La república, apuesta programática de la izquierda para la unidad
La república es, según la última encuesta publicada, la opción política y social que une al campo progresista. Además de obtener un mayor apoyo que la monarquía.
La república no es un tema que suela estar de actualidad en España. Por un lado, la izquierda alternativa la ocultó desde 2014 porque restaba votos en un momento en el que la ventana de oportunidad estaba abierta, y había que pasar por ella “ahora o nunca“; no había tiempo para realizar la pedagogía necesaria que rompiera el relato del Régimen del 78 sobre ella.
Por el otro, la derecha, o más bien los defensores del Régimen del 78, se mantienen fieles a los compromisos adquiridos, por ahora, durante La Transición, entre los que está la restauración borbónica en la jefatura del estado, tal y como lo ordenó el dictador Francisco Franco. Su apoyo a la monarquía es férreo y si hablan de la república es para expresar que la Casa Real es “el pegamento de la unidad de los españoles“, y que el anterior proceso republicano “acabó muy mal“.
Está la república, por tanto, a la espera de que cualquiera de los dos campo ideológicos decida apostar por ella. En el imaginario colectivo, la idea de la república pertenece a la izquierda, por los gobiernos que se dieron durante la Segunda, y por la reivindicación progresista de ese tiempo; sin embargo no hay una idea clara de qué sería la tercera, ni de cómo llegaría.
Si el campo progresista no termina de decidirse, será el propio Régimen del 78 el que lo haga. Es cuestión de tiempo. La monarquía está condenada porque los que hemos nacido sin conocer la dictadura, ni participar con nuestro voto en el referéndum del 78, no entendemos su existencia.
Lo evidenció la encuesta profesional que diversos medios de comunicación realizaron hace unos meses. No importa el relato del elefante blanco, ni el de la preparación académica, a día de hoy la república cuenta con más apoyo, y es una tendencia marcada desde hace lustros. A menos edad, menos apoyo tiene la corona.
En el momento en el que el Régimen del 78 deba escoger entre preservar sus intereses económicos o la monarquía, sobre todo tratándose de la tercera generación, intentará cooptar el movimiento republicano.
Su intención será dar a la mayoría social aquello que quiere, la república, pero vaciada del contenido rupturista con el sistema neoliberal. Echar a los borbones sería de por sí un acto con la suficiente épica revolucionaria como para vender mediáticamente que es un cambio suficiente. De esta manera desmovilizaría al movimiento republicano, preservando sus privilegios heredados del franquismo, con el que seguiría sin haber ruptura.
La izquierda que hoy representa Unidas Podemos debe afrontar un proceso de unidad con el resto de fuerzas progresistas del Estado español, en base a un programa de mínimos, en el que la república debe ser la base.
El motivo principal de esta apuesta republicana es porque supone un marco discursivo potente. No solo por la épica discursiva de la propuesta -algo novedoso que se percibe como un cambio real que rompe con lo que se rechaza-, sino también por el impulso de un proceso constituyente que rompa los límites constitucionales actuales, donde no caben ya los intereses de la mayoría social.
Además la idea de la próxima república está actualmente vacía de contenido, y la izquierda puede llenarla con propuestas que conformen un plan de gobierno ilusionante, al realizarse de manera participativa integrando en él las diferentes visiones de las izquierdas que apoyaron la investidura del actual ejecutivo de coalición.
Como demostró la última encuesta realizada, la república es una opción que suscita mayor apoyo que cualquier partido político. Incluso en lugares en los que la derecha es mayoría, la república obtiene un apoyo superior a la suma de los últimos resultados de las diferentes opciones políticas de izquierda, o que sean percibidas como progresistas.
Representar esa opción republicana garantiza vincularse con el futuro que marca la tendencia, y además interpelar a la mayoría social con unas propuestas políticas que a día de hoy son derrotadas por el campo conservador en el imaginario colectivo.