Capitana Marvel: destacar rodeada de machos
Los superhéroes, desde su concepción en las viñetas, con Superman y Batman como pioneros de las mallas y las capas, han estado gestionados y consumidos por una gran mayoría de hombres. Las grandes compañías, Marvel y DC, se beneficiaban de semejantes personajes y obtuvieron mucha popularidad. De hecho, se podría decir que los héroes empezaron siendo reflejos hipertrofiados, concebidos para estabilizar y fortalecer la frágil masculinidad de muchos. Seres extraordinarios, con habilidades que exceden la física y la naturaleza, con el objetivo de atrapar a los malos. Porque el malo siempre es el otro, nunca uno mismo.
Así fueron los inicios de las grandes compañías de cómics superheróicos estadounidenses. Con un público objetivo claramente masculino. Y, aunque es ciertamente injusto analizar aquellos inicios usando la moral del presente, es necesario hacerlo para tener una mejor comprensión de la evolución de los tebeos. Porque, a medida que los años avanzaron, un grupúsculo de editores, guionistas y dibujantes decidió que el heroísmo había que diversificarlo. Las mujeres no sólo aparecerían como el interés amoroso del protagonista de turno, sino que comenzarían a poder rivalizar con ellos. De esta manera, personajes como la propia Miss Marvel (que posteriormente se convertiría en Capitana Marvel), Wonder Woman, Catwoman, Super Girl, Hulka o Jean Grey, que fueron capaces de robarle protagonismo de forma gradual a los personajes masculinos de sus respectivos universos.
Sin embargo, no todo iba a ser un camino de rosas. La ley de la oferta y la demanda siempre gana, y los lectores de cómics seguían siendo, en su gran mayoría, hombres. Por lo que pasarían muchos años hasta que estas superheroínas consiguieran obtener sus colecciones individuales propias. Hasta entonces, quedarían relegadas a aparecer en colecciones de grupo, como Los Vengadores, La Patrulla X, Los Jóvenes Titanes o La Liga de la Justicia, siempre comandadas por personajes masculinos.
De esta forma, llegamos hasta el presente. Tras casi dos décadas de la irrupción del cine de superhéroes, la mayoría de historias estaban contadas. Poderes obtenidos debidos a accidentes en experimentos fallidos, huérfanos incapaces de superar sus traumas, reyes de los mares, conquistadores de planetas desconocidos destinados a gobernar y luchar. Pero las mujeres seguían sin tener una representación protagonista. Hasta que, en 2017, Warner y DC se aliaban para estrenar “Wonder Woman”. Una película sin demasiadas pretensiones que marcó un punto de inflexión, con dos féminas al frente: Gal Gadot y Patty Jenkins. Reventó la taquilla, emocionó a millones de personas en el mundo, y consiguió algo, en cierta manera, incomprensible hasta ese instante: generar referentes femeninos robustos y con empaque real.
A partir de ese momento, las grandes productoras entendieron que también se podían hacer cintas de mucho presupuesto encabezadas por mujeres. Películas con un rédito favorable aplastante. Porque, seamos realistas, a los gerifaltes les da igual la ideología o el género, su único dios es el caballero Don Dinero.
A dos meses de esculpir ese gran epitafio que será “Vengadores: EndGame” Disney estrena “Capitana Marvel”. Una cinta, a priori, desconcertante, ya que todo fan de Marvel está ansioso por ver cómo culmina esta saga de películas que comenzase en 2008. Y es unos meses antes de su estreno, cuando todos los machos ibéricos y no tan ibéricos, se unen para intentar boicotear la película. Que si Brie Larson (la actriz que encarna a Carol Danvers) no sonríe, que tiene poco culo, que si tiene un mensaje “feminazi”. Argumentos vergonzosos y humillantes hacia una película que no habían podido ver. Un complot machista e indecente que, por suerte, fue destruido desde el 8 de Marzo, día en el que se estrena finalmente el film.
Quinientos millones de dólares recaudados en todo el mundo durante su primer fin de semana. Una cifra que debe haber dañado moralmente a mucho desconfiado. Una película sólida, sin ser brillante, que consigue lo que se propone: empoderar y hacer molar a una mujer con poderes. Y sin dar lecciones a nadie. Porque sugerir es mucho más efectivo que mostrar. Con personajes masculinos malos y, a su vez, otros buenos. Y personajes femeninos positivos, con sus contrapartes negativas. Todo perfectamente equilibrado, que lejos de ser una obra maestra del cine de entretenimiento, deja un buen sabor de boca a los seguidores de Marvel. Hay que destacar a la gran actriz que es Brie Larson, que deja su impronta en la pantalla y se desenvuelve con soltura, a falta de mejorar en determinadas escenas de acción.
Casualidad o no, es una película perfecta para ser estrenada en el 8-M. Representa a la perfección los valores del movimiento feminista. No necesita auparse por encima del género masculino, sino obtener las mismas libertades y responsabilidades que ellos, siendo los hombres aliados y no enemigos en su lucha. Es por todo esto, que, sin haber salido encantado de la sala de cine, me alegra sobremanera que triunfe.
Por mujeres que vuelen más alto, más fuerte y más rápido.