Crisis constitucional arrastra al Perú hacia el abismo
La Constitución que dejó el Fujimorato, tiene en la vacancia su principal arma contra cualquier proyecto de país que contradiga a la derecha.
No solo se trata de que Pedro Castillo cambie el gabinete. Las maniobras a las cuales debe acudir el actual gobierno, deben pasar por encima de una serie de debilidades que no le permiten desde hace décadas al Perú mantener la estabilidad política. Nuevamente Perú se acerca a un abismo.
La disposición constitucional de la vacancia por razones de incapacidad moral, es una facultad otorgada al Congreso peruano, que hoy día comporta la principal amenaza a la continuidad del gobierno.
Lo que puede ser asumido en principio como un sano control parlamentario sobre el ejecutivo, es utilizado como arma para forzar decisiones estratégicas en favor de los sectores más conservadores.
La Constitución del Perú, respondió a las condiciones históricas impuestas por el Fujimorato, y le otorgó al Congreso una especie de cheque en blanco con la figura de la vacancia.
Por esta y otras razones, no es inoportuna la propuesta de una Asamblea Constituyente. Los sectores más conservadores de la derecha peruana se oponen a una Constituyente, porque modificaría las reglas del juego quitándole al Poder Legislativo, la capacidad de truncar un mandato presidencial.
Pedro Castillo acorralado por las amenazas de vacancia
Desde la primera semana de gobierno la palabra más mencionada en los medios era la vacancia. En principio, la objeción recae en el gabinete y con mayor fuerza en las figuras de Héctor Béjar, Canciller designado por Castillo y Guido Bellido, Jefe del gabinete.
Los señalamientos iban desde el terrorismo, pasando por conductas machistas y homofóbicas, y terminaban finalmente en acusaciones penales dirigidas todas a descalificar al gobierno de Perú Libre.
Un pronunciamiento de Héctor Béjar, emitido en febrero de 2021, mucho antes de ser designado como Canciller provocaron una reacción en cadena que obligaron a Guido Bellido a solicitarle la renuncia.
Según sus propias palabras, Béjar aseguró entre otras cosas que su salida del gobierno tenía que ver con una clara estrategia de la derecha de provocar la vacancia de Pedro Castillo.
“La derecha peruana en este momento tiene dos tácticas simultáneas en insistir en la vacancia, señalando que Castillo es un incapaz, que no sabe leer, están en la batalla psicológica para preparar la vacancia”, aseguró Béjar.
Demonización de Venezuela como parte de la campaña
Como parte de esa campaña psicológica no podía faltar el tema de Venezuela.
El Congreso y la derecha peruana en su conjunto, mantuvieron una objeción permanente de la postura geopolítica que iba a asumir Perú. Esta política estaba signada entre otras cosas, por el reconocimiento del mandato de Nicolás Maduro, y la salida de Perú del Grupo de Lima.
Después de que el acorralamiento a Castillo lograra la salida de Héctor Béjar, el presidente peruano fue fustigado por sostener una reunión bilateral con Nicolás Maduro dirigida a tratar el tema de la crisis migratoria.
Esos cuestionamientos encontraron eco en la propia Cancillería en la voz del viceministro Luis Enrique Chávez, quien comunicó a la prensa que la postura de Perú era de no reconocimiento al gobierno de Venezuela.
La afirmación del viceministro Chávez fue contradicha por Guido Bellido, y se produjo uno de varios desencuentros a lo interno del gabinete de Pedro Castillo.
La campaña contra Íber Maraví
Otro de los asuntos que sacudió al gabinete de Castillo fue la polémica generada a partir de las acusaciones de terrorismo contra Íber Maraví, ahora exministro del Trabajo, a quien se le señaló como integrante de Sendero Luminoso.
Estos señalamientos, provienen de informaciones policiales que lo implican en atentados terroristas entre 1980 y 1981 en Ayacucho. Maraví era vinculado al Movadef, una organización no gubernamental presuntamente relacionada con Sendero Luminoso.
Sin embargo, la Federación Nacional de Trabajadores de la Educación, ente la cual si pertenece Maraví, negó la referida vinculación de esta organización con Movadef, desmintiendo las acusaciones contra Maraví.
No obstante, el Congreso efectuó todo el procedimiento para el voto de censura y antes de que esta se produjera, se desencadenaron los hechos que motivaron una eventual división de la izquierda peruana.
Los “Dinámicos del norte” una de las estocadas finales
Además de Maraví, otro de los atacados fue Vladimir Cerrón. La investigación sobre presunto lavado de activos por parte de Cerrón, como gobernador de Junín, fue uno de los “trending topic” que apuntaló la discordia a lo interno del gobierno peruano.
Aún cuando la bancada de Perú Libre ante el Congreso salió en defensa de Cerrón y en general de todo el gobierno, incluyendo a Bellido y parte del Gabinete, Pedro Castillo no afrontó públicamente la posible condena de Cerrón, ni salió en su defensa.
Las afirmaciones de la Fiscalía anticorrupción iban directamente apuntando hacia la probidad de Castillo, la honestidad de Perú Libre como organización y podían servir de base para la causal de conducta inmoral, que como ya se dijo, es un cheque en blanco a favor del Poder Legislativo.
La división de la izquierda
La derecha avanzó, finalmente, Pedro Castillo se vio forzado a sacar a los miembros de Perú Libre de su gabinete, y juramento la noche del 6 de octubre a Mirtha Vásquez como jefa del Gabinete.
Las reacciones por parte de Perú Libre fueron de rotundo rechazo. Vladimir Cerrón y Guido Bellido, declararon la muerte del proyecto de izquierda del gobierno de Pedro Castillo.
Igualmente, la bancada de Perú Libre manifestó públicamente que no apoyan al nuevo gabinete. Por su parte, Bellido señala que la derecha logró con esto, frenar proyectos como la nacionalización del gas de Camisea entre otros avances.
Escenarios posibles
La situación es compleja, la izquierda peruana tiene frente a sí el más grande de los desafíos. Si bien es cierto que parte del gabinete está conformado por cuadros de la izquierda como Mirtha Vásquez y Gisela Ortiz, Castillo tendrá que hilar muy fino para evitar que el rumbo se desvíe a favor de las aspiraciones de la derecha.
No han sido los tweets, ni la aparente sobre exposición de los dirigentes de Perú Libre lo que ocasionan esta ruptura, se trata de tensiones mucho más profundas relacionadas con la camisa de fuerza que dejó el Fujimorato y su Constitución aún vigente.
Sin embargo, la aparente separación de Pedro Castillo y Perú Libre, no garantiza que se detengan los pasos tácticos hacia la vacancia. Si se mantiene la propuesta de una Asamblea Constituyente el asedio continuará.