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Perú: los tres errores de Pedro Castillo

Postergar la Constituyente, no asumir una postura ideológica y no mover el apoyo popular son los tres errores de Pedro Castillo.

Decisiones van y vienen, huidas hacia adelante, errores y también aciertos. Pedro Castillo sigue en la presidencia del Perú pero con menos poder y mayor vulnerabilidad al golpismo.

En las últimas semanas, realizó dos cambios importantes en su equipo de gobierno, sin que se pueda deslastrar de los factores más conservadores. Castillo sacó a Héctor Valer, una pieza de la ultraderecha acusado de violencia doméstica, y una presencia intolerable tanto para la izquierda como para la centroizquierda, y nombró a Aníbal Torres, una figura de Perú Libre como su nuevo premier.

Pero otros personajes se mantienen, la economía sigue en manos de Oscar Graham considerado un neoliberal ortodoxo, y César Landa, un exasesor de la OEA continúa al frente de la política exterior del Perú, desde la Cancillería.

Sin embargo, esa es solo una parte, a continuación los tres errores de Pedro Castillo.

Primer Error: Postergar la Constituyente

Lo que vive el Perú no solo es el enfrentamiento de las clases populares contra la oligarquía, dentro de ello juega un papel fundamental la crisis constitucional que impide dejar atrás el régimen de Alberto Fujimori.

La Constituyente fue la bandera de Perú Libre y de Pedro Castillo durante la campaña presidencial. Luego, en el contexto de las disputas internas, la persecución judicial contra Perú Libre y el alejamiento de Castillo, la Constituyente quedó para después.

Actualmente, Pedro Castillo es rehén del orden impuesto por la Constitución del Perú de 1993.

Constantemente, el primer mandatario peruano es amenazado con la vacancia por el Congreso, que intenta de todas las formas posibles justificar la incapacidad moral para truncar al primer gobierno de izquierda que ha existido en el Perú.

Más allá de cualquier cálculo táctico, la estrategia debe ser transformar el orden establecido por la oligarquía, y esto se hace con una nueva Constitución, fuera de eso se llega a un callejón sin salida. Postergar la Constituyente es claramente, un error.

Segundo error: pretender la NO ideología

En diversas alocuciones Pedro Castillo ha pretendido alejarse de la confrontación ideológica del marxismo contra el neoliberalismo.

Aún cuando el mundo es cada vez más pluripolar, siguen existiendo dos bandos, los que defienden los intereses de los más ricos y poderosos, y los que luchan por el bienestar de las mayorías. Cada bando tiene sus matices, pero el choque persiste.

Pedro Castillo se manifiesta a favor de los más vulnerables y se ha declarado enemigo de la pobreza, pero se alinea con los poderosos. Castillo valida las instancias internacionales de la ultraderecha como el Foro de Davos, la cumbre de la Alianza del Pacífico y visita con entusiasmo a Jair Bolsonaro en Brasil, pero se niega a decir que Cuba y Venezuela son dictaduras.

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Inclusive, Pedro Castillo cedió su sombrero y dejó de usarlo, un ícono que le identificaba como un presidente de la clase trabajadora del Perú.

Esta indefinición no le libra de la guerra mediática, sus declaraciones siguen siendo criticadas, descontextualizadas, y la prensa mantiene la tesis de que Castillo es un incapaz, así otorgue todas las concesiones.

Se niega, como en efecto lo hizo en la entrevista de CNN a reconocerse como de izquierda, y de hecho sus acciones no son rupturistas con el neoliberalismo, no ha tocado los recursos estratégicos para nacionalizarlos, tampoco aumenta el salario, ni cambia la política monetaria.

Tercer error: No movilizar el apoyo popular

Las masas que le apoyaron durante los días de conteo electoral parecen haberle abandonado. A pesar de que Perú Libre mantiene una activa agenda de movilización en torno a la Constituyente, Castillo no apela a la movilización como táctica anti golpista.

Según el analista Isaac Bigio, Castillo cometió un error al desaprovechar varias oportunidades para mover a las masas en torno a varios reclamos sociales.

Castillo ha perdido una gran oportunidad para haber aprovechado el derrame petrolero para movilizar a las masas para pedir la renacionalización de los recursos naturales y el cambio de Constitución. Mientras él no convoca a las masas para que se opongan a su vacancia, las organizaciones sociales quienes tienen ahora esa tarea”. Expresa Bigio.

A pesar del error de Castillo, la izquierda, y los defensores de la democracia en el Perú, hacen grandes esfuerzos por mantenerse unidos, con la firme convicción de derrotar al golpismo.