Detrás del velo: las restricciones de mujeres cataríes
Las mujeres cataríes esconden detrás de su velo cadenas que las retienen y son esclavas de aquellos hombres que ejercen “su tutela”.
En Catar, así como en varios países de la región, las mujeres tienen muchas limitaciones. Las violaciones de sus derechos humanos son rutinarias, aunque poco se habla sobre ello.
Si bien todas las personas están pasando por la “fiebre del mundial”, dicha celebración nos insta a reflexionar sobre aspectos que ciertamente pasan por alto y que son importantes.
A la FIFA evidentemente no le importaron todas las faltas cometidas por el gobierno catarí en primera instancia, porque a pesar de la controversia que se desató, ellos siguieron adelante y ahí están. El final se acerca, pero el daño está hecho.
El presente previsible de las mujeres en Catar es terrible, por lo que su única vía de escape suele ser la educación. De hecho, el país tiene una proporción alta de estudiantes mujeres en comparación a los hombres.
Y con respecto al trabajo, según datos del Banco Mundial de 2018, el 12,6% de las empresas en Catar son propiedad de mujeres. En comparación con otros países del Golfo, esta tasa es más alta que la de los Emiratos Árabes Unidos, pero más baja que la de Arabia Saudí.
Sobre el papel, las mujeres tienen derecho a poseer propiedades y tierras, celebrar contratos comerciales y controlar sus propios ingresos y activos.
Situación de las mujeres en Catar
A pesar de contar con una población de 2,9 millones de habitantes, de los que solo el 25% son mujeres, muchas de ellas siguen viviendo a la sombra de los hombres, sean padres o esposos. De ellos necesitan permisos y tutelas en varias etapas de su vida.
Pero más allá del uso de los distintos tipos de velo, las mujeres cataríes se enfrentan a una cruda realidad, pues están obligadas a depender de la decisión de un hombre para cosas tan comunes como salir del país, casarse o trabajar.
Además, las relaciones sexuales fuera del matrimonio son ilegales, por lo que quedarse embarazada estando soltera puede suponer penas de cárcel. Lo más grave es que la violencia de género no está tipificada en el código penal.
Por eso es que se presenta ese planteamiento, pues no se puede hablar de Catar como un Estado moderno, a pesar de que tenga diferencias con los demás países del Golfo.
Aunque las mujeres cuentan con un alto nivel educativo y el 51% de ellas está trabajando, todavía existe mucha presión ejercida por los roles de género arcaicos que les impiden escalar más alto.
En un informe de 2021, la organización Human Rights Watch documentó que las leyes, reglamentos y prácticas cataríes, imponen normas de tutela masculina discriminatorias, las cuales niegan a las mujeres el derecho a tomar decisiones.
Por tanto, deben obtener el permiso de sus tutores masculinos para casarse, estudiar en el extranjero con becas del gobierno, trabajar en muchos empleos públicos, viajar fuera del país hasta ciertas edades y recibir determinados cuidados de salud reproductiva.
El rostro del injusticia
Retomando el hecho de que el código penal de Catar penaliza todas las formas de sexo fuera del matrimonio, con penas de hasta siete años de prisión, las mujeres son las que más se ven afectadas.
Además, la policía no suele tener en cuenta a las mujeres que realizan la denuncia, sino que creen en los hombres que afirman que fue consentido. Este hecho ha llevado al procesamiento injustificado de tantas víctimas.
También está el factor de que si las mujeres son musulmanas, además de ser encarceladas, suelen condenarse con latigazos o lapidación pública.
En cuanto al acceso a sus derechos reproductivos, estos se encuentran muy restringidos. Se exige el que la mujer muestre un certificado de matrimonio para acceder a determinadas formas de atención a la salud sexual. Esto incluye controles de infecciones de transmisión sexual y la profilaxis posterior a la exposición al VIH. Tampoco pueden recurrir a la píldora de emergencia.
A pesar de que estar bajo la tutela de sus padres puede ser un calvario, en el matrimonio nada asegura que le vaya mejor porque ellas deben obedecer a su marido.
Y en caso de no hacerlo, pueden perder el apoyo financiero de este si decide trabajar, viajar o se niega a tener relaciones sexuales con él sin una razón “legítima”. Al parecer, los hombres cataríes no conocen qué es el consentimiento.
Problemas para el divorcio
Aunado a todo lo anterior, las mujeres tienen diversas limitaciones para solicitar el divorcio, ya que deben hacerlo ante varios tribunales por motivos que muchas veces son declinados. Sin embargo, en el caso de los hombres sí tienen el derecho unilateral al divorcio, algo notablemente desigual.
En caso de que llegue a conseguir el divorcio, suelen ser bastante discriminadas y pierden la tutela de sus hijos e hijas, a pesar de que tengan la custodia legal porque esta se le transfiere al padre de los descendientes.
Todo esto deja ver el sistema patriarcal que reduce a la mujer a un simple objeto del cual disponer según su antojo. Este hecho es algo que muchos ignoran y continúan viendo cómo patean la pelota hacia la portería.