El puñal en la espalda: El diálogo de Venezuela con Estados Unidos en México
Estados Unidos se está sentando obligado por las circunstancias, en una mesa que Venezuela siempre tuvo servida para la ocasión.
Nadie enarbola la derrota, a menos que tenga una segunda intención y eso es precisamente lo que está haciendo Estados Unidos, en un escenario de diálogo con Venezuela. Sentarse es una derrota, para el gobierno más socarrón del mundo. No nos engañemos.
Sentarse en una mesa con los representantes de Venezuela en un país “neutral” (para la opinión pública estadounidense demócrata) como México es una derrota indecorosa para la derecha conservadora norteamericana.
Nadie quiere asumir este barco sombrío ante los medios, y le toca al tristemente célebre “embajador de laptop” James Story cargar con el rechazo de sus seguidores y militantes, al tratar de maquillar la mierda con frases confusas mientras Biden “negocia” los “Derechos Humanos”.
Todo parece dicho, y los artículos anteriores en donde he tocado este tema pueden confirmarte lo inevitable: ante la apertura al mercado internacional de Venezuela con la renovación de leyes en la Asamblea Nacional, Estados Unidos no puede permitirse ser apartado de los procesos de inversión de los países altermundistas (China, Rusia, Irán, Turquía, Unión Africana, MNOAL) que se proyectan en el territorio.
Por tanto, sus sanciones discriminatorias y punitivas a empresas que negocien con Venezuela, lo que hacen es colocar a esas mismas empresas en desventaja frente a las fluctuaciones del mercado con el movimiento agresivo de Venezuela.
Por tanto las palabras de Story, que condicionan la suspensión gradual de sanciones por parte de Estados Unidos a el cumplimento de sus exigencias por parte de Venezuela, es un bluff del tamaño de una catedral.
Venezuela no tiene que dar nada a Story, y menos a Estados Unidos, lo contrario. Estados Unidos debe buscar al menos una vía que apacigüe la flama de la opinión pública, que comienza a olfatear la terrible descomposición moral y legal que rodea el affaire Guaidó. No ayudan las palabras de solidaridad y protección de Story al referirse al caso, porque sabe que salvando el trasero de Juan Guaidó también salva el suyo. Normal.
Es más, si me presionas un poco te diré que el juego de Estados Unidos es convertir al diálogo en otra mesa inoperante que de algún modo legitime a los políticos que lo conforman, no sé si me explico.
Revertir las sanciones contra Venezuela pasa por sacar a Maduro del poder, eso queda claro. Mientras tanto, que se siente quien sea a presionar para las elecciones, y por otro lado que continúe la fiesta de sabotaje y narcoparamilitares azotando al país desde la frontera colombiana.
Estas memorias de guerra cada vez se vuelven más cíclicas, porque lo mismo vivió Nicaragua. Los “contras” de ayer hoy son los narcotraficantes armados, tratando de sacar del Río revuelto peces —que son tierras— en la rica frontera binacional.
Es el puñal en la espalda. Desde la otra acera Venezuela juega con la fortaleza de la unidad monolítica del pueblo chavista, fundamentalmente. Las alianzas altermundistas comienzan a enseñar los dientes al imperialismo y la OTAN en el continente, con una guerra de micrófonos que paralizó al mundo.
Los pueblos latinoamericanos comienzan a despertar del embrujo de los medios de comunicación, que pintaron a Venezuela como el Apocalipsis de los rebeldes y el castigo de los alzados.
Hoy saben que el futuro neoliberal es mucho más sombrío si no se enfrenta con dignidad. La rueda comienza a girar —lentamente para muchos— pero parece indetenible porque surge como un movimiento tectónico de las nuevas generaciones. Ahí vamos.
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