Claves para entender qué es la misoginia
Aunque muchos confunden la misoginia con el machismo, son dos conceptos distintos que pueden presentarse en una misma persona.
Muchas personas han llegado a confundir y distorsionar el concepto de “misoginia”, el cual es compartido abiertamente por la ideología feminista; ya que es un tipo de conducta que todavía sigue estando muy presente en las sociedades por más modernas que sean.
Según la Real Academia Española, hace referencia a una “aversión por las mujeres” y luego continúa: «El antifeminismo está frecuentemente basado en la misoginia, pero el feminismo no se sustenta en el odio a los hombres».
Bajo esa definición, podemos plantear uno de los puntos claves para comprender de qué se trata, y es que se basa en cómo el hombre considera que la mujer es inferior, hasta el punto de degradarla y pisotearla, reduciéndola a nada. ¿Suena muy drástico? Pues, te cuento que es algo muy real, de lo cual he sido testigo y muchas veces receptora.
El objetivo bajo esta premisa es que la misoginia llega a la deshumanización del género femenino, llevándola desde lo más alto (la figura de la Virgen María del catolicismo) hasta lo más bajo (cualquier ramera). Es decir, una mujer ya sea calificada como “puritana” o “prostituta”, siempre será culpa de la mujer; porque se señalan sus características.
Cuando analizamos la historia, se observa como desde el inicio se muestra un desprecio por las mujeres: pasando por la filosofía griega, específicamente en manos de Aristóteles. Después están las masacres de brujas durante la Edad Media, siendo uno de los capítulos más vergonzosos y terribles del cristianismo, cosa que se ha intentado “ocultar”, pero falló.
Continuando con los ataques hacia mujeres en callejones londinenses por manos de Jack el Destripador, siguiendo por los ataques del siglo XX a los talibanes con el objetivo de ir en contra de sus mujeres y suprimirlas totalmente de la esfera pública; hasta llegar a la evolución actual de la imagen de bruja, la femme fatale de la tradición cinematográfica, donde la mujer adquiere un papel seductor y despiadado que tiene como único fin hacer la vida imposible al hombre, a través de la manipulación.
Lo que implica crecer en un núcleo misógino
Quitarse esa venda de los ojos, romper las cadenas que te mantienen “cautiva” y no continuar en un núcleo familiar misógino es bastante complicado, porque cada día significa una lucha que no puedes dejar; pero al mismo tiempo se siente como nadar contracorriente.
Porque es difícil escuchar constantemente frases que reducen a la mujer a un simple objeto, que solo sirve para complacer sexualmente a un hombre y para hacer las labores del hogar, en plan de sirvienta, que si lo vemos desde un punto de vista real, es hasta esclavizante.
También es importante acotar que esta creencia de la mujer como “un ser inferior” ha sido justificada por cuestiones religiosas, biológicas y pseudocientíficas; ya que anteriormente las ciencias, las religiones, la ideología política y la mentalidad colectiva han distribuido las funciones sociales y han definido los conceptos de hombre y mujer.
Pero eso es cosa del pasado, porque se comprobó que se trata de una mera creencia, ya que no existen datos empíricos de la inferioridad de la mujer.
Además, está avalado científicamente que las mujeres son igual de capaces que los hombres. Pero, desde una perspectiva misógina, que la mujer sea biológica, intelectual y moralmente inferior son hechos que justifican el odio hacia las mujeres.
Así que cuando hablamos de feminismo, no lo utilizamos para “lo contrario del machismo” como se ha querido transmitir por algunos sectores que se oponen al movimiento y la ideología en sí. Ser feminista no está mal. Lo que sí está mal es la misoginia; con la cual hemos convivido por mucho tiempo y se encuentra en la cultura de los diferentes grupos sociales.
¿Y existen formas de combatirlo? Por supuesto que sí. Para comenzar, hay que ir eliminando esa cantidad de insultos y palabras malsonantes relacionadas con el sexo femenino que existe en nuestro idioma: “bruja”, “histérica”, “amargada”, entre otras; que forman parte de nuestra cotidianidad aunque a veces no nos damos cuenta.
Puntos claves para entender como opera
Entre el machismo y la misoginia existen algunas diferencias; en el caso de los hombres machistas, estos no odian a las mujeres, sino que las consideran inferiores, por lo que desean ejercer control sobre ellas.
Y ahí resaltamos un punto anteriormente mencionado, que dentro del machismo la mujer solo existe para la reproducción, brindarle satisfacción sexual al hombre y para que cumpla las tareas del hogar. En el caso de la misoginia, el hombre puede prescindir de la figura femenina en su vida, debido al mismo odio que siente, o deshumanizarla completamente.
Un factor muy importante a considerar, es que la misoginia puede ser el resultado de traumas sufridos en las edades tempranas y causados por la figura femenina de su entorno como, por ejemplo, una hermana abusadora, una madre autoritaria o severa, una profesora estricta, entre otros; o la simple crianza de esa manera, como el hecho de que un padre de familia le enseñe a su hijo que a las mujeres hay que verlas de ese modo.
Por tanto, a medida que transcurre el tiempo, los varones misóginos irán demostrando actitudes que dejarán al descubierto su odio hacia el género femenino, tales como burlas, malas palabras, expresiones despectivas, menosprecios, e incluso violencia física.
Igualmente, los misóginos pueden llevar a cabo actos discriminatorios, comentarios inapropiados, camuflados en forma de chistes o bromas. Pero en el caso más extremo, puede llevar a la agresión y violencia, lo que nos lleva a concluir que es un problema de índole social y cultural.
A pesar de la evolución de las sociedades, muchas mujeres continúan siendo víctimas de la misoginia, sufriendo agresiones psicológicas, físicas, económicas, patrimoniales, entre otras, ya que en muchas culturas se cree que el hombre es superior a la mujer y nosotras debemos trabajar para cambiar eso.