La necesidad de impartir la educación con un enfoque de género
Un entorno educativo con enfoque de género, puede generar un escenario de socialización adaptado a las nuevas sociedades.
Aunque en materia de paridad y equidad se han logrado importantes avances, la tarea del cambio sigue más vigente que nunca, puesto que todavía hay numerosos desafíos para lograr la igualdad entre ambos géneros.
Por ello, si se consulta el catálogo de Derechos Humanos (para aquellos que no tienen un amplio conocimiento del tema), se observa que la educación está ubicada en una posición considerable de relevancia.
Entendiéndose que no existe jerarquía entre los mismos, solo se dividen dependiendo de en qué momento de la historia se catalogaron como inherentes, universales, progresivos, intransferibles.
Si bien es contradictorio, en el mundo aún hay numerosas desigualdades respecto a este derecho fundamental, puesto que no solo grandes poblaciones, sino una alta tasa de féminas que no tienen acceso al mismo.
El enfoque de género es una herramienta analítica y metodológica que posee además una dimensión política, en tanto busca la construcción de relaciones de género equitativas y justas.
Primeramente se debe aclarar que esta idea constituye un modo de entender el comportamiento del ser humano, ya que según la educación recibida (entiéndase como aprendizaje) estará definida la manera en que se observa el mundo.
Generalmente en países con regímenes de corte totalitario, dictaduras o rígidos sistemas patriarcales que imponen los roles de género, dificultando que las mujeres puedan educarse.
De ahí que, es clave precisar que el aprendizaje y la formación es un mecanismo para luchar contra la violencia, especialmente la violencia de género que tiene sus bases en creencias y estereotipos de sociedades machistas.
No solo desde el hogar, sino en los distintos niveles de preparación académica, por ello, el feminismo propone fomentar la educación con enfoque de igualdad de género.
Donde, cada individuo pueda contribuir desde el respeto, disciplina y los valores, con la tolerancia, sin rechazar a otro por cuestiones de raza, posición socioeconómica, ideología, religión, etnia o en este caso, de género.
Por ello, un entorno educativo que sea adecuado puede ser un escenario de socialización importante para conseguir tales objetivos.
Las niñas, adolescentes y jóvenes se sentirán incluidas en la conversación, valoradas, libres, y no tendrían miedo de asumir posiciones de liderazgo, porque están siendo capacitadas como todos los demás.
Erradicar los estigmas y arquetipos que vienen acompañados con tendencias machistas, implicaría promover otras perspectivas que respondan ante los procesos evolutivos del presente.
Los tiempos han cambiado, a su vez que las sociedades buscan desesperadamente el desarrollo con miras hacia un futuro sostenible, tomando en consideración aspectos como el feminismo, ecologismo y otros movimientos similares.
La perspectiva de género, por lo tanto, permite analizar la forma en la que se crean y perduran sistemas sociales a partir de un determinado punto de vista del sexo, el género y la orientación sexual.
Y si se traslada hacia la educación, propiciaría el trabajo desde la no discriminación, reconociendo en que pese a tener características, cualidades, talentos y aspectos distintos, eso no debe ser objeto de señalamientos.
La Agenda 2030 reconoce que la igualdad de género requiere un enfoque que “garantice no solo que las niñas y los niños, las mujeres y los hombres obtengan acceso a los distintos niveles de enseñanza y los cursen con éxito, sino que adquieran las mismas competencias“.
Dichas premisas se basan en las amplias investigaciones que muestran las desigualdades en el acceso, logro del aprendizaje y la continuación de la educación, resultando ser las niñas, en general, las más desfavorecidas.
Para comprender los elementos que engloban estos argumentos es imprescindible el reconocimiento de que el género tiende a ser tratado según la cultura y la época. Por lo cual en reiteradas ocasiones olvidan (o simplemente ignoran) la influencia que tienen las mujeres en ámbitos como la economía, el trabajo, la educación, las relaciones, entre otros.
Sin embargo, el género femenino ha conseguido anteponerse a esas ideas y sigue dando de que hablar, haciendo eco de su voz en el debate público y su participación en las diversas esferas de la sociedad.
En atención estas problemáticas, aspirando a construir países con mayor cultura democrática, igualdad, equidad y justicia, es inevitable que los Estados actúen para:
- Garantizar escuelas físicamente accesibles, trayectos y entornos seguros a los centros educativos, infraestructura escolar e instalaciones adecuadas, seguras y con perspectiva de género.
- Establecer currículos y materiales educativos no estereotipados y que aborden la igualdad de género, así como planes de educación sexual integral.
- Asegurar la protección y prevención contra el abuso sexual, además de las otras formas de violencia y maltrato, así como asignar recursos humanos y financieros e institucionalidad apropiados para establecer la igualdad de género en la educación.
Esto encausaría los planes de acción, así como también las estrategias y políticas públicas dirigidas a responder las demandas que está canalizando la sociedad hoy en día.