Vox genera nuevamente violencia en las calles con su discurso de odio
El partido derechista retomará su acostumbrada estrategia de proyección mediática mediante la promoción de escenarios de crispación social
El partido derechista Vox plantea una estrategia que contrarreste, no solo las acciones del gobierno, sino también las del PP, Ya sea en cuestiones como la inmigración. En este sentido, Santiago Abascal y sus seguidores se han propuesto diseñar el rearme político de la formación que preside.
En un momento en que las encuestas han frenado el optimismo del que gozaban hace tan solo unos meses. Ahora, la hoja de ruta de Santiago Abascal tiene dos vías: atacar al gobierno de coalición y presentarse como alternativa a Casado para el liderazgo de la derecha en España.
Para ello, retomará su acostumbrada estrategia de proyección mediática mediante la promoción de escenarios de crispación social y política. En este sentido, para el referido partido conservador, la calle jugará un papel esencial para ganar foco mediático y obtener brío en las encuestas.
El campo político más o menos conservador, representado por PP, Ciudadanos y VOX, hace uso de tácticas de convulsión política para inocular matrices de opinión que procuran generar un contexto de conflictividad.
La derecha ejerce la continuidad de una praxis política, que la ha caracterizado en el tiempo por los discursos hostiles que denotan un intento de normalización del odio. Todo ello ante la ausencia de una agenda política sistematizada que pueda movilizar voluntades por medio de la razón en vez de la emocionalidad y el rencor.
En este orden de ideas, el sindicato “anticomunista” impulsado por Vox, ha convocado una manifestación para el próximo 18 de septiembre “solo” en Madrid para protestar por la subida histórica del precio de la luz.
Constantemente Vox ha tratado de desmontar la hegemonía de calle adjudicada a la izquierda, en este sentido, ha hecho de la movilización social una de sus principales bazas políticas. De hecho, la creación de su propio sindicato en mayo de este año tenía como objetivo luchar contra el de UGT y CCOO.
Ahora, Vox ha visto la oportunidad de abrirse un hueco y capitalizar el descontento social de la subida del precio de la luz, un problema que, como sugieren los convocantes, no entiende de color político.
El movimiento de Abascal tiene una doble lectura: por un lado, intenta desafiar a Unidas Podemos y se adelanta a su intención de presentarse como principal abanderado de esta causa social, y por otro, vuelve a desmarcarse del PP. Personeros del PP han manifestado que descartan dar ese paso, afirmando “el camino de la gestión” y no del “ruido”.
La manifestación del 18 de septiembre será solo la antesala del siguiente gran acto que Vox ha fijado para el 9 y 10 de octubre, tan solo una semana después de la Convención Nacional que el Partido Popular lleva preparando desde hace meses.
Este encuentro debe servir dentro del partido derechista para presentar la hoja de ruta de Pablo Casado, en sus pretensiones de llegar al Palacio de la Moncloa. El evento, apodado como “Viva 21”, coincidirá en el calendario con el Congreso del PSOE, que se celebra en Valencia solo siete días después.
De nuevo, se repite la estrategia de Santiago Abascal, presente en un acto con claros tintes patrioteros con el objetivo de enfrentar políticamente a Sánchez y eclipsar el de Casado. Los del PP preparan acto que se celebrará en la plaza de toros de Valencia.
Por otra parte, los de Casado confían en el pulso en las encuestas y el empuje del que gozan tras el triunfo de Ayuso en Madrid les permita volver a un acto público, una asignatura en la que Vox les aventaja ligeramente.
La estrategia de marcaje a Sánchez y de presión al PP también se ha visto reflejada en otras cuestiones de actualidad con las que Vox ha pretendido marcar agenda, aunque el foco se ha situado muy especialmente en el debate migratorio.
Actualmente, el discurso contra la “inseguridad”, contra las “mafias marroquíes”, contra la “inmigración ilegal” y contra el “efecto llamada” ha sido la bandera discursiva de Vox en las últimas campañas electorales para explotar sus diferencias con el PP.
Existe una categoría la cual forma parte inherente de la derecha española, se trata del nativismo discursivo, esta es una postura ideológica que asume que los Estados deberían de estar habitados exclusivamente por los miembros del grupo nativo. Aquí el concepto de “nación” cobra fuerza para el conservadurismo.
Bajo este argumento, aquellos elementos no-nativos amenazan fundamentalmente al Estado-nación homogéneo. Esto no solamente aplica a individuos, también a ideas que se consideran incompatibles con los cánones sociales cohesionadores.
En el caso español, el partido Vox expresa una marcada ideología nativista basada en la lucha contra los enemigos internos, el cual podría estar representada por su temor a la “amenaza separatista” y contra los enemigos externos, es decir, los globalistas, así como la inmigración, especialmente la musulmana.
En este sentido, los de Vox consideran que a través de la cuestión migratoria obtendrán sus votantes. Blinda a los suyos y atrae las miradas del sector más conservador que aún guarda lealtad al PP. Para el partido derechista la inmigración es sin duda un tema clave.
La grave crisis diplomática entre España y Marruecos que explotó justo antes de verano; las repatriaciones de los menores marroquíes instalados en Ceuta que investiga la Justicia; y la incipiente oleada de refugiados por la caída de Afganistán en manos de los talibanes enciende un discurso en que Vox vuelve a situarse en las antípodas del PP.
En España, bajo estas prácticas, los sectores más conservadores procuran generar un contexto de conflictividad que dista mucho de los actuales procesos de concertación política promovido por la izquierda. Todo ello es muestra clara del poco apego al legítimo juego democrático.
De esta forma, el nativismo demostrado por la derecha española, así como sus prácticas autoritarias, son condiciones suficientes para que una organización política sea tildada de derecha radical.
Asimismo, más allá de estas dos características pueden presentar otras que son complementarias, tales como: populismo, neoliberalismo, antiparlamentarismo, neonazis, neofascistas, partidos xenófobos autoritarios, partidos xenófobos neoliberales y partidos populistas neoliberales, etc.
El contexto de conflictividad y un pasado muy relacionado con periodos autoritarios o fascistas en la historia española, dificulta extremadamente su implantación. Si bien, en España la llamada transición no supuso un cambio sustancial con relación al franquismo, la derecha aún cuenta con una serie de estigmas dentro de la sociedad que bloquea el protagonismo de los partidos conservadores.