Los conceptos de educación, ciencia y tecnología son diferentes entre los tres, pues cada uno guarda una categoría en sí mismo, tal y como lo expresa Freire, “la ciencia y la tecnología en la sociedad revolucionaria, deben estar al servicio de la liberación permanente y humanización del hombre”.
El mismo autor expone “que la educación verdadera es praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo”. A estos dos conceptos debemos sumarle el de Simón Bolívar “el gobierno más perfecto, es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política”, y en su concepto, “sólo la democracia es susceptible de una absoluta libertad, libertad que define como el poder que tiene cada hombre de hacer cuanto no esté prohibido por la ley”.
Basándonos en estos tres conceptos podemos entender por qué en la praxis venezolana, se conjugan estas tres categorías como son: Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología, para dar paso a un Ministerio del Poder Popular (Democracia/ Gobierno) para Educación Universitaria (acción del hombre para transformar el mundo) Ciencia y la Tecnología (servicio de la liberación permanente y humanización del hombre).
Este conglomerado de palabras conjuga los cambios de estructura y fondo que ha sufrido la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1.961 a la de 1.999, en cuanto a los conceptos de educación, democracia, consagrándose como derechos humanos fundamentales.
Así mismo la CRBV en su Art. 110 expresa “El Estado reconocerá el interés público de la ciencia, la tecnología, el conocimiento, la innovación y sus aplicaciones y los servicios de información necesarios por ser instrumentos fundamentales para el desarrollo económico, social y político del país, así como para la seguridad y soberanía nacional. Para el fomento y desarrollo de esas actividades, el Estado destinará recursos suficientes y creará el sistema nacional de ciencia y tecnología de acuerdo con la ley”.
De este artículo se deriva la Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación, la cual tiene por objeto “dirigir la generación de una ciencia, tecnología, innovación y sus aplicaciones, con base en el ejercicio pleno de la soberanía nacional, la democracia participativa y protagónica, la justicia y la igualdad social, el respeto al ambiente y la diversidad cultural, mediante la aplicación de conocimientos populares y académicos. A tales fines, el Estado Venezolano, formulará, a través de la autoridad nacional con competencia en materia de ciencia, tecnología, innovación y sus aplicaciones (2007-2030), enmarcado en el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social de la Nación, las políticas públicas dirigidas a la solución de problemas concretos de la sociedad, por medio de la articulación e integración de los sujetos que realizan actividades de ciencia, tecnología, innovación y sus aplicaciones como condición necesaria para el fortalecimiento del Poder Popular” (Art. 1).
Así mismo el Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2005-2030, el cual expresa en el área de “Socialización y sensibilización del conocimiento” la difusión “masiva y sistemática el conocimiento de ciencia, tecnología e innovación para estimular el pensamiento científico y el interés de la sociedad hacia los temas científicos y tecnológicos. Reforzar una cultura científica que convierta el pensamiento científico en parte de la cotidianidad de los ciudadanos con capacidad para criticar, decidir, opinar y participar en la construcción de esta cultura”, de manera de orientar todos sus esfuerzos hacia el bienestar de los ciudadanos y ciudadanas venezolanas.
En este orden el Estado engloba todo el marco legal para blindar en la protección a los venezolanos y venezolanas en materia de Educación, Ciencia y Tecnología. Lo que se complementa con: acuerdos de cooperación de transferencia educativa entre los países Alba y Mercosur, becas internacionales a través de Fundayacucho y acceso a las tecnologías libres (Ley de Infogobierno).
Asimismo, se traduce en dotación de centros tecnológicos en las universidades y escuelas, democratización de la ciencia y la tecnología (entrega de canaimas y tablet), becas y ayudantías a estudiantes, fortalecimiento a la investigación e innovación a través de la creación del Programa Estimulo a la Investigación e Innovación (PEII), desarrollo de líneas estratégicas para el país, financiamiento de proyectos estratégicos con líneas orientadas a la necesidad de Venezuela.
Cabe destacar, que pese a la normativa vigente en Venezuela los esfuerzos, aunque mucho no han sido del todo provechosos para recolectar los frutos necesarios en los sistemas productivos, puesto que aún hoy en día existe desconocimiento de los docentes y discentes de la cantidad de oportunidades que se exponen en Venezuela.
Esto se intensifica con la fuga de cerebros que está viviendo Venezuela, según algunos productos de la crisis económica, pero que engloba una pérdida de recursos económicos que el Estado venezolano invirtió en cada uno de ellos tales como: educación gratuita (primaria, secundaria y universitaria), salud, programas alimenticios, entre otros, que de una u otra manera contribuyen a la formación integral de los profesionales venezolanos.
Esta inversión social que realizó el Estado en los venezolanos es minimizada por sus ciudadanos, sin recordar las tazas de estudiantes universitarios antes de 1.998, cuando no existían más de 500 mil y que ahora son 2.500.000 cifra que va en aumento, la deserción escolar, desnutrición, entre otras. Cabe hacerse una pregunta ¿Será que sufrimos de la memoria selectiva de la que hablaba Benedetti?
A este marco legal que se suscita en Venezuela le faltan las sanciones que se debería otorgar a las personas que siendo beneficiarias de estos programas apenas reciben su título emigran a otros países.
De la misma manera, el fortalecimiento a nuestras revistas especializadas, así como la democratización del acceso a ellas por parte de los investigadores, el seguimiento control y fiscalización de los recursos otorgados a proyectos financiados por el Estado.
La planificación estratégica a corto, mediano y largo plazo de las necesidades productivas, investigativas, sociales y económicas para incorporación de los estudiantes universitarios a ellas, así como la detección temprana de cuáles son las áreas con debilidades de talento humano para orientar a los bachilleres a ellas y la eliminación de algunas carreras donde existe gran número de egresados subutilizados, masificación de la educación sin desmejora de la calidad educativa.
Para que esto funcione las universidades son las garantes y responsables del proceso, la corresponsabilidad que tanto predicamos pero que nunca queremos ser partícipes, así como vinculación directa entre los diversos sectores: universidad-comunidad, universidad- Estado, universidad- empresas públicas y privadas- Estado, no sólo en papel sino en la praxis.
El Che Guevara decía, “cuando lo extraordinario se vuelve cotidiano, estamos en revolución”, pero cuando nos acostumbramos a lo extraordinario en la cotidianidad y lo consideramos como un deber y derecho, sin examinar a fondo el camino que nos trajo a eso, se deja de observar los pasos agigantados que se han dado y se corre el riesgo del retroceso.
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