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VOX reniega de la democracia

La democracia interna de las organizaciones políticas, son un buen reflejo de cómo quieren conjugar los proyectos políticos de cara a la sociedad civil.

Un mayor índice de democracia interna dignifican, no solo la estructura y el enfoque social, sino que es sinónimo de respeto a nuestro sistema democrático, y a nuestro propio Estado social y democrático de derecho.

La extrema derecha española reniega, por tanto, de la democracia. No la respeta, y por ende, la mancilla.

Ausencia de democracia interna

La estructura orgánica de la formación ultraconservadora se basa en el establecimiento de formas y cúpulas políticas. Con ello abandonan el principio de participación soberana de los militantes. No se les reconoce a su base de afiliación una participación en las órdenes y la hoja de ruta del partido. Al finalidad, la utilidad de estos se reduce al pago de tasa de afiliación. En las mismas direcciones se postula la extrema derecha a la hora de la elección orgánica de candidatos o puestos relevantes en sus ejecutivas, como presidentes de la formación a nivel nacional, autonómico y en los entes locales. Su elección no es democrática, ya que es impuesta por el propio partido.

Además, no respeta el marco constitucional del ordenamiento jurídico español. No reconoce el pluralismo político y las libertades públicas de algunos colectivos. Igualmente, no tiene en cuenta que los Estados miembros pasaron de establecerse como un Estado legal de derecho, a evolucionar hacia un Estado constitucional. Mejor dicho, se recreó de un Estado liberal de derecho a un Estado social y democrático de derecho, donde se establecen no solo instrumentos democráticos para controlar y adherirse como soberano de los poderes públicos, sino para garantizar los derechos de las minorías y el pluralismo en todas sus áreas.

Los apellidos del Estado de derecho

La línea social se vertebra sobre ese Estado social que está impuesto en nuestra carta magna como la consecución de una protección social a los más vulnerables, o el impulso de unos servicios sociales básicos para toda la ciudadanía. Esa protección social contempla el acceso a la educación y a la sanidad públicas. La formación se olvida por ende de los apellidos del Estado de derecho, “social y democrático”. El segundo apellido, el “democrático”, abre un eco de inclusión social en el terreno político como la diversidad territorial y la pluralidad política.

Tics franquistas

Además, exalta en determinadas ocasiones periodos dictatoriales como el franquismo. Su jefe de filas, Santiago Abascal, durante una intervención en la Cámara Baja de las Cortes Generales, rompió la línea consensuada de la legitimación venida de los gobiernos (desde la llamada transición) por ser constitucionales y democráticos. Mantuvo la idea de la deslegitimidad del gobierno de coalición y expresó que Pedro Sánchez “preside el peor gobierno en 80 años”. Una manera de consentir y aupar la exaltación indirecta de la preferencia de un gobierno franquista a uno democrático.

Por consiguiente, los discursos de odio hacia los colectivos o sectores más vulnerables de la sociedad son el tesoro de Vox. La extrema derecha no puede ser demócrata por naturaleza. Los discursos de odio no se pueden consentir en una democracia.

Todos los actores políticos, junto con la sociedad civil, debemos hacer un cordón democrático a la ultraderecha.