La batalla de EEUU contra Venezuela excede los límites de la lógica democrática
Corre el reloj para Estados Unidos, en una carrera desesperada por saquear y bloquear las cuentas y reservas monetarias de Venezuela en el exterior. Los ataques están destinados a paralizar las transacciones financieras internacionales, pero lo más peligroso son las sanciones contra bancos nacionales, que buscan quebrar el sistema financiero interno imposibilitando el uso de tarjetas electrónicas de débito y crédito. Mientras esto ocurre, la solidaridad con Venezuela se extiende a nivel mundial, como un ejemplo de lucha.
Para nadie es un secreto que la pretendida invasión militar con la que se amenazaba a Venezuela ha caído en el limbo de la retórica antivenezolana de Donald Trump. Sí que es cierto la introducción de la modalidad paramilitar, con escuadrones de mercenarios a sueldo yankee concentrados en Colombia. Sin embargo, las operaciones de inteligencia venezolanas traspasan fronteras y hasta los momentos, han impedido ataques y asesinatos comunes a este tipo de organizaciones fuera de la ley.
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Pero todo parece indicar que el ataque va a continuar fundamentalmente en el aspecto económico. La desafortunada elección de Juan Guaidó como presidente imperial, sus llamados a movilizaciones y acciones de calle han caído en el desgaste. La credibilidad de su militancia baja aceleradamente y ya se habla de viejos liderazgos tratando de capitalizar su momento político. Una guerra intestina a cuchillo entre las filas de la oposición no muestra más que insultos, descalificaciones y serias dudas de la actuación de Guaidó como representante de la oposición venezolana.
Mientras tanto, la resistencia de Venezuela se basa en sus conexiones internacionales y la pertenencia a nuevos bloques intercontinentales de poder. La apuesta al multilateralismo ha permitido combatir, siempre cuesta arriba, los intentos de la derecha de matar de hambre al pueblo. Pero el fantasma de la dolarización, la hiperinflación como ejemplo más significativo del libre mercado neoliberal y la guerra de desgaste en los precios son los aspectos más preocupantes en este momento.
Algunos parecen lamentar la destrucción del sueño de la Patria Grande. Gobiernos neoliberales impuestos por el imperialismo norteamericano parecen destinados a borrar del mapa la historia de veinte años. Pero, hay algunos indicios de una rebelión subterránea que puede cristalizar en un continente latinoamericano en fuego. Ya Haití habló, y Jovenel Moise está fuera de la jugada al traicionar el sueño de PetroCaribe. Semanas de disturbios mortales lo sacaron del poder para condenarlo al foso de la historia. ¿Quién es el próximo? Entre los candidatos suena Mauricio Macri. Al argentino no lo salva ni José Gregorio Hernández de la furia celeste, que lo espera en la calle.
Hasta la fecha, los ataques eléctricos siguen. Esta modalidad de sabotaje que no genera titulares pero que es un virus destructivo para electrodomésticos y empresas es combatida palmo a palmo por la unión cívico militar. Pero es el día a día. En la radio, muy temprano oí a un analista de derecha decir que la oposición cuenta con un músculo político capaz de vencer a Nicolás Maduro en unas hipotéticas elecciones, queriendo repetir el formato de Siria en donde realizaron elecciones, las ganó Assad e igual lo bombardearon. La verdad es que Guaidó no gana ni la elección de jefe de condominio de su residencia.
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Sus propios aliados políticos están jugando a su desgaste, sus actos de corrupción al recibir financiamiento USAID están siendo investigados y su red de financiamiento está a punto de caer.
¿Pronóstico? Seguiremos en batalla. No pasarán.