicópatas de películas.
Mucho se habla del feminismo y de otras ideologías similares, pero poco se menciona el surgimiento de movimientos “masculinistas” que han ido calando.
Estos consisten en grupos y organizaciones de hombres que se centran en cuestiones de género, sin realizar ningún “señalamiento” hacia las mujeres. Sin embargo, con sus argumentaciones, actividades como la autoayuda, el apoyo al cabildeo y activismo.
Entre otras acciones que van dirigidas al público masculino, puede verse cargado de resentimiento y cierta inseguridad según algunos científicos.
“La invisibilidad virtual del movimiento de los derechos de los hombres es un hecho que me preocupa cada vez más”, explicó M. Buchanan, de Justice for Men and Boys.
Por tanto, buscan mostrar que si existe una respuesta al feminismo, remontando sus orígenes a la década de los 70s.
Donde, varones de todo el mundo, comenzaron a ver que una sociedad repleta de supuestos “privilegios” no los libraba de formar parte de las desigualdades.
Deja un escenario bastante distópico, que pese a no rechazar ni negar las problemáticas vividas por las mujeres a lo largo de la historia. Por lo que es criticado, ya que puede sustentar y fortalecer el sistema patriarcal, mientras que otros lo visualizan como una forma de “ridiculizar” el feminismo.
Kat Banyard, autora de La Ilusión de la Igualdad, expresó que “los hombres temen el feminismo cuando les ofrece la liberación de una masculinidad obsoleta“.
En vista de que, manifestar que el género masculino es ahora una víctima de la lucha de género, puede catalogarse como una premisa absurda.
“Durante miles de años, las mujeres fueron tratadas como ciudadanos de segunda clase“.
“Hemos empezado a cambiar eso en los últimos dos siglos y hay un largo camino por recorrer. Los activistas masculinos están negando la historia“.
Porque al momento de revisar los hechos, hay una amplia lista de sucesos que marcaron hitos para que la mujer fuese considerada como un sujeto de derechos.
No se puede obviar que, por mucho tiempo, el género femenino se vio invisibilizado por su condición “inferior” y la cosificación.
Los MGTOW, ejemplo de esta desfiguración
Esta agrupación de individuos está enfocada en una arista específica: vivir de manera solitaria y evitar cualquier contacto con la mujer. Actualmente, es la corriente más radical de los movimientos masculinistas que se ha popularizado por sus postulados y figuras que toman como inspiración.
Desde Galileo, Jesucristo, Mike Pence y otros, esta fraternidad se encuentra conformada por adultos sin aspiraciones matrimoniales y tampoco sexuales.
Pese a que defienden los derechos y libertades individuales de los hombres, “sin exigir mayor cosa” para no abusar de su posición “privilegiada“, no poseen un fin mayor.
De esta manera, se descarta totalmente porque no cuenta con suficientes bases teóricas y aportes racionales para considerarse una ideología.
Sus miembros la describen como una “filosofía de vida” que entre más explican, cobran menos sentido.
Diversos de estos activistas también creen que los medios de comunicación permiten a las mujeres ridiculizar a los hombres de una manera que sería impensable si los roles de género se invirtiesen.
También muestran a las feministas como si estuviesen “aprovechándose” de la adquisición de su voz y voto, además de representación y participación para ejercer mayor influencia.
A su vez, para estos hombres las relaciones heterosexuales son abusivas (para el varón) porque las mujeres son manipuladoras, con fines únicamente perversos y egoístas.
Desde su punto de vista, el feminismo ha convertido a las mujeres en víctimas intocables y a los hombres, en culpables por defecto.
Bajo esta acusación está el objetivo de obtener un mayor reconocimiento: aducen que los hombres se enfrentan a infiernos, tomando una posición de víctimas.
Sustentado en la presión de la masculinidad a la responsabilidad de proveer, de lo cual no reciben ningún tipo de agradecimiento.
Asimismo, utilizan una metáfora alusiva a la película Matrix, que alienta a empezar con el paso fundamental: tomar la pastilla roja. Una vez el hombre la ingiere y abre los ojos a la realidad de las mujeres, pasa por cuatro fases.
En la primera, rechaza las relaciones estables; en la segunda, renuncia también a las cortas y ocasionales.
El tercer nivel, minimiza su productividad económica para evitar pagar impuestos que redunden a favor de, por ejemplo, madres solteras y la legalización del aborto.
Por último, en la cuarta, rechaza a la sociedad en general e inicia una vida solitaria y aislada, de allí obtienen el apodo de “fantasmas“.
La mayoría de los MGTOW llegan hasta la fase dos, pero todos comparten la idea de que las mujeres son peligrosas: puede acusar falsamente de delitos violentos.
Básicamente, creen que todas las mujeres son una psicópata en potencia como el personaje de Rosamund Pike como Amy en la película Gone Girl.
En síntesis, promueven la idea de que “el feminismo ha convertido a la mujer en una víctima” y el hombre siempre es el culpable, pero nadie se preocupa por ellos.
Aunque suene muy alocado, todavía sigue siendo objeto de debate en las redes sociales y criticado por las autoras feministas que señalan la historia.