La educación española hoy, la pérdida del horizonte de sentido
La educación en España tiene aún muchos asuntos que resolver, para tener la importancia que merece dentro de la sociedad.
Una de las grandes falencias que arrastra la democracia española es la educación en todos sus niveles.
Para la mayoría de los españoles, es un tema complejo que trae consigo una multitud de visiones que generan noticias desalentadoras.
A esto se suma una serie de discursos que se han tejido al calor de ideas fuerza como la excesiva politización de la educación. Asimismo, la deficiente inserción de las herramientas necesarias para la nueva educación que se construye desde el elemento tecnológico, por decir lo sustantivo.
En el plano administrativo, el hecho formativo descansa sobre fuertes presiones nacidas de la obsolescencia del sistema, que se traduce en el plano de la realidad en una educación cosificada, vertical y burocratizada que permeó los espacios iniciales, medios y universitarios; actuando como barrera que limita la participación para la toma de decisiones fundamentalmente en el ámbito académico investigativo y administrativo.
La verticalidad y poca actualización de los procesos y contenidos formativos, dificulta la preparación para la vida, el orden del tiempo y la autogestión en los jóvenes.
A finales de la década franquista, se hicieron muchos cambios en la mayoría de los ámbitos de la vida española. Sin embargo, la educación no siguió ese mismo derrotero.
Además de esto, la relación difusa entre el sector educativo y el productivo, ha generado una separación entre la lógica de las carreras dictadas y las necesidades en constante cambio de una economía ligada a las grandes tensiones del mercado europeo.
La educación pública
El rechazo que muchas familias sienten ante la educación pública y el pretendido trasvase entre la escuela y el lugar de trabajo; ha jugado un papel importante en cuanto al número de estudiantes y la baja tasa de titulación.
Este último, a saber, el problema de la baja titulación, es un gran factor interviniente que ha de ser atendido tanto por las familias como por el Estado.
Están pendientes políticas dirigidas al sector juvenil que no debe verse solo como un sujeto que debe salir a trabajar; sino que es un ser que espera formarse sin ninguna otra tarea sobre sus hombros.
Hoy día la posibilidad real de hacerlo no es igual para todos.
Los de abajo
Las presiones sufridas por las familias más empobrecidas y la ruptura entre la educación y el primer trabajo de subsistencia personal y familiar generan una gran dicotomía de clases.
Entre los jóvenes de familias pobres, migrantes y representantes de minorías se encuentra ese gran colchón de trabajo mal pagado, a destajo y temporal, dónde saltan los intereses capitalistas a placer.
Por otro lado, el llamado fracaso escolar, que como resultado genera cantidades crecientes de jóvenes que abandonan sus estudios entre los 18 y los 23 años, es un asunto impostergable de resolver. Además de otros fenómenos como la repetición y las malas calificaciones.
La salida de un joven de sus estudios por razones de carácter social y económico es un fracaso para el sistema, es una deuda con el futuro. Una cantera a donde vienen a servirse a manos llenas los extremistas de todo el espectro.
Esos jóvenes son ese número estadístico que crece hacia la derecha y roba el horizonte de sentido de la izquierda.
La educación que enaltece, que construye patria, se desarma ante esta realidad.
Los docentes
Otro gran desafío es el nivel de preparación, ingreso al sistema y desarrollo profesional de los docentes. Los estímulos concebidos para fortalecer este importante espacio de construcción social se quedan cortos vs el esfuerzo que significa permanecer en él con las actuales condiciones laborales.
En fin, la educación española ha de pasar por un esfuerzo conjunto, dedicado a darle el espacio y el peso e importancia que tiene.