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Esa aldea llamada Ecuador

Ecuador viene arrastrando un tiempo de neoliberalismo atroz. Sin embargo, todavía hay esperanzas de regresar a las épocas de gloria y dignidad.

El Reino de Quito en los tiempos preíncas, el Tahuantinsuyo con el Inca Quiteño Atahualpa Cápac, la Real Audiencia de Quito en tiempos del descubrimiento, conquista o invasión –como prefieras- , el Virreinato del Virú, el departamento del Sur y el Gobierno de Guayaquil en la Gran Colombia, y a partir de 1830, la República del Ecuador. Así, más o menos, es la historia -en pastilla- de esta aldea que hoy llamamos Ecuador.

Ecuador está situada al este del océano Pacífico y al oeste de las selvas amazónicas. Es atravesada de norte a sur por las montañas y volcanes de los Andes, y colinda al norte con Colombia y al sur con Perú.

En peligro por el neoliberalismo

Esta aldea sublevada contra y a la vez dominada por los incas y los españoles, hoy día con muchos más habitantes y mucha menos nobleza, se debate entre la vida y la muerte social y económica. Esta es la situación como consecuencia de la imposición de una política de derecha neoliberal nefanda y despiadada.

Esta ha reducido el Estado a una oficina obediente a los poderes plutocráticos que se han alzado con el santo y la limosna. Pero pretenden aún más, a costa de feriarse en su provecho a través de ignominiosos pactos lujuriosos de “concesiones, monetizaciones, y la más putera de todas la impúdica alianza público-privada”. Con ello solo pretenden convertir los servicios públicos estatales como son la salud, la educación, la seguridad social, la vialidad, la obra pública, la energía, los hidrocarburos, etc, en verdaderos negocios privados. Por ello, Estado es cada vez menos Estado y más empresa, y los ciudadanos cada vez menos personas y más clientes.

La llegada de Guillermo Lasso

Después de la bonanza de la Revolución Ciudadana en la “década ganada” desde el 2007 hasta el 2017, año de la infame traición de Boltaire Moreno, se inicia la debacle nacional. Esta continúa con el advenimiento, en el 2021, del fraude electoral mediante el cual, después de haber estado en tercer lugar del conteo, aparece como segundo en una forzada segunda vuelta el banquero Guillermo Lasso.

Lasso, de raigambre plutocrática por mérito propio, es bachiller titulado y Dr. Honoris Causa por la universidad San Ignacio de Loyola en el Perú, y dos más otorgados por las ecuatorianas Universidad de las Américas y la Universidad San Francisco de Quito.

El verdadero título que debe ostentar con orgullo ese diletante, que además es el único logrado por sus propios méritos, es el de Doctor en AAI: Arrogancia, atrevimiento e ignorancia. Estas son sus cualidades demostradas en estos años en que ha presidido un gobierno despiadado en el cobro de impuestos a los ciudadanos. Sin embargo, ha amnistiado a los grandes empresarios de sus deudas tributarias. Está “matando” a los ciudadanos con hospitales carentes, no solo de equipos, sino también de médicos y otros profesionales de la salud, y por una falta criminal de medicinas. No se salvan ni los jubilados.

Creciente inseguridad

Para colmo de males, esta aldea vive a día de hoy una de las más graves situaciones de inseguridad pública de la región. Las muertes en la calle debido a los asesinatos, feminicidios y matanzas en las cárceles -sin contar los asaltos, secuestros y violaciones- están a la orden del día.

Somos una aldea en la que prevalece la ley, no solo del más fuerte, sino la del más rico. No solo la del truhan de calle, sino la del delincuente de corbata. No solo la de los narcotraficantes, sino también la de los “narcogenerales”, con una policía deshonesta, unas FFAA obsecuentes, y una clase política participante activa de los repartos de cuotas políticas – segmentos de poder –, salvo la digna oposición de los representantes de la gloriosa Revolución Ciudadana.

En esta aldea, el ignaro doctorado, atrevido y arrogante, hace gala narcisista y ostentosa de una deshonrada “banda presidencial”. Con ello nos recuerda a los ciudadanos que debemos luchar contra esa maquinaria perversa y mortal. Por eso vivimos en constante lucha por retomar la gloria estatal de un gobierno que reimplante los programas de la Revolución Ciudadana. Deben devolver a la ciudadanía la dignidad que hoy nos han arrebatado. Con ello, se deben recuperar los servicios públicos de calidad y calidez, esos a los que nos dejó acostumbrados Rafael Correa – el mejor presidente de la historia- durante los gloriosos años de la “Década Ganada”

Los corruptos siempre fueron ellos y volverán los días de gloria a Ecuador.