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Catar: el calvario de la comunidad LGBTI+

Entre lo que sucede en Catar, la violación a los derechos humanos de la comunidad LGBTI+ es de lo menos tomado en cuenta.

Oriente Medio ha protagonizado una ola de polémicas y debates por el tratamiento que reciben las personas de la comunidad LGBTI+. Sin embargo, el problema se acrecienta cuando la propia Federación Internacional de Fútbol, que está vinculada con la ONU y la promoción de los derechos humanos, elige a Catar como lugar para llevar a cabo la Copa Mundial.

Se ha hablado sobre la explotación laboral, el sistema patriarcal que suprime a la mujer y la precaria libertad de expresión y de prensa. En cambio, en ocasiones se olvidan los constantes abusos que reciben las personas LGTBI+.

En constante negación

Desde el principio, Catar se negó a derogar las leyes que criminalizan las relaciones entre personas del mismo sexo, así como también la transexualidad y el transgénero.

Por eso, en su normativa las relaciones sexuales consentidas entre hombres mayores de 16 años están penadas con hasta siete años de cárcel (artículo 285).

También establece penas de entre uno y tres años (artículo 296) para cualquier varón que “instigue” o “incite” a otro a “cometer un acto de sodomía o inmoralidad”.

Se impone una pena de hasta 10 años (artículo 288) a quien mantenga relaciones sexuales consentidas, lo que podría aplicarse a las relaciones consentidas entre mujeres, hombres o parejas heterosexuales del mismo sexo.

Según Human Rights Watch, si los condenados son musulmanes, además de ser encarcelados, pueden ser sentenciados a la flagelación —si se trata de solteros— o a la pena de muerte en el caso de estar casados.

El propio Código Penal de Catar tipifica conductas que oprimen a las personas pertenecientes al colectivo. Además, esto también se aplicaría para cualquier persona que visite el país.

Advertencias cataríes

Por esa razón, las autoridades cataríes hicieron énfasis al comienzo de la Copa del Mundial sobre que “esperaban que se comportaran y respetaran la cultura del país”, refiriéndose a los extranjeros.

Ciertamente, las normativas establecidas en Catar condicionan aspectos importantes de la vida pública y privada de los individuos. No solo de las mujeres, sino también de los homosexuales, bisexuales, transgéneros, etc.

Debido a ello, distintas organizaciones de la comunidad internacional que velan por la defensa de los derechos humanos, denuncian la discriminación y la violencia. También rechazan las prácticas de conversión patrocinadas por el Estado contra los miembros del colectivo. Recordemos que estas no han cesado a pesar de la presión sostenida por otros actores internacionales de suma importancia.

¿El boicot ha dado resultado?

Aunque hubieron muchas llamadas a realizar un boicot a Catar por dicha situación, parece ser que esta táctica no arrojó las respuestas esperadas.

Sin embargo, 10 selecciones europeas —Francia, Alemania o Inglaterra, entre ellas— anunciaron que se sumaban a la campaña contra la discriminación One Love. Lo hacían para “fomentar la inclusión y la igualdad, y tratar de cambiar las cosas a través del fútbol”.

De hecho, dichas selecciones quisieron que sus capitanes luciesen un brazalete arcoíris como apoyo a la comunidad LGBTI+. Finalmente, no pudo ser así. Las distintas federaciones se toparon con las amenazas y la prohibición de la FIFA, al entender que estaban politizando el evento futbolístico.

En el caso de la selección nacional de Australia, lanzaron un vídeo en el que 16 jugadores australianos actuales y anteriores expresaron su solidaridad con los trabajadores migrantes. También pidieron la despenalización de las personas LGTB, dejando claro que “los valores universales como la dignidad, la confianza, el respeto y el coraje deben definir valores futbolísticos”.

Las investigaciones al pie de la celebración

Antes de iniciar el evento, en el mes de octubre, Human Rights Watch publicó las conclusiones de una investigación en la que el Departamento de Seguridad Preventiva de Catar, dependiente del Ministerio del Interior, había detenido a seis personas. A estas las llegaron a someter a malos tratos, incluidos fuertes golpes y acoso sexual.

Para que fueran liberadas, las fuerzas de seguridad insistían en que fueran llevadas a sesiones de terapia de conversión en un centro de “atención sanitaria del comportamiento”, patrocinado por el gobierno nacional.

En una entrevista, las personas que fueron violentadas por pertenecer al colectivo LGTBI+, afirmaron que los malos tratos se produjeron en septiembre, cuando el propio gobierno estaba siendo objeto de un intenso escrutinio antes de la Copa Mundial.

Los agentes de seguridad también negaron a los detenidos el acceso a un abogado, a la familia y a la atención médica. Además, les obligaron a firmar compromisos que indicaban que “cesarían la actividad inmoral”.

En noviembre, un embajador de la Copa Mundial de la FIFA Qatar 2022, describió la homosexualidad como una “desviación mental” en una entrevista televisiva. Y aun así, con todo eso, los Estados no han endurecido sus medidas en contra de dicho país.