China, Taiwán y EEUU, un triángulo con historia
Cualquiera se detendría a hablar exclusivamente del viejo conflicto entre China y Taiwán, pero lo cierto es que, la clave de los roces actuales yace en la intervención de EEUU, y nuevamente, de los pactos que no se cumplen entre occidente y oriente.
China, Taiwán y EEUU protagonizan un momento geopolítico que anticipa otro conflicto de alto impacto. Las relaciones entre la China continental y Taiwán, considerada “la isla rebelde”, son el contexto para otro movimiento de occidente. Desde esa parte del mundo tratan de extender una hegemonía que saben, desde hace rato, perdida frente el poderío chino.
Los orígenes de la confrontación entre China y Taiwán se remontan a principios del siglo XX y el enfrentamiento entre Chiang Kai-Shek, líder del Kuomitang (partido taiwanés), y Mao Zedong, líder del Partido Comunista Chino, quienes habían formado un frente unido contra los señores de la guerra.
China y Taiwán intentaron en dos oportunidades formar frentes unidos que impidieran el retorno al siglo de la humillación. Una de las amenazas era la expansión del dominio de Japón.
La intervención de EEUU
Chiang Kai-Shek y el Kuomitang instalaron un régimen de gobierno dictatorial conocido como el régimen del terror blanco. Para principios de 1950, ambos emprendieron una ardua y obsesiva campaña contra los comunistas, alentados por los EEUU.
Jhon Foster Dulles diseñó una estrategia de control sobre Taiwán con el propósito ulterior de frenar el avance del comunismo. Ello consistía en cercar a la República Popular de China, recién proclamada en ese entonces por Mao Zedong.
Para lograr ese cercado, era imprescindible tomar el control de Taiwán por su posición en la primera cadena de islas. Esto explica el apoyo que ha venido otorgando EEUU a Taiwán, sobre todo, en materia defensiva y armamentista.
Los asuntos centrales entre China y Taiwán
China y Taiwán han tenido momentos de separación total y de acercamiento que giran en torno, al menos, a tres puntos centrales:
1. La autonomía de Taiwán
2. La necesidad de reunificación de China
3. El mantenimiento del status quo, es decir, las posibilidades de crecimiento y prosperidad económica de Taiwán.
China considera que Taiwán es una parte sagrada de su territorio. Taiwán, por su parte, a pesar de identificarse culturalmente como parte de China, mantiene viva, en razón de su postura política y su asociación con EEUU, sus aspiraciones autonomistas.
Más allá de cualquier intento de razonamiento bipolar, lo cierto es que se trata de una relación muy compleja que, al menos en términos comerciales, sigue siendo muy estrecha y dinámica.
Taiwán: La exacerbación del espíritu autonomista
A mediados de los 70, con la muerte de Chian Kai-Seng y el ascenso al poder de su hijo, Chiang Ching-Kuo, las relaciones entre China y Taiwán comenzaron a descongelarse. Sobre todo en 1988, cuando China anunció su reforma económica y apertura.
Pero esta situación no duró demasiado. El surgimiento y avance del Partido Democrático Progresista (PDP), y la Tercera Crisis del Estrecho, volvió a exacerbarse el levemente apagado espíritu autonomista de Taiwán.
La Tercera Crisis del Estrecho fue una manifestación de los sectores independentistas liderados por Lee Teng-Hui, que tuvo auge en la primera década del 2000, y provocó una severa respuesta por parte de la República Popular China.
La Ley Antisecesión de 2005
Como hemos señalado, la respuesta de la República Popular China al nuevo aire independentista de Taiwán, fue endurecer sus acciones para tratar de encaminar las cosas hacia su horizonte estratégico: la unificación.
“Esta ley está elaborada, de acuerdo con la Constitución, para contener y luchar contra la secesión de Taiwán de China por parte de secesionistas, promover la reunificación pacífica nacional, y mantener la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán”, establece la Ley Antisecesión.
En virtud de esta ley, China puede mediante medios no pacíficos proteger su soberanía, en el contexto de las relaciones con Taiwán.
Obama intenta retroceder
Durante el mandato de Barack Obama, EEUU ejecutó acciones que significaron cierto retroceso en el apoyo a la causa independentista de Taiwán.
El respeto de EEUU a sus relaciones con la República Popular China reveló, entre otras cosas, que China ya era considerada un rival de cuidado. En función de ello, EEUU se abstuvo de apoyar el reconocimiento de Taiwán en la Organización de Naciones Unidas.
Al mismo tiempo, EEUU continuó la ayuda militar acordada con Taiwán a mediados del siglo XX, y entregó armamento valorado en 5,85 billones de dólares.
Sin embargo, la administración Obama se negó a vender aviones F16 a Taiwán, y no mostró apoyo al referéndum convocado por el PDP, donde se le consultaba a la ciudadanía sobre la probable independencia de Taiwán.
A finales de su mandato, Barack Obama dio una especie de giro y aprobó otra venta de armas a Taiwán por el orden de los 1.83 billones. Este gesto fue respondido por la República Popular China con una amenaza de sanciones a las empresas estadounidenses que participaron en dicha venta.
La identidad
En tiempos de la guerra civil en China, los taiwaneses se identificaban con la nación China, pero eso cambió drásticamente en las recientes décadas.
Para el año 2018, el 55% de los taiwaneses se identificaban solo con Taiwán, convirtiendo en un asunto más complejo la unificación que China se propone bajo el lema “Una sola China, dos sistemas”.
Con esto se comprende que ya no es un asunto eminentemente político o económico. Se trata de algo que va más allá y explica el respaldo mayoritario a la actual presidenta de Taiwán, Ma Ying-Jeou, también lideresa del partido nacionalista Kuomitang.
Ma Ying-Jeou es la anfitriona de Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, quien visitó el país recientemente, en medio de una fuerte polémica que incluyó demostraciones de severo rechazo por parte de la República Popular China.
El asunto comercial
Otro asunto son las relaciones comerciales. El comercio entre China y Taiwán se mantiene estable y en algunos puntos creciendo, por ello, en occidente es difícil pensar en una confrontación entre estos países.
El Producto Interno Bruto de Taiwán depende, en gran medida, de su comercio con China, y rondaba para 2020 cifras de más de 60 mil millones de dólares.
Desde 2010, la apertura bilateral de ambos mercados es vital. Sobre todo para Taiwán, y fue esta situación la que originó en una primera instancia, el surgimiento del llamado Movimiento Girasol que buscaba romper la estrecha vinculación con China.
La visita de Nancy Pelosi
Más que aludir propiamente a la visita de Pelosi, hay que precisar que la actual presidenta de Taiwán es una feroz opositora a la estrategia de China de “Una sola nación”. En consecuencia, es contraria a la estrategia China de control hegemónico de la región para el año 2049.
En este contexto de la visita de la presidenta de la Cámara de Representantes, se originó la contundente respuesta del presidente Xi Jinping, en la cual aseguró que “quienes juegan con fuego, morirán quemados”.
Las consecuencias
Con esta respuesta, China no se refiere necesariamente al empleo de medios no pacíficos convencionales, como las armas. Alude igualmente al uso de instrumentos como las sanciones económicas.
China decidió restringir las exportaciones de frutas, pescado y arena a Taiwán. La arena es materia prima para la producción de chips, una de las industrias más importantes de Taiwán, vinculada a gigantes de la tecnología como Apple.
“Cuando miramos atrás, cada vez que EEUU emprendió una provocación contra China, se llevó desgracia sobre los propios EEUU”, advierte la portavoz del gobierno chino, Hua Chunying.