El exilio voluntario del rey emérito Juan Carlos I por los escándalos de tráfico de influencias, malversación de fondos y fraude fiscal; las infantas Elena y Cristina, además de su vacunación en Dubái entre muchas otras acciones, son cuestionamientos a la legitimidad de la monarquía.
En este sentido, la Fiscalía española considera oportuno retomar los expedientes a mediados de diciembre a las tres investigaciones que están abiertas contra Juan Carlos I. Al respecto, el presidente Pedro Sánchez propone una “hoja de ruta de renovación” de la Monarquía.
Tal propuesta desató toda suerte de interpretaciones sobre el alcance que debería abarcar una eventual reforma, sobre todo cuando durante todo este tiempo ese proyecto ha permanecido de bajo perfil.
A menudo el Ejecutivo por medio de los condicionamientos partidistas por parte del PSOE ha sido parco en sus respuestas cada vez que se le preguntaba al respecto, haciendo entender que la iniciativa había quedado descartada o, por lo menos, pospuesta en función de los tiempos políticos.
Pero lo cierto es que el PSOE ha trabajado en varias fórmulas para limpiar la imagen de la casa Real ajustándose a los tiempos que sugiere Felipe VI y asumiendo que solo la iniciativa del Rey y con el respaldo del líder de la oposición se emprendería un cambio.
El PP ha mantenido desde el principio que apoyará modificaciones siempre que tengan como objetivo “reforzar la Monarquía“, según declaraciones de Pablo Casado. Su posición es fundamental, porque Sánchez no está dispuesto a impulsar ningún cambio relativo a la Monarquía sin su respaldo por la trascendencia de la materia.
De la situación del rey emérito Juan Carlos I, Sánchez comentaba que “la confidencialidad de los despachos con el jefe de Estado me impide revelar lo que digo“. Por eso, asegura que “este Gobierno va a defender la estabilidad institucional y por eso el Gobierno aplaudirá todo lo que haga la Casa Real en base a la transparencia“.
Sánchez también se ha referido a la corriente republicana de Unidas Podemos que se está abriendo por todo el país. Ha dejado claro que “el PSOE ha sido uno de los principales arquitectos del pacto Constitucional y no van a encontrar en mi a una persona que desbanque el pacto constitucional“. Ante esta situación, cabe recordar las declaraciones de Pablo Iglesias donde sostiene que “no hay que olvidar que somos dos partidos diferentes en un Gobierno de coalición“.
El presidente del Gobierno se ha pronunciado recientemente a favor de revisar en algún momento esa inviolabilidad total, pero en este caso, la dificultad es que puede afectar a la Constitución y, en ese caso, la reforma sería tan complicada que se hace casi imposible a juicio de los conservadores.
En tiempos recientes, la ambigüedad ideológica y la poca constancia política, ha llevado al PSOE a defender lo indefendible. En este respecto, el actual presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, se opone rotundamente a quienes planteen abrir el debate sobre monarquía o República al calor de las irregularidades financieras de Juan Carlos I y su salida de España.
El jefe del Ejecutivo apela a mantener la “fortaleza de las instituciones”, y singularmente la Corona, en medio de la crisis del COVID-19. En este sentido, Sánchez ha llegado proclamar que “el pacto constitucional está plenamente vigente” y en él está “la monarquía constitucional”.
El irrestricto apoyo del PSOE es síntoma de todos aquellos episodios de revisión ideológica y, en varias ocasiones, de reestructuraciones traumáticas de sus liderazgos. Desde 2008 a la actualidad, diversos indicios tales como un cierto desenfoque ideológico-programático, su defensa de la monarquía y la pérdida de militancia, dificultades para la consolidación de su liderazgo nacional y un acelerado declive electoral, evidencian que el PSOE enfrenta su crisis más profunda.
Al igual que una buena parte de sus homólogos europeos, el PSOE está huérfano de un discurso consistente que evite equívocos sobre la posición ideológica que ocupa en relación con sus competidores.
Tal ha sido la decadencia experimentada que el PSOE ha pasado de ser el partido predominante que en su día logró ejercer la hegemonía social y política en la izquierda española, a disputar su lugar compitiendo electoralmente mediante posiciones conservadoras y a formulas neoliberales.
De esta forma, el PSOE se adhirió a una obscura tradición política conservadora la cual tiene su origen en los tiempos de la dictadura franquista. El dictador dejó claro que la Guerra Civil tenía como objetivo preservar el patrimonio de las clases privilegiadas económicamente y asegurar un ecosistema favorable para que las riquezas estuvieran a salvo y poder incrementarlas. Pero no todas las fortunas, sino las de aquellos que ayudaron a financiar el alzamiento.
Actualmente, la percepción de la población respecto a la monarquía ha mutado, teniendo valoraciones que descalifican la actual posición de la familia real y sus muestras de debilidad estructural, paso previo a la ruptura de un sistema arcaico que debe ser superado en favor de unos esquemas que garanticen plenos derechos y deberes ciudadanos.
Con base al estudio estadístico, se determinó que el 43,8% de los encuestados defiende la necesidad de celebrar un referéndum sobre la forma de Estado, frente a un 36,1% que lo rechaza. Si hoy se celebrase dicho referéndum sobre el modelo de Estado en España, ganaría la República con un 39,4% de apoyos frente a la monarquía, con un 31%.
Son dos de los principales resultados obtenidos en la segunda encuesta sobre la monarquía, lo más concluyente de este sondeo, es el continuo y progresivo deterioro de la monarquía a ojos de la población española.
Si se hace una comparativa con los datos obtenidos en la primera encuesta, realizada hace justo un año, se puede observar que, aunque los dos modelos de Estado pierden apoyo, es la monarquía la que más se resiente, con casi 4 puntos menos.
Es decir, la distancia entre quienes apoyan la República frente a quienes optan por la monarquía se agrandó durante el último año: de un 6% de diferencia en 2020 a un 8,4% en 2021. Sin embargo, aumenta el porcentaje de personas que votarían en blanco, que se abstendrían o que no saben qué harían.
Para trasformar este contexto dinástico, se debe procurar un sistema que, concede a sus ciudadanos amplias libertades, igualdad política, control sobre las políticas públicas y sobre los decisores mediante un legítimo y lícito funcionamiento de las instituciones. Este régimen satisfaría expectaciones ciudadanas respecto a la gobernanza que requiere.
En la actualidad, el espíritu republicano está ganando cada vez más fuerza en España, y con una Consulta Popular se puede vislumbrar la instauración de una República plurinacional y solidaria. Sin embargo, antes de consolidar los objetivos republicanos, la izquierda debe entrar en un proceso interno de revisión donde se impulse una agenda de contacto popular bajo la bandera constituyentista.