España nunca será un socio militar para EEUU, sino un peón
En las últimas décadas el papel de las Fuerzas Armadas (FFAA) en España se han caracterizado por una activa participación en las acciones de intervención multinacional lideradas por los Estados Unidos, siempre bajo la falsa creencia de ser un aliado militar.
El despliegue militar de España el marco del conflicto ucraniano, ha avivado el debate dentro del Gobierno de coalición conformado por el PSOE y Unidas Podemos. Al respecto, el escenario político español se condiciona ante la dinámica internacional, todo ello ante las más recientes movilizaciones militares en la frontera entre Ucrania y Rusia.
Bajo este escenario el espectro político español ha fijado posición en su interpretación de las acciones de Estado más oportuna. Lo mencionado no ha sido bien recibido por la izquierda rupturista, dentro de la cual se encuentra su socio en el gobierno de Unidas Podemos.
Personeros de la formación morada han rechazado duramente tales declaraciones y han recordado una vieja consigna antibelicista, “No a la Guerra”. Se trata de una frase utilizada bajo el contexto del gobierno del presidente derechista José María Aznar, el cual apoyó incondicionalmente la guerra de Irak a favor de los interese de los Estados Unidos.
En la coyuntura ucraniana el Estado español envió desde Ferrol el navío cazaminas “Meteoro”, perteneciente la Armada y cuyo despliegue se realizará el Mar Negro. Dicha embarcación comparte rumbo con la fragata “Blas de Lezo” junto a cuatro cazas Eurofighter.
Dentro del referido despliegue, se encuentra una dotación de 190 militares y un equipo especial del Tercio Norte de Infantería de Marina. Dicho avance es acompañado de un despliegue adicional de cazas pertenecientes a las Fuerzas Armadas en Bulgaria en áreas cercanas a las fronteras con la Federación Rusa.
Todo ello, forma parte parcial del despliegue militar de la OTAN, organización donde por cierto, España pertenece. La ministra de Defensa, Margarita robles, quien también es miembro del PSOE, fue quien dio detalles públicos de la operación militar imperialista.
Este escenario prebélico se ha visto apoyado tanto por las declaraciones, así como las acciones del PSOE y su acostumbrada inconsistencia política, la cual se ha caracterizado en los últimos tiempos por evidenciar un claro desenfoque ideológico-programático en favor de la defensa de los grandes capitales de la empresa privada, monarquía y posiciones políticas conservadoras.
Por ello, al comienzo del conflicto entre Ucrania y Rusia, el PSOE no ha dudado en circunscribirse en los modos políticos más guerreristas, aún cuando gracias a la presión de la opinión pública ahora quiera ceder su posición originaria.
A nivel internacional, durante las últimas décadas el papel de las Fuerzas Armadas (FFAA) en España se han caracterizado por una activa participación en las acciones de intervención multinacional lideradas por los Estados Unidos, siempre bajo la falsa creencia de ser un aliado militar.
Ya en 1986, “afianzada” la democracia española, existía en España un sentimiento antimilitarista, a su vez, la presencia de bases y tropas norteamericanas en suelo español, así como la violación de su soberanía, no ayudaban a limar esa tendencia.
La sociedad de entonces asociaba al ejército con el franquismo, y para eliminar esa percepción requería mucho esfuerzo político. Sin embargo, desde mediados de los noventa la tendencia ha estado cambiando. Dos eventos van a ser cruciales en la normalización cívica con las políticas de seguridad y defensa.
Por un lado, las victorias electorales socialistas durante la década de los ochenta tuvieron, como uno de sus principales temas de campaña, la pretensión de salir de la OTAN. Sin embargo, el gobierno socialista en 1986, tras el ingreso en la CEE, convocó un referéndum en el que la postura gubernamental, sorpresivamente para sus votantes, fue la defensa del “Sí a la permanencia”.
Por otro lado, en este tiempo, las fuerzas armadas españolas comenzaron un progresivo despliegue en operaciones de “paz” en Centroamérica, África, los Balcanes y Afganistán. En virtud de estas acciones, Estados Unidos se comprometió a renovar los arcaicos suministros de guerra españoles y a crear un sistema de créditos, a cambio de administrar, junto a las Fuerzas Armadas española, tres bases aéreas y una naval ubicadas en posiciones estratégicas.
Fueron cedidas a la Fuerza Aérea de Estados Unidos las bases de Morón y Rota, también le fueron concedidas las bases aéreas de Torrejón de Ardoz y Zaragoza, de donde se retiró en 1991 y en 1992, respectivamente. Las bases quedaron bajo soberanía hispano-estadounidense.
Mientras que su bandera es española, dentro de la base rige la ley estadounidense, aunque haya tropas de ambos países. Por tanto, se considera que las bases están en territorio español bajo jurisdicción de EEUU, que también las financia.
Estados Unidos tiene bases militares por todo el mundo, lo que le permite desplegar con rapidez buques, aviones o unidades terrestres en cualquier continente, esto hace que los casos de Rota y Morón no sean aislados.
La cercanía en las relaciones militares de EEUU y España, se evidencia con la filtración de diferentes archivos del Departamento de Estado de EEUU, donde recogen el “apoyo incondicional” que recibió Bush de Aznar y la insistencia al Ejecutivo de Rodríguez Zapatero para que contribuyese a la expansión del Ejército afgano.
Los documentos confirman el “acceso pleno” que tuvieron los militares norteamericanos en la intervención a las bases de Morón y Rota. En este sentido, revisando las decenas de escritos de la diplomacia estadounidense queda demostrada la buena sintonía que mantenía la administración de George Bush con el Gobierno de Aznar y las tensiones que se desataron con la victoria de Rodríguez Zapatero en las elecciones de 2004, tres días después del 11M.
La diplomacia estadounidense reconoció que el Gobierno de Aznar fue un socio de nivel internacional. “Las declaraciones públicas del Gobierno español sobre la guerra contra el terrorismo han ido francas y con un apoyo uniforme”, expuso la Embajada en diciembre de 2001 en un reporte anual sobre terrorismo.
Esa nota también destaca que el ministro de Defensa en esa época, Federico Trillo, hiciese declaraciones en las que garantizaba a EEUU “acceso sin condiciones” a las bases de Rota y Morón. Con el cambio de Gobierno, la utilización de estas bases no se vio alterada.
Todo ello da muestra del involucramiento de las fuerzas españolas en la maquinaria de guerra norteamericana y su alineación política a los intereses de Washington, cual peón en un juego de ajedrez.
Desde la institucionalidad del Estado español, amerita un abordaje directo y sistematizado por parte del gobierno de coalición y las fuerzas de izquierda rupturista de España. Es menester crear una agenda política y social que reformule el actual papel de las FFAA españolas local e internacionalmente.