Día del Trabajador: antecedentes, origen y desarrollo histórico
Existe un motivo por que el el Día Internacional de los Trabajadores se celebra el 1 de mayo. Un hecho que sucedió dos siglos atrás e impulsó muchas de las condiciones laborales que hoy la sociedad disfruta.
Decía el historiador José Babiano que el 1º de Mayo es “la tradición más universal y persistente del movimiento obrero”.
El 1º de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores, es el día conmemorativo y reivindicativo del movimiento obrero, un día que se ha utilizado para visualizar las diversas reclamaciones laborales, pero también políticas y sociales, a favor de los trabajadores y trabajadoras, sus derechos y su bienestar.
En la mayoría de los países en los que se celebra esta festividad, se considera una jornada de lucha reivindicativa. En algunos países, continúa estando prohibida su celebración. En muchos casos, se ha olvidado el origen de esta jornada reivindicativa. Pero es importante recordar sus antecedentes, su origen y su desarrollo histórico.
La revuelta de Chicago
El siglo XIX fue una época de rápido progreso industrial y económico, pero la prosperidad y los avances técnicos también tuvieron un lado oscuro.
Fue en el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional (la federación internacional de partidos y sindicatos socialistas), celebrado en París, en 1889, donde se decidió celebrar el 1º de Mayo como una jornada de lucha reivindicativa.
Pero no se trataba únicamente de eso, sino también de un recuerdo y homenaje a los conocidos como los Mártires de Chicago, un grupo de sindicalistas y anarquistas que fueron ejecutados en Estados Unidos por participar en las manifestaciones de lucha para la consecución de esa jornada laboral, que se iniciaron el 1 de mayo de 1886.
Los hechos que llevaron a este desarrollo se iniciaron en las terribles condiciones laborales derivadas de la Revolución Industrial, en los Estados Unidos y Europa, que contribuyeron al surgimiento del movimiento obrero y sus reivindicaciones, una de las cuales era la de “8 horas de trabajo, 8 horas de ocio, 8 horas de descanso”.
El sábado 1 de mayo de 1886, más de 200.000 trabajadores de los Estados Unidos iniciaron una huelga, en reivindicación de las jornadas de 8 horas, mientras otros 200.000 conseguían esa reivindicación sólo con la simple amenaza de paro.
En Chicago, donde las condiciones de trabajo eran mucho peores que en otras zonas, se convocaron más de 300 manifestaciones, en las que participaron más de 88.000 trabajadores.
Las movilizaciones siguieron extendiéndose los días 2 y 3 de mayo, excepto en una factoría de maquinaria agrícola, que estaba en huelga desde mediados de febrero, pero que mantenía su producción gracias al trabajo de grupos de esquiroles.
El 2 de mayo, la policía disolvió violentamente una manifestación de más de 50.000 personas. Al día siguiente, se celebró una concentración frente a sus puertas, y se produjeron graves enfrentamientos en el cambio de turno con los scabs (“roña”, esquiroles), hasta que, sin previo aviso, un grupo de policías comenzó a disparar contra la multitud, provocando 6 muertos y decenas de heridos.
El periodista Adolf Fischer redactó, a consecuencia de esos hechos, una proclama (que posteriormente se utilizaría en el juicio contra los Mártires de Chicago):
Trabajadores: la guerra de clases ha comenzado. Ayer, frente a la fábrica McCormik, se fusiló a los obreros. ¡Su sangre pide venganza!
¿Quién podrá dudar ya que los chacales que nos gobiernan están ávidos de sangre trabajadora? Pero los trabajadores no son un rebaño de carneros. ¡Al terror blanco respondamos con el terror rojo! Es preferible la muerte que la miseria.
Si se fusila a los trabajadores, respondamos de tal manera que los amos lo recuerden por mucho tiempo.
Es la necesidad lo que nos hace gritar: ¡A las armas!
Ayer, las mujeres y los hijos de los pobres lloraban a sus maridos y a sus padres fusilados, en tanto que en los palacios de los ricos se llenaban vasos de vino costosos y se bebía a la salud de los bandidos del orden…
¡Secad vuestras lágrimas, los que sufrís!
¡Tened coraje, esclavos! ¡Levantaos!
También convocaba un acto de protesta para el 4 de mayo, en la plaza Haymarket, que desembocó en la conocida como revuelta de Haymarket. Ese día se concentraron en la plaza más de 20.000 personas, que fueron asaltadas por casi 200 policías. Después de que estallase una bomba entre los policías (produciendo un muerto y varios heridos), la policía abrió fuego contra la multitud, matando a 38 personas y dejando más de 200 heridos.
Centenares de trabajadores fueron detenidos, golpeados y torturados, acusados del asesinato del policía, al tiempo que se desarrollaba una campaña de prensa, que reclamó un juicio sumario contra los responsables de las manifestaciones.
Finalmente, en junio de 1886 se inició el juicio contra 31 responsables (que luego se redujo a 8), en medio de enormes irregularidades procesales y judiciales, convirtiendo el proceso en un “juicio farsa”.
Los 8 acusados fueron declarados culpables: tres fueron condenados a prisión y cinco fueron condenados a muerte y ejecutados. Estos cinco condenados fueron conocidos, posteriormente, como “los cinco mártires de Chicago”: George Engel, Louis Lingg, Adolf Fischer, Albert Parsons y August Spies.
A consecuencia de los hechos de mayo, a finales de ese mes diversos grupos patronales accedieron otorgar la jornada de 8 horas a varios centenares de miles de obreros. El éxito de las reivindicaciones llevó a que miles de trabajadores decidiesen afiliarse a las diferentes organizaciones sindicales existentes.
Extensión del 1º de Mayo como jornada reivindicativa
Tras los hechos de los Estados Unidos, la Segunda Internacional dio un gran impulso a los intentos de convertir el 1º de Mayo en una festividad reivindicativa, siempre con el objetivo de conseguir la jornada laboral de 8 horas. Tanto la reivindicación laboral como la del 1º de Mayo se extendieron progresivamente.
En 1904, en su congreso de Ámsterdam, la Segunda Internacional pidió a todos los partidos y sindicatos socialdemócratas que luchasen enérgicamente en el 1º de Mayo para lograr el establecimiento legal de la jornada de 8 horas y se cumpliesen las demandas del proletariado. Al mismo tiempo, en todo el mundo las organizaciones obreras intentaron transformar el 1º de Mayo en una festividad oficial, en honor de la clase obrera; esto se fue consiguiendo paulatinamente.
El primer tercio del siglo XX fue una consecución de hitos del movimiento obrero. En abril de 1919, el senado francés ratificó la jornada laboral de 8 horas y transformó el 1 de mayo de ese año en un día no laborable, por primera vez.
Desde entonces, poco a poco, la festividad se fue extendiendo a más de ochenta países de todo el mundo, mientras que otros, especialmente los de cultura anglosajona, prefirieron escoger otros días, para intentar no favorecer la ideología de izquierdas en sus países, especialmente en Estados Unidos.
Tras la Segunda Guerra Mundial, especialmente tras la creación de los países del Bloque Oriental, la festividad fue ganando cada vez mayor peso, también en la Europa occidental, con el fortalecimiento de los movimientos sindicalistas e izquierdistas.
Aunque no está reconocido como día internacional de la Organización de las Naciones Unidas, el Día Internacional de los Trabajadores es una de las fechas conmemorativas más importantes, y recibe el apoyo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).