El machismo no es lo mismo que el patriarcado, a pesar de que el primero deviene del último, ambos se complementan para hacer valer los roles de género naturalizados socialmente a través de los años.
Es viable cuestionarse cómo la “violencia de género” ha sido tan cuestionada desde que el Movimiento Feminista puso el tema en el candelero mediático. Sin duda alguna la cultura ha influido a la hora de adaptarnos desde niños a la “normalidad” de este mundo, sin siquiera darnos como herramienta la crítica.
Los movimientos feministas desde el principio de su existencia han tenido que luchar contra lo establecido. Han debido contender contra los estereotipos. Son ridiculizados al querer romper con lo establecido, por lo que el patriarcado, que solo pretende desacreditar sus argumentos y desmovilizarlos, ha usado para ello su poderosa herramienta mediática.
Los estigmas en este caso, se producen de manera inherente con la propaganda, pues muchos al no entender las reivindicaciones por la igualdad, solo reproducen información que los medios de comunicación de la élite política, quiere que se repita. Por ello se hace indispensable estudiar los tópicos machistas, que buscan la perpetuación del “orden natural“.
¿Pero a qué viene el desprestigio? Muchos podrían pensar que es bien merecido, pero miremos con atención. La revolución de la mujer, impactaría en todos los espacios, llevándonos a un cambio en la estructura patriarcal de dominación.
Una revolución que se extendería a todos los ámbitos sociales. Los Movimientos Feministas, trabajan para lograr eso. Declaran estar en contra de toda forma de dominación, por ello el Movimiento se une a otros en varias cuestiones, como la ecologista, la antifascista, la marxista… Eso sí, el anticapitalista, la gran mayoría, pero no se puede obviar el “feminismo burgués“.
Nuria Valera, feminista y autora del libro “Feminismo para Principiantes“, hace referencia a las fuentes del Movimiento que van desde lo religioso, científico, histórico, y antropológico hasta llegar al sentido común. En su trabajo demuestra la falsedad, prejuicios y contradicciones (que no tienen base científica) que solo legitiman la dominación sexual. Por tanto el feminismo es un Movimiento, sí, pero también es “teoría filosófica” como lo denomina la autora.
Teniendo todo esto claro, es preciso ahondar en los tópicos más comunes, usados para fines ya aclarados.
Las princesas, el ejemplo a seguir
Este mecanismo cultural, le da la tarea a nuestros padres, abuelos o tíos, de reforzar los roles de género con un simple cuento de hadas. Es sencillo. La mujer siempre tiene un rol, y es el de apaciguamiento, sumisión, a espera de un príncipe “valiente y fuerte” que venga a rescatarlas de los problemas en los que la princesa pueda estar inmiscuida sin poder resolverlos por su debilidad. ¿O acaso has leído un cuento dónde los roles sean opuestos?
Las princesas son aquellas que reflejan todos los valores “naturales” con los que nos tenemos que identificar, los que tendremos como finalidad de vida. Ejemplo de ello es esperar con ansias el matrimonio y la posterior creación de una familia. Además de la imposición de la forma de amor heterosexual, está la orientación cultural que no toma en consideración la diversidad de cada ser humano, y tampoco lo pretende hacer.
Conceptualmente hablando, podríamos referirnos a esto como un acto de dominación simbólica, por la que el patriarcado, como sistema de dominación, necesita poder, fuerza y cultura para poder permanecer en el tiempo.
Se pretende interiorizar la dominación a través de símbolos, lenguaje y sueños. ¿Qué sueña un niño? ¿Qué sueña una niña? Seguramente coincidirán con el rol de los cuentos y películas. Constructor social dominado por el patriarcado, se alimenta de los prejuicios, de manera que no hacer lo “correcto” sería estar mal.
¿Cómo cuestionar si la educación está hecha para no pensar? Nacer mujer, es “tener la responsabilidad de los labores del hogar“, cuando la realidad es que cada persona por igual es responsable del mismo.
Violencia de género
“Los problemas en pareja, aún siendo violentos, son cosa de dos y no deben airarse fuera de la pareja“. ¿La solidaridad dónde queda? No ofrecer ayuda a una compañera que está pasando por un caso de violencia de género, es simplemente contribuir con el patrón de violencia reproducido en la sociedad. Cuando se habla de violencia de género se piensa con preocupante frecuencia, que la “la mujer está en esa situación porque quiere“.
Pero se ignoran el miedo y los factores en los que este influye. En primera instancia está el estrés postraumático que causa dicha situación, y junto a ello, vendría la indefensión definida como una “condición, por la que un ser humano o animal ha aprendido a comportarse de manera pasiva“. Teniendo como consecuencia la pérdida de resolución de conflictos, que a su vez limitaría el poder mejorar la situación de cualquier manera, si se tuviera la oportunidad.
Ante esto, normalmente es acusada la víctima de querer permanecer en una situación de maltrato, justificando al maltratador.
Feminismo no es igual a machismo
Es increíble cómo equiparan el feminismo con el machismo. Teniendo en cuenta que el feminismo es la teoría de la igualdad basada en la justicia, y el machismo la teoría de la inferioridad que hace que el patriarcado se reproduzca gracias a sus prácticas de denigración e invisibilización de la mujer, sería como comparar el racismo y los que luchan contra él.
Lo mismo es en este caso, puesto que el feminismo busca romper con las cadenas de opresión, y el machismo solo busca mantener el “orden natural“.
El machismo ha dejado a millones de mujeres muertas, violadas, mutiladas genitalmente, juzgadas por “no cumplir los roles“, con sueldos menos cuantiosos que los de los hombres, una desventaja en cuanto a la toma de liderazgos ya sea en una empresa o en la política, dejándole solo un espacio, el hogar.
Ahora bien, se podría considerar al feminismo como una revolución sin muertos. Desde sus inicios, terminó con la guerra de los sexos en el siglo XVII, cuando aún se discutía qué sexo era el más capacitado y apto.
Poullain de la Barre, precursor del feminismo, escribe sobre la igualdad de sexo, terminando con la pugna sobre la superioridad de los sexos.
Igualmente en las olas feministas que siguieron, no hubo muertes por parte de las feministas, pero sí agresión verbal y física por parte de los conservadores machistas.