Lo que la victoria de Petro cambiará en la relación colombo-venezolana
El triunfo arrasador de Petro contrasta con los resultados de las legislativas, los cuales evidencian una fragmentación equilibrada entre las fuerzas políticas.
La victoria de Gustavo Petro ha traído un claro escenario favorable para la izquierda colombiana, aunque algunos sondeos estiman que las elecciones presidenciales se definirán en una segunda vuelta. El resultado final dependerá si los petristas logran mantener a la izquierda en bloque o, por el contrario, la derecha obtiene la unidad política suficiente para continuar en el Palacio de Nariño.
Si bien la izquierda se impuso en la consulta de principios del mes de marzo, en el Congreso hay una representación mucho más variada de cara a las proyecciones de las presidenciales. Ahora el legislativo será decisivo a la hora de inclinar la balanza en favor de alguno de los candidatos.
En este respecto, el Partido Liberal se encuentra contra la espada y la pared, al no saber si apoyaran Fajardo o a Petro. De igual forma, en el sector conservador deciden si apoyarán a Gutiérrez u optarán por una candidatura propia.
El triunfo arrasador de Petro contrasta con los resultados de las legislativas, los cuales evidencian una fragmentación equilibrada entre las fuerzas políticas. Esto pone en relativa ventaja a Petro, ya que es el único candidato del Pacto Histórico.
La izquierda está unida, lo cual representa una fortaleza para esta y, por otra parte, la fragmentación se está dando en múltiples candidatos de centro y de derecha, que ahora están representados por Sergio Fajardo y Fico Gutiérrez. Dicha fragmentación política conservadora claramente puede consolidar el triunfo del petrismo.
Sin embargo, la posibilidad de que Petro gane la presidencia de Colombia en la primera vuelta se ha descartado por completo debido a que solo votaron la mitad de los colombianos habilitados. Pero se advierte que el exguerrillero sí pudiera ganar en la segunda vuelta si no hay una integración significativa de las derechas en Colombia.
Asimismo, la izquierda busca aprovechar el descontento de los ciudadanos por el desplome de la economía y la inoperancia del gobierno de Duque sobre la situación migratoria tras la llegada de millones de venezolanos a ese país. Este descontento de la población fortalece discursivamente a las izquierdas en Colombia, aunando al cansancio de la ciudadanía con respeto a la corrupción imperante en la nación.
Dicho manejo discursivo, deber ser ajustado durante la campaña de acuerdo a la visión que los colombianos tienen actualmente con respecto Venezuela, país con el que la derecha busca relacionar a Petro para afectar su imagen dado el sentimiento antichavista y antimadurista que promueven algunos sectores conservadores de la sociedad colombiana.
Este conservadurismo busca vender la idea de que Petro es amigo cercano al Gobierno de Venezuela. Lo cierto es que hay que esperar para que se desarrollen todos estos elementos. Lo que a ciencia cierta se percibe como el escenario más probable al cabo del proceso electoral colombiano, es que la agenda del actual presidente Iván Duque sobre Venezuela será superada por cualquiera de los candidatos que gane.
Por ello, mientras dure la campaña por las presidenciales, Petro debe ejercer un desmarcaje estratégico con respecto al gobierno de Nicolás Maduro. En el marco de este cometido, Gustavo Petro ha afirmado que “Maduro no es un líder de izquierda”. El actual candidato por el Pacto Histórico sostiene que el gobernante venezolano es un conservador de las facciones “más agresivas” de la política y que está dentro de las “dirigencias de la muerte”.
Pero una lectura exhaustiva puede evidenciar que la posición de Petro sobre la situación política en Venezuela es cosmética y está relacionada con evitar la venezolanización de la campaña y que en su condición de candidato presidencial del Pacto Histórico no sea presentado como un representante del chavismo.
El tema de Venezuela nunca ha estado al margen de la campaña. En ese respecto, gran parte de los precandidatos presidenciales, sobre todo los ganadores en las consultas internas de marzo, han declarado en varias oportunidades que tienen como prioridad relanzar las relaciones entre Colombia y Venezuela. Dichas relaciones, han llegado a un punto de agria confrontación debido a la polarización entre Maduro y el actual presidente colombiano.
Diferentes factores políticos y sociales guardan la esperanza de que cualquiera que gane las elecciones, logre avanzar en el proceso de recuperación de las relaciones diplomáticas, comerciales, consulares y culturales.
También es evidente la existencia de un tema migratorio que debe ser atendido binacionalmente. Son cuestiones que ineludiblemente deben estar en la agenda de quien gane la contienda electoral en una Colombia donde la praxis política de Duque en nada ha favorecido a una búsqueda de diálogo y de consenso entre Colombia y Venezuela.
La actual crisis en las relaciones colombo-venezolanas no invisibilizan la posibilidad de cierto continuismo pragmático de una diplomacia de Estado, donde se considere también fuertemente las relaciones con los EEUU en un plano hemisférico y geo estratégico.