La encrucijada del PP con VOX: moderación democrática o el poder
La derecha española muchas veces ha tenido que utilizar una fachada democrática para acercarse al logro de sus objetivos políticos.
La derecha española atraviesa una sensible crisis política, cuyo contexto está determinado por la relación del PP y VOX. Su propuesta política es escasa y resulta socialmente crispante. En este sentido, la praxis del conservadurismo en España conspira para su propia destrucción.
Sin embargo, muchas veces ha tenido que utilizar una fachada democrática para acercarse al logro de sus objetivos políticos. Tras una moderación democrática ilusoria, ha implementado fórmulas de direccionalidad del voto mediante alianzas conservadoras, las cuales posteriormente rompe a cambio de cuotas de poder más amplias.
Dentro del ejercicio político de la derecha no se puede dejar de lado sus orígenes, los cuales pueden dar muestra de la base ideológica y política de sus respectivos partidos políticos. No importa si para ampliar su población electoral se adhieren al juego democrático, su pasado da clara muestra de quienes son.
Para nadie es un secreto que el pacto de gobernabilidad establecido en el año 1978, donde el franquismo fijó las condiciones para que sus crímenes quedaran impunes al mismo tiempo que se mimetizaba en el naciente sistema bipartidista, buscaba mantener el poder económico y político del viejo régimen.
Los herederos nostálgicos del franquismo son precisamente las organizaciones políticas de derecha, encarnadas inicialmente en el partido Alianza Popular, el cual posteriormente pasó a llamarse Partido Popular, y en reciente surgimiento de Vox en la palestra pública.
En este sentido, cuando el PP se manifiesta radicalmente contrario a la aplicación de la Ley de Memoria Histórica; cuando los Ayuntamientos bajo su égida se niegan o dificultan la recuperación de los restos, dispersos en cunetas, de los asesinados por el franquismo, se encuentra vivo aun el obscurantismo político de la dictadura.
Asimismo, cuando se oponen al aumento del salario mínimo; cuando ponen trabas a los diálogos político del contexto catalán; cuando ejerce la conflictividad como práctica recurrente, el Partido Popular y VOX no hace sino responder a sus auténticos orígenes.
En el caso del PP, tal como se muestran en las primeras elecciones democráticas que tuvo, fueron conocidos los siguientes líderes, a saber: Gonzalo Fernández de la Mora, Manuel Fraga Iribarne, Licinio de la Fuente y de la Fuente, Laureano López Rodó, Cruz Martínez Esteruelas, Federico Silva Muñoz y Enrique Thomas de Carranza. De los mencionados, los seis primeros resultan ser ex ministros de Franco y el último ex Director General de Cultura Popular.
Desde la poco exitosa Alianza Popular, hasta desembocar en el actual conocido Partido Popular, demostraría su “talante” democrático al no dudar defender las siguientes posiciones estatutarias fundadas el 10 de octubre de 1978: “Afirmamos nuestra actitud constructiva, pero no admitimos que quienes han contribuido poco o nada al desarrollo español de las últimas décadas pretendan enjuiciar al país entero desde una actitud gratuita”; “Rechazamos toda ruptura y exigimos respeto para la obra de un pueblo durante casi medio siglo”; “Nos oponemos a la legalización de los grupos comunistas, o separatistas”; “Apoyaremos la Monarquía, clave de las Leyes Fundamentales”; “Nos oponemos a que se abra un período constituyente”
El 1978 España experimentó una serie de trasformaciones sistémicas que conllevaron a la convalidación de un Régimen político bipartidista, el cual, lejos de representar el nacimiento de una democracia, fungió como plataforma continuista de aquel franquismo inmerso aún en las estructuras de gobierno, los grandes consorcios económicos, la iglesia católica, las fuerzas armadas y en la Monarquía.
En tiempos más recientes, aparece VOX, una organización con filosofía de extrema derecha que llega por primera vez al Parlamento después de dos intentos fallidos en los años 2015 y 2016. Desde que emergió institucionalmente en las elecciones andaluzas del 2 de diciembre de 2018, tanto periodistas como analistas y académicos han calificado a este partido como neofranquista y fascista.
Tras la aparición de VOX en el escenario político español, se ha reavivado el debate sobre la naturaleza ideológica de la extrema derecha en el país ibérico. Dicha aparición viene concatenada al fenómeno del resurgimiento de la actual ultraderecha en Europa.
En este sentido, el caso español muestra un conjunto de peculiaridades que lo han definido como una excepción a la actual tendencia derechista en el “viejo continente”. La ultraderecha en España opera muy poca cohesión política.
Muestra de ello ha sido la decisión de Vox de romper lazos con el PP, el cual ha representado el último capítulo de una relación marcada por los encontronazos y los desaires en su pugna por el votante de derecha.
Desde una concepción más orgánica, la extrema derecha representada por PP y VOX muestra un singular tribalismo reaccionario, antiinmigración y “populismo exclusivista”. Asimismo, se evidencia la existencia un carácter xenófobo y autoritario que buscan incidir en la vida pública.
Dentro del referido ejercicio de crispación social, la derecha juega una doble estrategia, la cual consiste en atacar fuerte, e incluso sin fundamentos, para posteriormente posicionarse discursivamente como víctima dentro del conflicto. Diversos son los ejemplos que pueden notarse a la luz de esta práctica.
Uno de los temas más recurrentes de victimización de la derecha populista, consiste en el discurso contra la inmigración. La praxis política de los partidos de la derecha radical con frecuencia rechaza diversos aspectos propios de las democracias como el pluralismo político, las instituciones o la protección de las minorías.
Otra característica resaltante de la extrema derecha española, que no solo sería contraria al sistema democrático en su conjunto, sino que sería proclive a perpetrar crímenes de odio y a utilizar métodos violentos como el vandalismo, el acoso a las comunidades de inmigrantes o las agresiones indiscriminadas contra las minorías propias de las bandas neonazis.
De igual forma, existe una categoría la cual forma parte inherente de la derecha española, se trata del nativismo discursivo, esta es una postura ideológica que asume que los Estados deberían de estar habitados exclusivamente por los miembros del grupo nativo. Aquí el concepto de “nación” cobra fuerza para el conservadurismo.
En el caso español, el partido VOX expresa una marcada ideología nativista basada en la lucha contra los enemigos internos, el cual podría estar representada por su temor a la “amenaza separatista” y contra los enemigos externos, es decir, los globalistas y la inmigración, especialmente la musulmana.
De esta forma, el nativismo demostrado por la derecha española, así como sus prácticas autoritarias, son condiciones suficientes para que una organización política sea tildada de derecha radical.
Frente a esta situación, el PP, mediante el posicionamiento político de algunos de sus líderes como el gallego Alberto Feijoó, e incluso el líder nacional Pablo Casado, han mostrado su preocupación por el acercamiento de su partido a VOX, que en muchas ocasiones sale de los cauces democráticos.
Sin embargo, la querencia por el poder institucional lleva a los populares, en la práctica, a pactar con VOX para sostenerse en el poder cuando los votos recibidos no les permiten hacerlo solos, lo que implica un avance de las posiciones fascistas que ya han comenzado a expresarse en la realidad con censura de la cultura y agresiones a ciudadanos que no son el arquetipo de lo que los de Santiago Abascal consideran como aceptable.