¿Mujeres en el poder? Conquistando espacios
En otros tiempos, pensar en que una mujer llegara al poder se veía como imposible, pero hoy es una realidad.
En épocas pasadas era difícil pensar en que una mujer asumiera el liderazgo; bien sea a la cabeza de una organización, la jefatura de un Estado o nación o cualquier puesto de poder. Aunque existieron numerosas monarcas a lo largo de la historia, siempre se vieron limitadas por diversos factores.
Siempre existen excepciones y es fácil distinguir diversas figuras femeninas que resaltaron por su papel protagónico en el contexto que ejercieron dicho poder. Tal el caso de Débora, quien fue madre de Israel y también se tiene registros de que fue la primera jueza; además de liderar al pueblo judío durante ese tiempo.
No obstante, las mujeres se han topado con notables desigualdades, demandas sociales, violencia, machismo y sexismo que fueron marcándose aún más a partir del advenimiento de la modernidad.
A raíz de las diferentes crisis que han eclipsado al mundo, se evidenció que el género femenino desempeña un papel significativo en la gestión pública y a nivel gubernamental. Su exclusión de la toma de decisiones en espacios de poder no tiene que ver con capacidades; sino con discriminaciones estructurales y estereotipos que están fuertemente arraigados a la sociedad.
Nadar contra corriente
Esta metáfora es más que suficiente para explicar como se siente la conquista de las mujeres sobre cargos de Gobierno y en la administración pública. Al posicionarse cada vez más en esta esfera, han luchado contra la cultura política machista, un tanto prejuiciosa y caótica; que en su mayoría está dominada por hombres.
Aunado a ello, se enfrentan a un adversario letal: la violencia política que se manifiesta de diversas formas: desde los asesinatos de candidatas, los ataques físicos, hasta el acoso y los mensajes de odio mediante las plataformas digitales.
Para el que no lo sepa —o tal vez elija mantenerse ignorante— la violencia contra las mujeres en política es una realidad cotidiana para quienes deciden seguir esta carrera.
Esto es más común durante contiendas electorales, específicamente en temporada de campañas, ya que el ambiente se llena de tensión y se juegan muchas cosas importantes. Pero, allí destacan características específicas como la corrupción, que se utiliza como un mecanismo para evitar y/o castigar la fiscalización de las mujeres que buscan medidas hacia una mayor transparencia y rendición de cuentas con el objetivo de ayudar a los ciudadanos.
El típico encuentro con el “techo de cristal”
A medida que se avanza en esta carrera, alcanzando objetivos y venciendo enemigos que impiden el logro de la igualdad, se va rompiendo ese techo de cristal que hace referencia al “tope” que se pone a las mujeres para que no lleguen a altas posiciones de poder.
En el ámbito político, las mujeres que ejercen cargos de esta naturaleza se ocupan más por el bienestar social y la protección jurídica. Esto aumenta la confianza de la ciudadanía hacia el Gobierno y sus autoridades.
En reiterados casos, se demostró que la presencia de mujeres en posiciones de liderazgo político ha brindado grandes beneficios para toda la sociedad, como la legislación de la violencia doméstica, el derecho de las mujeres a la salud, derechos laborales y derechos de maternidad y paternidad, entre otros.
Como nos compete la dimensión pública, también es preciso recalcar que en el ámbito social las mujeres que son líderes y activistas facilitan e impulsan la participación de todos los miembros en la toma de decisiones, la formación de la agenda pública, ayudan a las personas dentro de la comunidad, la autogestión o el fomento de una mayor conciencia ambiental.
Aunque caracterizarlo es limitarlo de cierto modo, el liderazgo político de las mujeres sobresale por unos aspectos muy específicos como:
Empatía
Porque somos sociables, expresivas y cercanas, lo que brinda mucho potencial a la hora de lograr compromisos y consensos, sea con los objetivos del grupo o en un proyecto en particular. Además, tienen facilidad para socializar y establecer lazos personales con su equipo, valorando no sólo los aspectos profesionales, sino también el lado emocional.
Tendencia a la cooperación
Esto hace que el trabajo en equipo sea más natural, ya que ellas son activas en la inclusión y conteniendo a las personas. Por tanto es sencillo establecer acuerdos entre las partes, al igual que negociar si hay algunas discrepancias.
Las mujeres en estos cargos tienden a propiciar la inclusión de todos los miembros del equipo, ejerciendo un liderazgo más horizontal. Tienden a aceptar y solicitar opiniones, propuestas o ideas de todos los integrantes.
Capacidad de adaptación e innovación
Tienen la habilidad innata de pensar y actuar en muchas direcciones o temas al mismo tiempo. Por tanto, su espectro analítico generalmente es más amplio y poseen la agilidad para tomar decisiones y afrontar situaciones de crisis de la mejor manera.