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Medios y poder: la amenaza de las redes sociales

80% de la información que reciben los habitantes del mundo, está en manos de grupos corporativos que responden a intereses específicos; realidad que permite cuestionar el carácter de la libertad de expresión.

Históricamente, los medios de comunicación han servido de herramienta utilizada por la sociedad para transmitir ideas, pensamientos, informar sobre acontecimientos históricos, culturales, económicos, entre otros.

Desde el papiro, dibujos sobre piedras, panfletos, escritos sobre paredes, murales, entre otros, el ser humano ha buscado las vías para mostrar a todos y todas su pensamiento sobre determinados temas; alzar una voz de protesta, apoyar un proyecto o combatirlo, convocar, reflexionar o distraer.

La privatización de los medios de comunicación, atenta contra la esencia de los mismos. De esta manera coloca en posición privilegiada a un grupo de la sociedad con posibilidades económicas para apropiarse de las mejores tecnologías; y de allí, con la posibilidad de contar con un aparato que permita enviar información a masas humanas en todo el planeta.

Este hecho ha generado que el 80% de la información que reciben los habitantes del mundo, esté en manos de grupos corporativos que responden a intereses específicos; realidad que permite cuestionar el carácter de la libertad de expresión.

A decir de Belén “Los grandes medios de comunicación producen las noticias que transmiten. Esto es algo que olvidamos con frecuencia. Los medios son emisores además de transmisores. No son el tablón de corcho donde cada persona cuelga su aviso sino que, como el uranio emite radiaciones; los llamados medios emiten su versión del asunto, su versión de la realidad”. Gopegui, La concentración de los medios de comunicación y la libertad de expresión, España, mayo 2006.

En este sentido, los medios de comunicación de las grandes corporaciones económicas del planeta se erigen como instrumentos de las mismas para lograr construir a través de una estrategia psicológica bien estudiada, contenidos que logren posicionar pensamientos en la sociedad, acordes al modelo que éstas representan; ocultando información “inapropiada” y colocándose como un gran poder que logra medirse en el sistema de legitimidad y valores con las grandes instituciones de los Estados – Nación, a quienes brindan la imagen que mejor les convenga.

 

Redes y nuevas generaciones

La propuesta democrática de participación, bastante promulgada en discursos pero detenida en la práctica concreta; sufre ante la realidad cultural de las nuevas generaciones, el riesgo de desaparecer.

Estas nuevas generaciones toman como herencia una industria cultural en fase de control masivo del comportamiento humano, instalando en la psiquis colectiva modas, formas de relacionarse, gustos, entre otros aspectos; que son instaurados sin cuestionamiento crítico. Se bebe lo que se recibe.

Tik tok, Instagram, entre otras plataformas, plantean maquetas de comportamiento que están siendo prácticamente adheridas como posibilidad única de ser en el mundo donde se repiten palabras, muecas y las historias dejan de ser historias al pasar 24 horas. Más allá de esto, el mundo está en ellas, y es minúsculo. Es una manera de opacar la diversidad por la vía más peligrosa: suprimir la capacidad de detectarlo.

Las redes sociales se han convertido en creadoras de opinión pública. Por tanto, este es un tema urgente para quienes proponen proyectos de país, movimientos sociales, escuelas, universidades. No se trata de eliminar esta realidad.

 

Redes sociales y política

Las redes sociales se configuran también como una posibilidad, un nuevo territorio para la educación, para la comunicación que permite el acercamiento con coterráneos en cualquier país del mundo, como opción para los movimientos sociales de informar al momento hechos de trascendencia.

Se presenta en esta disyuntiva, una afirmación: la práctica de la participación está constreñida al manejo individual y colectivo del mundo de las redes sociales. Entonces, la posibilidad de expandirla se encuentra también en generar la capacidad de mirar con ojo crítico lo que allí se vende como mercancía para el consumo.

La información veraz y la participación política, no pueden ser una mercancía. Estas tienen entonces el reto de romper barreras a través de procesos de alfabetización tecnológica y agendas públicas que no estén en manos de las élites de la comunicación.

El peligro se encuentra también en que quienes cuentan con un papel de liderazgo en la sociedad, al contrario de darles el provecho que puedan tener, busquen la adaptación para calar en una generación que tiene como reto cultivar el pensamiento propio; en medio de tantas adversidades, para tener la posibilidad de probar el verdadero sabor de la libertad, el conocimiento del mundo.